La lista de defraudaciones vividas en San Mamés durante la temporada anterior ha inspirado los análisis y reflexiones previas a la visita del Betis, que por cierto fue uno de los que sacó tajada. Ayer mismo, Ernesto Valverde fue interpelado al respecto. Tocaba referirse a ello ahora pese a que quince días atrás el Athletic ya hizo de anfitrión. Entonces se habló de otras cuestiones porque el cruce con el Madrid recibe un tratamiento diferenciado y, por su dificultad intrínseca, es como si no computase en las estadísticas negativas. Tampoco es que el conjunto de Manuel Pellegrini sea pan comido, pero entra en el mismo saco que el resto de las citas ligueras que acoge La Catedral.
Más que una consigna con vistas a mejorar el último balance liguero, la rentabilización del factor campo no deja de ser la aspiración de cualquier club. La tradición dice que el Athletic siempre ha observado esa regla natural de ganar mucho ante su gente. Pero esa tónica ha cambiado en Bilbao y en los demás sitios. En parte porque la evolución que ha experimentado el fútbol moderno tiende a igualarlo todo. Resulta obvio que hoy en día los estadios se parecen demasiado entre sí, empezando por las condiciones del césped, o que la televisión registra todo minuciosamente, tanto que el recurso de la intimidación (al árbitro y al contrario) se ha diluido, aunque esté en boga el diseño de gradas expresamente orquestadas para hacer más ruido.
De momento aquí no se percibe el efecto de esta moda pretendidamente beneficiosa: la trayectoria como local del Athletic de Valverde supuso un lastre en el campeonato anterior. El equipo solo resolvió ocho citas, acumuló idéntico número de reveses y cedió tres empates. No hace falta pues enunciar cuál es el objetivo, el reto, para la campaña vigente en este apartado concreto que engloba la mitad de los puntos en juego.
La presencia del cuadro sevillano, convertido en un asiduo en torneos continentales, augura un encuentro duro. Maneja el Betis diversos registros y acostumbra a priorizar la posesión como baza para imponerse. Incluso en ausencia de Fekir y de Canales, Pellegrini cuenta con centrocampistas muy capaces de pedir la pelota y hartarse de trazar pases y conducciones. En este sentido, el fichaje de un Isco al que se daba por acabado es significativo. Cierto que el técnico chileno le conoce muy bien de su etapa en el Málaga, pero la operación es reveladora.
Puede que al Athletic no le preocupen tanto los porcentajes de posesión, dado que intenta desarrollar otros conceptos, en especial la intensidad, el ritmo y la agresividad sin pelota. Bazas que bien aprovechadas pueden ser muy válidas para hacer daño a este Betis que, pese a lo dicho, no es un grupo amanerado y reúne varios futbolistas de pierna fuerte: Pezzella, Guido, Ruibal, Guardado o Luiz Felipe.
La ausencia de Sancet aparece como una pega considerable. La identidad de su sustituto se presta a la especulación. Muniain se perfilaría como el recambio previsible si no fuese porque no intervino en El Sadar y Unai Gómez ocupó esa demarcación ante el Madrid. Cabe asimismo que Valverde opte de salida por cargar la mano en la zona ancha y recurra a Herrera (Dani García es menos probable porque, al igual que Yuri se estrena en una convocatoria), opción que adelantaría unos metros la posición de Galarreta.
Por lo demás, la lesión de De Marcos le abre la puerta a Lekue e Imanol repetirá en la banda izquierda, con Vivian y Paredes, únicos disponibles, en el centro. La duda en la zona ancha ya comentada, donde Vesga y Galarreta gozan de preferencia en este inicio de curso. La presencia de los hermanos Williams arriba se da por descontada y quedaría por descubrir si el mayor actúa de delantero o escorado a la derecha. En la primera opción habría espacio para Berenguer y si no, Guruzeta apunta a ejercer de ariete, viene de marcar ante Osasuna y las otras alternativas (Raúl García, Villalibre o Martón) han permanecido en segundo plano.