Aitor Paredes expone con soltura sus impresiones en torno a cuanto le ha tocado vivir desde el verano. Ha participado como titular en la inmensa mayoría de los partidos y es consciente de las dificultades que entraña ejercer de central en el Athletic. Subraya la importancia de aprender de los errores y cree que poco a poco ha ido elevando su rendimiento y demostrado que es una opción válida. Aunque sabe que aún necesita tiempo para acabar siendo un defensa completo.

Partido lleno de atractivos para inaugurar el año en San Mamés.

—Sí, la verdad. Un derbi siempre es algo bonito y, personalmente, nunca he jugado uno como titular. Tengo muchas ganas de estar desde el principio en el campo.

Al menos, esto lo tiene asegurado.

—Me imagino que jugaré, es lo que vengo haciendo últimamente y me encuentro bien.

¿Tiene alguna duda?

—Bueno, tengo confianza en que el míster me pondrá.

¿Al margen de por la identidad del rival, cuál es el valor de este partido?

—Más que el hecho de que sea la Real, hay que mirar a la clasificación. Ahora le sacamos seis puntos, ganando serían nueve, lo que ya es una ventaja significativa para lo que queda de campeonato. Si ganamos no es que vayamos a relajarnos, pero seguro que estaremos más tranquilos. Es normal que haya una gran expectación.

A fecha de hoy, la Real aparece como el rival más directo del Athletic, por no decir que casi el único de los que se sitúan por detrás.

—Ya. Pero, aunque en la primera vuelta le hayamos sacados seis puntos, eso no quiere decir que en la segunda la Real no lo vaya a hacer mejor. Y lo mismo podría decirse del Betis. La liga está muy competida, hay igualdad y los equipos estudian cada partido al milímetro.

Qué valoración haría de la Real o qué es lo que destacaría.

—Por lo que se ha visto estos años, tiene una plantilla muy completa, de nivel alto, con muchos internacionales. También conozco a unos cuantos jugadores de enfrentarme a ellos en categorías inferiores. Han demostrado lo que son tanto en la liga como en competición europea y hay que tenerles respeto.

Para usted, que juega de central, acaso sea llamativo que este año la Real no tenga un delantero definido, aunque en nómina figuren hasta tres.

—Sí, ninguno, ni Sadiq, ni André Silva, ni Fernández, está teniendo mucha participación, sobre todo por las lesiones. Sin embargo, el equipo sigue jugando muy bien y ganando muchos partidos. Cada jugador da unas cosas y contra nosotros Imanol pondrá el que crea que le puede dar. Desde luego que lo centrales no estamos más tranquilos porque no haya un nueve claro.

El derbi le pilla en un buen momento.

—No he jugado este derbi antes y mi mejor momento es este. Me siento más cómodo a cada partido que pasa, mejor adaptado. No me relajo, pero siento que juego con más confianza, sobre todo con balón, porque la faceta defensiva es algo más táctico, algo que está muy trabajado. Estoy cada vez mejor y creo que también se notará desde fuera.

Era el tercer central en el escalafón y ha tenido que jugar casi la totalidad de los minutos.

—Tienes razón. Partía como tercer central, por detrás de Yeray y Vivian, que tienen más experiencia que yo, pero la lesión de Yeray ha hecho que entre en el equipo y estoy muy contento por cómo me ha ido. En algunos partidos no he estado como me hubiese gustado, lo sé, pero en general estoy satisfecho.

Acabó la campaña anterior jugando de seguido y ahora es un fijo, pero menuda diferencia entre lo que está viviendo ahora y lo que le tocó antes del verano.

—El año pasado no terminó como queríamos. Yo creo que en cuanto a juego no estuvimos mal, pero los resultados no acompañaron. Recuerdo partidos como el del Elche, en que el balón no quería entrar. Tuvimos problemas para hacer goles y este año el equipo está muy bien en este sentido.

¿Qué conclusiones extrajo de esa experiencia?

