Llega puntual a la cita en una mañana que se ha torcido por la lluvia. Pero nada le borra la sonrisa de la cara, ni siquiera pensar en que acabará empapado mientras se entrena bajo un aguacero.

Llegó hace tres años y medio a Lezama procedente del Bermeo. ¿Cómo recuerda ese salto?

—Jugué el primer año de juvenil en el juvenil del Bermeo y en el segundo año me subieron al primer equipo, pero nos pilló la pandemia del covid y solo jugamos unos pocos partidos. Lo haría bien, el entrenador de los mayores confiaba en mí y me llamó el Athletic. Aquí, en el juvenil, me costó adaptarme un poco al principio. Al principio de año no contaba con muchos minutos, pero tuve la suerte de acabar jugándolo todo. Al año siguiente subí al Basconia, que no fue una temporada tan buena e iba a repetir, pero me dieron la oportunidad de hacer la pretemporada con el Bilbao Athletic y me quedé. Y luego ya con el Bilbao Athletic fue bien y pude subir al primer equipo.

¿Cómo fue ese momento en el que le comunicaron que iba a fichar por el Athletic?

—Estando en el Bermeo en el juvenil ya vine a entrenar en tres ocasiones a Lezama. Y luego llegó la llamada, una carta y en casa no nos lo creíamos. ¡Mi ama se pensaba que era una broma! Y claro, yo estaba muy contento e ilusionado porque era algo que siempre había soñado desde pequeño.

Ahora que le ven en la tele, en casa ya se lo creerán, ¿no?

—Bueno… no tanto. Mi aita cuando me ve en la tele todavía flipa. Te estoy viendo en la tele, me dice. Le hablan de mí en la calle, le piden camisetas y sigue flipando. Íbamos juntos a San Mamés y veíamos todo eso como algo muy lejano. Ahora lo estoy viviendo yo desde dentro y disfrutando de cada instante.

Encima, siendo de un pueblo pequeño como Bermeo.

—Pues sí. Y en Bermeo se vive el Athletic muchísimo.

El suyo, tal y como ha expuesto antes, es un claro ejemplo de que hay que aprovechar las oportunidades cuando llegan.

—Se trata de eso, de aprovecharlas. No hay que dejar escapar las oportunidades. Cuando subí del Basconia al Bilbao Athletic yo tenía en mi cabeza que ese era mi sitio y que tenía que demostrarlo. Y luego con el saltó al primer equipo fue un poco parecido.

En principio solo iba a hacer la pretemporada con el Bilbao Athletic, y como entrenador estaba Carlos Gurpegi. ¿Tener la posibilidad de que le entrenara alguien como él también supuso un plus?

—Claro. Era un ídolo para mí. Una persona con una experiencia notoria, que sabe y nos enseñó mucho. A mí me ayudó mucho. Cuando estaba en el primer equipo y bajaba al Bilbao Athletic a jugar, ahí me ayudó un montón. Es una figura bastante importante en mi carrera.

Esa alternancia le llevó, en solo unas pocas semanas, a tener minutos en los cuartos de final de Copa contra el Barcelona, a tener que jugar frente al filial del Zaragoza ¿Cómo gestionó andar a camino entre el Bilbao Athletic y el primer equipo?

—Con la ayuda de la familia, de los amigos, de los compañeros, de los técnicos… Se trata de no creerte más que nadie. Yo sabía que mi sitio era el Bilbao Athletic y el resto que vino me lo tomaba como un premio. Creo que la clave para saber gestionarlo estuvo ahí. No creerme más que nadie, saber que mi sitio estaba en el Bilbao Athletic, pero a su vez, intentar hacerlo bien arriba para quedarme. Pero yo tenía en la cabeza que iba a bajar y que iba a tener que pelear por un puesto.

Lo que sí hacía era entrenar con el primer equipo. ¿Cuándo le notifican que iba a jugar con el Bilbao Athletic?

—Ernesto (Valverde) me lo trasladaba bastante pronto, la verdad. Antes de un partido contra el Alavés, por ejemplo, me lo dijo el miércoles. Era un partido importante para el Bilbao Athletic. Y me lo tomé bien.

Entiendo que agradecería esa sinceridad y que se lo comunicaran con tiempo.

