La cosa marcha y es difícil sustraerse a la tentación de echar un vistazo a la tabla. Ese termómetro que ahora, con solo cinco jornadas recorridas, conviene relativizar. Viaja el Athletic en el primer vagón, precedido por los aspirantes al título, gracias al impulso que otorgan tres victorias y un empate. La única derrota ni se contabiliza, forma parte del decorado fijo de la liga. Bien es cierto que ese día, como jugó muy por debajo del nivel que se le presupone, el equipo alimentó el escepticismo del personal, que aún no ha olvidado la flojera que deslució la campaña precedente. Luego llegó la reacción, cifrada en diez puntos, todos muy merecidos salvo el del empate en Son Moix, un pequeño lunar en medio de las alegrías.

Colocarse en plaza de Champions tan pronto quizás sirva para apaciguar a los más ansiosos y colmar a quien se abona al cortoplacismo, pero en realidad merece celebrarse porque en el casillero ha entrado ya la quinta parte de lo conseguido durante el curso previo. Eso no hay quien lo mueva. La cuestión, tratándose de un campeonato tan largo, estriba en saber rentabilizar esa inercia positiva y es aquí donde el Athletic debe demostrar que ha evolucionado y está en condiciones de ser competitivo. Pero de verdad, hasta el mes de mayo.

A este respecto, conviene repasar la última experiencia vivida con Ernesto Valverde al mando. También entonces contaba con diez puntos el Athletic después de cinco encuentros. Fue capaz incluso de ganar los dos siguientes y encadenar un empate. Es decir que se plantó en la octava fecha con 17 puntos siendo tercero. Con el tiempo se demostraría que la benevolencia del calendario fue la clave del magnífico arranque. En cuanto el cartel de los rivales elevó la exigencia, el proyecto empezó a resentirse.

Al principio de una manera discreta, alternando resultados de todos los colores, hasta el paréntesis provocado por el Mundial. Tras el mismo, nada fue igual. Fue a peor. Especialmente sangrante fue el balance relativo a los compromisos que decidirían el reparto de plazas continentales, con el equipo ahogado, seco.

El aspecto diferencial de lo que ocurre ahora radica en que el Athletic ha resuelto favorablemente duelos que hace un año se le atragantaron, el de El Sadar o frente al Betis en San Mamés, donde acaba de enlazar dos triunfos, acaso la mejor noticia de todas. Sin responder en casa no cabe albergar esperanzas. Por mucho que se puntúe de viaje, no hay negocio. El objetivo propuesto por el club cobra sentido a partir de una alta fiabilidad en campo propio. Lo saben de sobra los profesionales y los aficionados. Así que no es de extrañar el júbilo con que se recibieron en las gradas ese par de actuaciones.

Ambas entrañaron su dificultad. Contra el Betis, rival teóricamente directo, planeó la sombra del desastre como consecuencia del 0-2 que a los diez minutos reflejaba el marcador; contra el Cádiz asomaron durante más de una hora los fantasmas de tantas tardes presididas por el esfuerzo baldío. Bueno, pues el Athletic logró borrar la negatividad que iba calando en el ánimo. Aferrado como acostumbra a la insistencia, sacó a relucir una pegada contundente: cuatro y tres goles para transmitir un mensaje revitalizador, balsámico.

BAJAS Y MÉRITOS

Tampoco se ha de pasar por alto que a Osasuna se le tumbó con rotundidad (0-2), pese a disputar la media hora final en inferioridad debido a la expulsión de Sancet. Otros detalles a considerar serían que el citado faltó ante el Betis y que Nico Williams se perdió el cruce con el Cádiz por lesión. Ausencias de este calado no han impedido que el bloque respondiese. Nadie se ha acordado de que faltaban quienes supuestamente poseen los mejores argumentos para desequilibrar.

No es tontería que el Athletic cumpla sus obligaciones sin el concurso de las figuras más emergentes y cotizadas que reúne en la actualidad. Quiere decir que cuenta con una gama de recursos que trasciende a la aportación de los hombres llamados a establecer diferencias. Similar comentario sería extensible a la defensa: Vivian y Paredes, con mayor o menor brillo, se las han arreglado para cubrir la baja de Yeray. Se ha notado que Paredes está verde, como corresponde a un central con una veintena de partidos en la élite, pero la estructura lo ha compensado y Simón no ha recogido balón alguno de su red en tres citas.

Y en el capítulo de destacados, no cabe obviar el fácil encaje de Galarreta. Se aprecia que le cuesta sostener el elevado ritmo característico del equipo, pero es una garantía en la distribución, con un fútbol muy elemental (bien ejecutado el fútbol es elemental) se encarga de relacionar las líneas entre sí y transmite una enorme confianza en su repertorio.

Asimismo, se ha de nombrar a Guruzeta porque goles son amores. Aunque lo suyo no sea pegarse con los defensas, imponerse en el cuerpo a cuerpo o irse por velocidad, tres chicharros le distinguen y premian su sacrificio. Pero por encima de todos asoma Iñaki Williams, que está combinando la potencia física que habitualmente desarrolla con una relación más fluida con el gol, sea suyo o ajeno. Seguro que la está gozando.

La cifra

10

Son los puntos que suma el Athletic tras las cinco primeras jornadas de liga (tres victorias, un empate y una derrota), lo que le permite colocarse en la tercera posición de la tabla, igualado con el Girona, que juega hoy en Granada.