—Me sirvió para darme cuenta de lo que supone jugar en Primera y en el Athletic. Comprobé la presión que existe, lo que se nos exige. Me vino bien. De antemano pensaba en ello, pero no lo había vivido desde dentro. Fue duro porque no conseguimos lo que perseguíamos. Me sirvió para afrontar este año con otra perspectiva.

En agosto declaró que le estaba costando, que los partidos se le hacían largos y aludió a que la pretemporada había sido “rara”.

—En verano estuve en la Eurocopa y luego solo tuve dos semanas de vacaciones. Llegué a la liga con menos preparación y lo acusé, terminaba con calambres. Con el tiempo vas cogiendo el ritmo que necesitas.

Ha comentado el asunto del acierto rematador a modo de mejora más significativa en el comportamiento del equipo.

—El gol es lo que más se ve. Mira en Ipurua: tres llegadas, tres goles. Y sin hacer un fútbol vistoso. Ahora hay partidos donde el empate parece inevitable, pero metemos y ganamos. Partidos que el año pasado se nos escapaban. Esta es la diferencia, que puntuamos de tres en tres con mucha frecuencia.

Y a lo que se ubican más próximos al área propia, esa puntería tan afinada les beneficia directamente.

—Está claro, si los de arriba meten dos, nos podemos permitir el lujo de encajar uno. Cuantos más se metan, más fácil será todo. Ver desde atrás que la gente de ataque cree en lo que hace y está acertada es una maravilla. Además, nos ayudan muchísimo con la presión en campo contrario, los rivales nos llegan medio muertos. Es una gozada ver disfrutar a los de arriba.

Y por si acaso, siempre cuentan con el comodín del portero.

—Está muy bien. Con el trabajo que hacemos en conjunto, me parece que a los rivales no se lo ponemos fácil, pero Simón siempre está enchufado, le llegarán menos, pero él para las que hay que parar.

Y habla.

—Sí, ya lo creo que habla. Nos ayuda mucho, él está viendo el juego desde una posición privilegiada y nos va diciendo cómo se mueve o dónde está cada delantero, nos manda adelantar la línea… En fin, nos da una información que facilita mucho el trabajo.

Un detalle que refleja su crecimiento sería el de las tarjetas. Se cargó pronto con cuatro, casi todas evitables, y, luego, en nueve partidos no le han sacado la quinta.

—Sí, me cargué con cuatro al principio, muy rápido, mayormente por agarrones. He intentado no hacerlos más, con mejor colocación y más atención. Salir a jugar con cuatro tarjetas hace que vayas con el culo prieto en cada jugada. Lo tengo como una asignatura que aprender y pienso que lo estoy logrando. En adelante, me amonestarán alguna vez, pero no será como en los primeros partidos.

Si tuviera que escoger algún partido de esta temporada, con cuál se queda.

—Más que por una cuestión mía, personal, por la sensación de disfrute que hubo, ninguno como el del Atlético de Madrid.

Quizá el mejor de todos, por juego y por la victoria.

—También elegiría el momento en que Unai metió el gol contra Las Palmas, en el tiempo añadido. Estos dos partidos los viví como si estuviese en la grada, como cuando venía a San Mamés con los amigos, marcaba Aduriz y empezábamos a agarrarnos y a saltar de alegría. Esa sensación tuve otra vez en estos partidos que digo, contra Las Palmas, metió Unai y me tiré al suelo, era la misma emoción que conocía de haber vivido el fútbol desde la grada.

Pero ahora le toca estar sobre la hierba, debe ser muy distinto a aquello.

—Sí, estás abajo, pero sabes que en la grada tienes a tus padres y a los amigos. Ellos están viviendo lo mismo que yo en el campo, están locos de contentos. Como yo desde mi sitio.

Aseguró que con tres centrales en la plantilla, bastaba, siempre que estuviesen disponibles.

—Hablé y parece que fui gafe.

Lo cierto es que se están arreglando con dos nada más, pero se antoja un planteamiento un tanto precario.

