Colorín colorado, el sueño del Athletic de pelear por LaLiga ha acabado. Cierto es que aún está matemáticamente en la pugna, pero se aleja ya en ocho puntos del Atlético de Madrid, que ha amanecido líder tras su victoria ante los bilbainos de ayer, y el Barcelona podría alejarse en nueve puntos si vence esta tarde a la Real Sociedad. El sueño rojiblanco tocó a su fin en el Metropolitano, un campo donde solo ha ganado en una ocasión desde su apertura, el año pasado en Copa en un partido en el que sufrió lo indecible para traerse a Bilbao una renta mínima en las semifinales. Además, se contabiliza un empate a cero. Todo lo demás han sido derrotas, como la de ayer. Da igual cómo juegue el Athletic, cuál sea su desempeño y el del Atlético, que pese a gastarse una millonada en fichajes sigue siendo fiel a ese estilo rácano que ha implementado su técnico en los más de diez años que lleva al frente del equipo.

Al conjunto colchonero le va bien, muy bien de hecho, así. Ya no tiene la sobriedad defensiva de antaño, hasta el punto de que el conjunto bilbaino dispuso de media docena de ocasiones como para haber visto puerta, pero como quiera que tiene una plantilla de muchísimos quilates, le bastó una ocasión de Julián Álvarez para adelantarse en el marcador y matar el partido. Le costó, eso sí, pues el Athletic estrelló hasta tres balones en los palos, dos de ellos de Iñaki Williams, y uno más de Beñat Prados. Y todo ello en solo ocho minutos. Cuando la cosa está de que no...

Para entonces, los bilbainos contaban ya con la figura de un delantero centro en el campo. Que llegaron a ser dos incluso cuando con todo perdido, Ernesto Valverde decidió juntar a Gorka Guruzeta y Maroan Sannadi. Porque de entrada sorprendió el planteamiento del técnico, que apostó por jugar sin un delantero centro específico en el once, pese a contar con dos, Maroan y Guruzeta, quienes arrancaron en el banquillo. En la alineación figuraron Unai Gómez y Alex Berenguer, una decisión llamativa cuando menos, lo que se tradujo, de paso, en no contar con ningún extremo en el banquillo. Una decisión que se entendió como una clara apuesta por la movilidad. Una fórmula que ya empleó ante el Celta y el Alavés, también fuera de casa, con resultado de victoria y empate. Frente a los colchoneros, sin embargo, no sirvió para rascar nada.

Lo cierto es que el Athletic acusó la falta de un referente en punta del mismo modo que echó de menos la figura de Sancet, un futbolista diferencial donde los haya. Se le intuyeron buenas intenciones al equipo, cierta movilidad, aunque se le vio espeso en los metros finales. Que Nico Williams no tuviera su mejor noche tampoco ayudó a que se generaran más ocasiones de peligro. Si a ello se le suma que Unai Gómez, un futbolista que es todo entrega pero al que le cuesta brillar ejerciendo en punta, pues las facilidades para un rival de categoría fueron quizá excesivas.

En ocasiones los entrenadores buscan tocar algo para agitar al equipo en citas como las de anoche. Y en líneas generales la cosa no estuvo mal, al menos en cuanto al juego y la imagen ofrecida, pero faltó algo más, no dejar al equipo sin un claro referente en ataque durante más de una hora.

La derrota contra el Atlético devuelve al Athletic a la tierra. Se le esfuma el sueño de pelear por LaLiga, palabras mayores dicho sea de paso, pero ahí sigue en la cuarta plaza. Su excelente racha liguera, con 16 encuentros sin perder, tocó a su fin en el Metropolitano ante un equipo que aspira a todo en las tres competiciones en las que sigue vivo. Caer era una opción, levantarse es obligado, que aguarda la Roma.

La cifra: 545

Ernesto Valverde se convirtió ayer, en la cita entre el Atlético de Madrid y el Athletic, en el cuarto entrenador que más partidos ha dirigido en la historia de LaLiga, con un total de 545. Txingurri rompió el empate con Víctor Fernández y tiene por delante a Miguel Muñoz (608), Javier Irureta (612) y Luis Aragonés (756).