Una vez más y van muchas, el Athletic ha tenido que resignarse en su visita al Barcelona. Aunque el marcador pudiera dar a entender que se asistió a un duelo compensado, pues al final un solo gol ha separado a azulgranas de rojiblancos, la verdad es que en el cómputo global de méritos la superioridad del anfitrión ha resultado incontestable. A medida que ha avanzado el partido, el Barcelona se ha hecho más grande y ha acabado siendo intratable para un equipo desbordado en el plano físico a lo largo de una segunda mitad que ha podido desembocar en un resultado más contundente. Entre la madera y Padilla atenuaron la sensación de impotencia de los hombres de Ernesto Valverde, pero eso no bastó para que el trío formado por Raphinha, Pedri y Lewandowski exhibiera su repertorio y orientase el desenlace hacia el único lado posible.

Habría que analizar si las deficiencias, no solo físicas, observadas en el rendimiento del Athletic son consecuencia directa de un déficit de forma que ya asomó frente al Getafe o el problema radicó en que simplemente el Barcelona hizo valer su jerarquía.

Es probable que sea una mezcla de las dos cosas, pero de nuevo la imagen colectiva dejó bastante que desear. Y si la mirada se centra en las individualidades, pues tres cuartos de lo mismo: demasiados jugadores por debajo del nivel que se les presupone.

Al equipo se le vio sin confianza, excesivamente pendiente de lo que proponía el adversario, sin personalidad para generar con balón y muy apurado en la contención, faceta en la que volvió a sobresalir la figura del portero, a enorme distancia del resto.

Un Athletic, vulgar

En definitiva, ha comparecido un Athletic vulgar, sin gracia, poco sólido, que fue paulatinamente cediendo a la constancia de un Barcelona más práctico que vistoso, dedicado a ir minando la oposición rojiblanca con una meritoria labor entre líneas que le valió para sumar los tres puntos y no pasar apuro alguno a partir del descanso.

Sería debatible la justicia del empate que lucía al descanso, pero tampoco ha quedado claro que el Barcelona haya sido acreedor al 1-0. Sucede en ocasiones que no se sabe muy bien por qué, cualquier rival se ve por debajo en el marcador ante conjuntos poderosos como el de ayer o el Madrid y cuesta hallar argumentos que lo expliquen. En general, el primer acto dha discurrido equilibrado. Cierto que el anfitrión tuvo más tiempo la pelota, que ha cargado con la iniciativa y se anotó más llegadas al área, pero todo ello obedeció, más que a su inspiración, a que el Athletic no ha sabido explotar sus bazas.

Once de Valverde

La principal estaba cantada desde que se conoció el once de Valverde. La presencia de Iñaki Williams en punta, con su hermano y Berenguer en las bandas, estaba pensada para sorprender a la carrera, con balones al espacio.

La fórmula funcionó de forma esporádica debido a que el equipo careció del temple necesario para aprovechar sus turnos e incurrió con desesperante frecuencia en malas entregas o pelotazos hacia ninguna parte.

Tuvo serios problemas el Athletic para hacer daño a una estructura que no se distingue por su fortaleza, menos a campo abierto, pero es que para conectar con los delanteros alguien debe distribuir con criterio y una pizca de precisión. Cada vez que los rojiblancos pudieron correr, se comprobó que esa idea inicial tenía sentido, pero, lo dicho, eso ocurrió muy pocas veces, con Sancet desaparecido y los centrocampistas muy atareados en tareas defensivas.

Y si el Barcelona no se ve obligado a recular, pasa que poco a poco va sumando pases y, gracias a la calidad de sus integrantes, termina por hallar un resquicio por el que presentarse en zona de remate. Hubo dos aproximaciones previas al gol local, ninguna que supusiera riesgo para Padilla, de nuevo muy atento a todas las circunstancias del juego.

El Athletic ni siquiera se dignó a saludar a Ter Stegen y a la tercera fue la vencida: Yamal recogió en la frontal un despeje de Padilla y tras dos amagos chutó con la fortuna de que Lekue, en su intento por cortar el disparo, desvió hacia un poste haciendo inútil la estirada del portero.

Respondió Nico Williams con un centro cerrado al que no llegó Berenguer, pero con la ventaja el Barcelona se creció y a punto estuvo Lewandowski de hacer el segundo. Lo evitó la madera.

En la fase más crítica del encuentro hasta ese instante, urgía una acción que permitiese al Athletic meterse en la pelea. Había que interrumpir una tendencia inquietante. Y llegó, oportunísima. Pese a que tuvo que intervenir el VAR, una veloz transición culminada con un taconazo de Nico a Berenguer en el área chica provocó el derribo del segundo por parte de Cubarsí. Sancet ejecutó con maestría el penalti.

Vuelta a empezar, pudo pensarse entonces, pero no. El Barcelona apretó, movió mejor la pelota y empezaron a aparecer los desajustes y la premiosidad a la hora de combinar para que aquello no derivase en un monólogo. Los síntomas de cansancio para la hora de partido eran evidentes. Valverde recurrió a Unai y Jauregizar para insuflar aire, en vano.

Lewandowski ya había efectuado su segundo remate a la madera, cabeceando con absoluta comodidad un saque de falta. Poco después, Padilla realizó la aportación más sobresaliente de la tarde repeliendo un pepinazo a bocajarro del polaco.

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Sostener el empate en una dinámica tan negativa, con el equipo metido en su terreno persiguiendo enemigos todo el rato, hubiese requerido un milagro, una conjunción astral inédita. Así que cuando Lewandowski ha cobrado el premio a su destacada actuación a raíz de una acción ligada de Raphinha y Pedri, qué casualidad, nadie puso en duda que el Athletic regresaría de vacío a casa. Restaba un cuarto de hora largo, pero lo ideal hubiera sido que el árbitro pitase la conclusión tras el saque de centro.

BARCELONA: Ter Stegen; Kounde, Cubarsí, Iñigo Martínez, Balde (Min. 91, Gerard Martín); Raphinha, Bernal (Min. 83, Eric García), Pedri; Lamine Yamal (Min. 91, Pau Víctor), Lewandowski y Ferran (Min. 63, Fermín).

ATHLETIC: Padilla; Lekue, Vivian, Yeray, Yuri; Vesga (Min. 63, Jauregizar), Prados (Min. 78, Herrera); Nico Williams, Sancet (Min. 62, Unai Gómez), Berenguer (Min. 72, Adu Ares); e Iñaki Williams (Min. 78, Guruzeta).

Goles: 1-0: Min. 24; Lamine Yamal. 1-1: Min. 42; Sancet, de penalti. 2-1:Min. 75; Lewandowski.

Árbitro: Gil Manzano (Comité Extremeño). Mostró amarilla a Cubarsí y Bernal por el Barcelona, y a Yeray, Berenguer, Lekue y Herrera por el Athletic.

Incidencias: Partido de la segunda jornada de LaLiga EA Sports disputado en el Estadio Olímpico Lluís Companys de Montjuic ante 46.448 espectadores. Antes del partido, Fermín López recibió un homenaje por haber ganado la Eurocopa.