Athletic y Fenerbahce se verán las caras este miércoles por primera vez en competición oficial. El sorteo de la liguilla de la Europa League deparó el pasado mes de septiembre un novedoso enfrentamiento entre ambos conjuntos, cuya única relación directa hasta la fecha databa de un amistoso que disputaron durante la pretemporada de 2017 en Suiza y que se saldó con un pobre empate a cero. Un partido sin historia, de esos que pasan desapercibidos verano tras verano como un bolo más de la temporada estival.
Claro que de manera indirecta la relación entre bilbainos y turcos sí que ha tenido relevancia en la centenaria historia rojiblanca. Concretamente, una sanción impuesta al Fenerbahce en agosto de 2011 permitió que el Athletic de Marcelo Bielsa se clasificara directamente para la fase de grupos de la Europa League.
La Federación Turca, a instancias de la UEFA, impidió que el Fenerbahce representara a Turquía en la máxima competición continental después de que se investigara al conjunto otomano por amaño de partidos. Por los calabozos pasaron un buen puñado de futbolistas de aquella plantilla, que solo unas semanas antes de ser castigada, había conquistado la liga, la penúltima que figura en sus vitrinas.
Su condición de campeón se debió traducir en su presencia directa en la fase de grupos de la Champions, pero como consecuencia de aquellos supuestos amaños, la Federación Turca le expulsó durante dos campañas de los torneos continentales. Exigido por el máximo organismo del fútbol europeo, el presidente de la federación no dudó: o sanción al Fenerbahce o permitir que se investigaran otras supuestas infracciones de su estamento. Optó por lo primero, claro.
El Athletic supo de aquella sanción, que se hizo pública en la tarde-noche del 24 de agosto, en Estambul, la misma ciudad en la que se medirá mañana con el equipo que dirige José Mourinho y a donde viajó para no jugar once años atrás. Entonces, debía disputar el partido de vuelta de la última ronda previa de la Europa League frente al Trabzonspor, que por aquel entonces disputaba sus encuentros europeos como local en el estadio del Galatasaray. El rumor de la posible descalificación del Feberbahce llevaba horas rondando en el ambiente y se conoció finalmente minutos antes de la comparecencia ante la prensa de Bielsa. El argentino vino a decir algo así como que hubiera preferido obtener el billete continental sobre el verde, mientras que Josu Urrutia, que apenas llevaba un mes y medio como presidente, fue más pragmático y se congratuló porque jugar en Europa suponía un importante pellizco para las entonces delicadas arcas económicas del club.
Aquella andadura continental del Athletic, que arrancó con un 0-0 en San Mamés en la ida de la ronda previa frente al Trabzonspor, en el que fue el primer partido de Marcelo Bielsa en el banquillo, una cita que sembró muchas dudas, acabaría con el equipo disputando la segunda final de su historia en la segunda competición europea.
El regreso triunfal desde tierras turcas, con la clasificación bajo el brazo y sin haber tenido que jugársela en el todo o nada frente a un equipo más rodado, que venía de ser segundo en su liga y que había caído en la penúltima eliminatoria previa de la Champions frente al Benfica, le dio margen al Athletic para ir asumiendo las novedosas ideas del argentino. Aunque le costó carburar en liga y no estrenó su casillero de victorias hasta la séptima jornada, en Europa todo fue rodado, con partidos que perduran en la memoria colectiva, como el triunfo en Old Trafford o la sufridísima victoria en la vuelta de semifinales frente al Sporting de Portugal. Después llegaría la derrota más dolorosa de todas en Bucarest y ante un Atlético de Madrid que comenzaba una de sus épocas más doradas, si no la que más, de la mano de Diego Pablo Simeone.
A pesar de perder, el Athletic recuperó su nombre en Europa e inició una bonita etapa a la que daría continuidad Ernesto Valverde, con quien los leones conquistaron en 2015 la Supercopa para poner fin a 31 años de sequía. Sin querer, y sin poder imaginar lo que estaría por llegar años después, aquella sanción al Fenerbahce terminaría por cambiar parte de la historia del Athletic.