—Claro, claro. Yo en todo momento he sabido lo que querían. No tengo ninguna queja.

Por todo lo que narra parece que tiene la cabeza bien amueblada. ¿Pero en algún momento le ha resultado difícil mantener los pies en el suelo?

—En algún momento sí lo piensas, porque has sido campeón de Copa, has vivido la gabarra desde dentro… pero los amigos y en casa han estado siempre detrás de mí para que tenga los pies en la tierra y no me crea más que nadie. En ese aspecto se me ha hecho bastante fácil.

Llegó al Athletic en edad juvenil, lo que parece ya como la última oportunidad, o una de las últimas. Nada que ver con alguien que lleva formándose desde alevines, por ejemplo.

—Cuando llegas tienes que luchar por el sueño de jugar en San Mamés. Y eso conlleva mucho trabajo, mucha exigencia y mucho compromiso.

Hace un par de meses, en una entrevista en Bizkaia Irratia, dijo que no esperaba jugar tanto. Ahora sigue sumando más y más minutos. ¿Qué tiene que decir al respecto?

—Nada… Qué voy a decir. Que estoy muy agradecido por las oportunidades que me están dando. Pero insisto en que no esperaba jugar tanto. A los jugadores que tengo por delante los veo como auténticos jugadorazos. Y jugar me hace estar muy contento.

¿No será entonces que usted también es un jugadorazo?

—Bueno… no sé. Si estoy jugando por algo será. Yo sigo siendo el mismo y voy a seguir trabajando para buscar más oportunidades.

De hecho, es el décimo en minutos en liga…

—Agradecido, como te digo.

En Europa sí ha participado algo menos. ¿Puede ser que Valverde quiera tirar de veteranía o no lo ve así?

—Yo creo que es más por rotación. Ya jugué 90 minutos contra el AZ Alkmaar, por ejemplo. Tenemos muchísimos partidos y tiene que gestionar bien el reparto para que estemos todos en la mejor forma posible.

La gente, desde fuera, le compara con Iñigo Ruiz de Galarreta. ¿Cómo se toma esa comparativa?

—Por un lado, muy positivamente. Galaxy es un jugadorazo, de lo mejor de la plantilla. Lo hace todo bien: controles, pases… Y es mi ejemplo a seguir. Pero por otro lado no me gusta que me comparen con nadie porque yo me veo muy lejos de él.

¿Ve semejanzas en su juego y el de Ruiz de Galarreta?

—Pues salvando las distancias y tal y como dice el míster, que el balón nos corre en los pies a los dos. Pero salvando las distancias siempre, porque a él le corre mucho más. Él es una locura.

Y rascan…

—Sí (se ríe). Nos gusta un poquito. A Beñat (Prados) también. A los tres.

Hay que ser agresivo.

—Sí, claro. Valverde nos pide que vayamos fuerte a los duelos y así tiene que ser.

¿Siempre ha sido tan intenso?

—Yo creo que sí. Siempre he ido fuerte a los balones divididos. Cuando no tienes altura y tampoco esa velocidad, porque no soy rápido, tienes que buscar otras cosas y esa intensidad en los duelos la tengo.

¿Dónde está su margen de mejora?

—En todo, la verdad. En ser más constante, porque algunas veces suelo tener unas desconexiones en los partidos que me cuestan pérdidas. También llegar más al área, que a veces me quedo un poco atrás. Diría que en todo en general, pero sobre todo en esas dos cosas.

Serán cosas de la falta de experiencia...

—Sí, supongo. Entiendo que será algo de la experiencia, porque poco a poco voy mejorando en eso también.

Antes ha comentado que a su aita le paran por la calle y le piden camisetas suyas. ¿Usted cómo lleva el hecho de que le reconozcan por la calle?

—Bien, bien. Yo, además, acabo de llegar y conmigo no se vuelven tan locos como con Nico o Iñaki. En Bermeo la gente es muy respetuosa y no he tenido nunca ninguna mala experiencia.

¿Vive aún con aita y ama?

—Sí. Vivo con ellos aún. No he encontrado el momento para irme.

¿Y se moverá de Bermeo?

—No, yo siempre en Bermeo. Estoy muy cómodo, lo tengo todo allí: mis amigos, mi familia, mi gente… Yo quiero quedarme toda mi vida en Bermeo. l