“Obras son amores, y no buenas razones”. Para el caso que nos ocupa, el Athletic y su circunstancia, obras es sinónimo de puntos, mientras que el término razones sería un saco donde cabe todo lo demás. La obligatoriedad de sumar y de hacerlo con una frecuencia superior o muy similar a la registrada en el comienzo del campeonato, el tramo más fructífero del curso, es lo único que de verdad importa en lo que resta de calendario. Lo ocurrido en el RCDE Stadium sería el primer paso.

A este triunfo se le otorga un valor singular porque se consideraba que dicha cita, además de su reflejo en la clasificación, iba a medir la estatura del equipo. Esto es, su capacidad para enterrar la eliminación de la Copa y competir como corresponde a un aspirante a plaza continental. Parece que la nota obtenida el sábado avala la lectura de Ernesto Valverde: “Estamos vivos”. Y se congratulaba de la reacción de su tropa cuatro días después de recibir el disgusto.

Cierto que la sensación se obtiene de un encuentro donde el rival ofreció inequívocos síntomas de descomposición, pero ello no obsta para reconocer que los rojiblancos realizaron un trabajo eficiente, orientado en todo momento a asegurarse el resultado que necesitaban. No se pedía ni más ni menos: una actuación seria que corroborase el pronóstico. Al superior potencial propio se sumaba la situación del Espanyol y su patético balance como anfitrión: trece puntos sobre 42 posibles.

Ahora quedan diez jornadas por celebrarse y el Athletic figura en una posición que podría calificarse como adecuada para aspirar al objetivo propuesto en verano. Claro que podía ser mejor, basta con revisar sus resultados desde enero para comprobarlo, pero a pesar de ello puede ser suficiente para saldar con éxito el esprint final. Eso sí, en adelante se dispara el precio a abonar por cada error, dado que los márgenes para reaccionar se comprimen de forma irremediable.

La temporada pasa por asegurar un acopio de puntos considerable. Hacer los deberes permite dejar en un segundo plano lo del resto. Por supuesto que cuentan los marcadores ajenos, sobre todo de los conjuntos que le anteceden, no tanto los de quienes están por detrás. Siempre que el Athletic cumpla con su parte, se entiende. En este sentido, la última victoria supone recortar en dos puntos la distancia respecto a las plazas de Europa League gracias a la inesperada derrota del Betis en su campo frente al Cádiz. Es el ejemplo práctico más a mano del significado de hacer los deberes.

Y tiene pinta de que Valverde va a refrendar la apuesta de juntar a Dani García y Mikel Vesga en la zona ancha. Es la tónica que se percibe de un tiempo a esta parte. Esta fórmula apenas asomó en la primera mitad del calendario; de hecho, antes de enero únicamente fue empleada en la visita al Betis (0-0). Desde mediados de febrero, en cambio, ha sido la preferida por el técnico en cinco partidos de los nueve disputados. Cuatro lejos de San Mamés, con dos victorias y dos derrotas por la mínima. El quinto fue la visita del Barcelona (0-1).

MÁS SOLIDEZ

El paulatino protagonismo de esta pareja no es casual. A estas alturas del curso se interpreta como un remedio para compensar las patentes limitaciones en ataque. Si el gol propio es un problema permanente y está en el origen de muchas de las frustraciones que genera el equipo, dotar de mayor solidez a la estructura se convierte en una vía para evitar disgustos, léase el gol ajeno. Valverde se ha visto en la tesitura de variar sus preferencias, aquellas que promovió al principio y repitió en alguna fase posterior de manera esporádica, ante la evidencia de que se han ido perdiendo muchos puntos en el camino.

Y no admite discusión que se trata de opositar a la máxima puntuación de aquí a junio o Europa continuará siendo un sueño. Tampoco extrañaría que el citado dúo comparezca ante la afición en según que compromiso, pero la cosa tiene visos de asentarse en los desplazamientos. Si funciona, por qué no. Todos los puntos valen igual y las estadísticas indican que el rendimiento del Athletic no varía en exceso en función del escenario. Sin olvidar que le esperan cinco encuentros en casa y otros cinco fuera.

Hasta la fecha, ha jugado el mismo número de partidos fuera y en casa, catorce, y el rendimiento es prácticamente idéntico: 21 puntos en San Mamés y 19 de viaje. El dato se presta a diversas lecturas, pero de entrada pone en cuarentena la trascendencia del factor campo. Una realidad que contradice previsiones o expectativas creadas con la inauguración de la grada de animación y los datos de asistencia, por encima de los computados en años previos. Aparte de esta cuestión, el saldo en campo propio resulta escaso y explica que el Athletic se vea forzado a firmar un gran final de liga para no terminar varado en tierra de nadie.

EL MARTES, SESIÓN EN SAN MAMÉS

El sábado, derbi ante la Real. La primera plantilla del Athletic regresará mañana al trabajo tras disponer de dos días libres después de imponerse el sábado al Espanyol en el RCDE Stadium gracias a dos goles de los hermanos Williams. Tal y como sucedió el pasado 2 de enero, el conjunto rojiblanco se ejercitará en San Mamés a puerta abierta. Aprovechando las vacaciones de Semana Santa, se espera que se den cita en ‘La Catedral’ un elevado número de aficionados, que esta temporada han tenido muy pocas opciones de ver en directo los entrenamientos de su equipo. El resto de sesiones de una semana que vivirá su punto álgido con la disputa el sábado del derbi ante la Real Sociedad se desarrollarán en Lezama a puerta cerrada.