—Por eso dije que estando sanos los tres podía bastar, pero cualquier sanción o infortunio, lo complica todo. Por suerte, con Yeray de baja no ha habido más contratiempos, Vivian y yo hemos podido jugar todos los partidos. Tampoco es tan fácil prever las cosas porque habría que tirar de juventud y la posición de central reclama experiencia. En la defensa, cualquier error se paga caro. Bueno, a mí me ha tocado entrar y jugar de continuo con 23 años.

Pese a que acumule más temporadas, Vivian tampoco es un veterano precisamente.

—Sí, ha coincidido que jugamos uno de 24 y otro de 23. Esto supongo que habla bien de Lezama y es una buena noticia para el Athletic. Con las edades que tenemos, significa que podemos aguantar unos cuantos años y que mientras podrá ir saliendo más gente.

Ya que hablamos de Vivian y de experiencia, él transmite la imagen de ser un jugador hecho, curtido.

—Él es así. En el campo, le miras y le ves derecho como un palo, muy serio. Como si estuviera ya para retirarse porque tiene 35 años. No es algo que sea de cara al público, es su personalidad, es serio, muy correcto, parece más viejo. Lo mío no es para tanto. Soy responsable y le doy importancia a las cosas, pero también intento pasármelo bien. Seguro que él hace lo mismo, pero me gusta reírme más, vacilar.

Entonces, son caracteres complementarios.

—Me entiendo muy bien con él. Somos distintos. Vivian está tan concentrado, tan metido en el juego, que arregla las papeletas de los de alrededor. Verle tan puesto, te aporta tranquilidad. Llevamos muchos partidos juntos y ese roce influye mucho en la comunicación.

Será consciente de que la reaparición de Yeray se acerca y ello podía afectarle directamente.

—Que vuelva será bueno para el equipo. Seguro que el míster está contento con nosotros y también con que Yeray vuelva porque es un central que perfectamente podría ser internacional. Los tres hemos demostrado que estamos capacitados para jugar y el marrón es para el míster.

Pase lo que pase, usted ha aprovechado este largo turno para aprender y asentarse.

—El hecho de ser tan joven tiene de bueno que por delante queda mucho que vivir y es verdad que de los errores se aprende. Hay algunos que espero no cometer más. Creo que todavía me falta tanto defensivamente como con el balón. En esto segundo, que me parece lo más difícil, pienso que he ido progresando en estos años en Lezama.

Ya se ha referido antes a lo de sacar el balón limpio desde atrás.

—Es que es manejar bien el balón es la parte más difícil porque tienes que ver el juego, entender lo que está pasando, las superioridades, cuándo soltarlo. Es algo que he visto desde pequeño y he ido interiorizando. Es lo que marca la diferencia entre un central bueno y otro normal. Los centrales del City están ahí porque, aparte de ser contundentes, juegan muy bien el balón. En equipos sin tantas aspiraciones, igual vale con ser expeditivo en las disputas. Ser completo, minimizar limitaciones, responder en todos los aspectos es lo que me gustaría lograr.

En alguna oportunidad ha sido utilizado como lateral.

—Me podría amoldar, pero no tengo la tralla de Yuri, Lekue o De Marcos, ni sus recursos con balón.

¿De chaval, también era central?

—He sido central desde que estaba en el Etorkizun, el equipo de Arrigorriaga, mi pueblo. También alguna vez me pusieron de medio centro, incluso en el Bilbao Athletic con Etxeberria, pero no es ni parecido a ser central. Lo más difícil que hay en el fútbol es tener visión periférica, tener la capacidad de ver todo lo que pasa alrededor, jugar de interior como hace Sancet, con su forma de recibir, girarse y salir jugando. El defensa lo ve todo más de frente.

Para acabar: va a tener suerte y en su segundo año, el equipo se va a meter en Europa.

—Ojalá. Aspiramos a eso. Parece que este año todo sale mejor, trabajamos para ello. No queremos que esto pare, somos conscientes de la ilusión de la gente. Todos estamos deseando que entre semana haya partidos europeos en San Mamés.