Enkarterri estalló en júbilo al terminar la tanda de penaltis que certificaba la consecución del título copero cuarenta años después. En aquella ocasión correspondió a Dani, nacido en Sopuerta y que creció en Güeñes, levantar el ansiado trofeo. Ambos municipios contaron con pantallas gigantes. En Zalla se sintió el calor de la afición con el vídeo grabado por asociaciones del municipio que se proyectó en las dos plazas elegidas para seguir el encuentro. Además, se lanzaron cohetes antes del partido y con el gol del empate. Al finalizar, por unos minutos el espíritu de una mascletà de las Fallas pareció invadir la localidad.

La ocasión lo merecía. “¡Hacía tiempo que no disfrutábamos tanto! recordaré siempre esta final”. Joseba Iraola vibró con el triunfo en un abarrotado frontón de Balmaseda. El campeón continental de carreras de montaña en categoría E2SC confió desde el pitido inicial hasta el final de la prórroga en que los leones saldrían victoriosos, pese a los precedentes de otras finales perdidas. Acostumbrado a manejar él mismo la presión competitiva, se ha grabado a fuego que “hay que remar siempre, hasta contracorriente, porque así se sacan adelante los desafíos”. La actitud derrotista “conduce a un pozo de muy mala salida”. A partir del empate “el partido se transformó y lo disfrutamos”.

Después de que Iker Muniain levantara el trofeo la fiesta se propagó por toda la villa, donde incluso la juventud recorrió el casco histórico haciendo sonar los tambores de la guardia romana con camisetas rojiblancas. “Aquí enseguida cogemos la lanza, el casco y lo que haga falta. En Balmaseda cualquier cosa que suceda cobra una repercusión impresionante, se agradece cómo la gente se vuelca”, ha señalado el piloto, que no podrá presenciar la salida de la gabarra porque “me coincide con una carrera de la Copa de Europa en Francia”. Unai Cid, integrante de la organización del Vía Crucis Infantil de La Magdalena, que se celebró el sábado coincidiendo con la final, recuerda que se desplazó a Bilbao en 1984, cuando tenía 8 años y “entonces también tocamos los bombos por las calles con una charanga”.

Javier Abaurrea ha madrugado para tocar su cuerno en la cima del Aitxuri. Javier Abaurrea

Con apenas “cuatro horas” de sueño, Javier Abaurrea ha cogido el coche a las seis de la mañana rumbo a Arantzazu para, desde allí, ascender a la cumbre del Aitxuri. Vestido con la camiseta del Athletic, ha hecho sonar su cuerno para conmemorar un día para la historia ya superados los nervios. “En los penaltis apagué la televisión de los nervios”, confiesa. Finalmente, ha podido cumplir lo que las derrotas en las finales consecutivas impidieron en 2021. De hecho, “en la de la Real Sociedad había preparado la mochila para la excursión y la tuve que deshacer”. Todo llega y “casi como predestinado porque, si te fijas, la multiplicación de las cifras de la altitud de la cumbre entre sí, 1.551, suman 25, que son muestras Copas”.