Partidazo este sábado en San Mamés. Athletic y Rayo Vallecano han brindado un espectáculo de nivel, con dos mitades dispares en su desarrollo, casi opuestas, siendo el cuadro local el que ha extraído el mayor beneficio. Gracias a una capacidad de reacción impresionante, con un fútbol eléctrico, imparable, que le ha permitido minimizar el arranque visitante y amasar una jugosa ventaja que a la postre se ha revelado menos cómoda de lo previsto. Pero válida para sumar los puntos y, de paso, mostrar la idea que Ernesto Valverde pretende implantar en su tercera etapa en el club. No menos meritoria ha sido la apuesta del conjunto de Andoni Iraola, que únicamente se ha plasmado con nitidez cuando sus opciones parecían nulas. Contra el reloj y el marcador, el Rayo ha multiplicado sus prestaciones, ha gobernado y salpimentado el encuentro con generosas dosis de incertidumbre y emoción, angustia desde la óptica de un Athletic que ha terminado pidiendo la hora.

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Las imágenes del Athletic - Rayo Vallecano Oskar M. Bernal | Juan Lazkano

Describir el juego del Rayo bajo la dirección de Valverde o el del Athletic con Iraola en su banquillo, se queda en un hablar por hablar. Quizá lo segundo sea realidad algún día; complicado, lo primero. Adjudicados los roles de profesor y alumno a partir de su dilatada convivencia, uno como técnico y el otro ejerciendo de lateral, resultaba tentador hallar similitudes en su concepción del fútbol. Y sencillo: ambos prefieren mirar hacia adelante, rehúyen el conservadurismo. Por sus personalidades, sería extraño que reprimiesen el instinto ofensivo de sus hombres, que les obligasen a jugar encorsetados.

Hace un año el Rayo ganó en Bilbao porque quiso la iniciativa. Supuso la primera derrota del curso para un Athletic que, pese a puntuar en cada jornada, disfrutaba poco aferrado al plan de Marcelino, quien además ese día desfiguró su once tipo. Este sábado se ha asistido a un pulso más sugerente. Bastante más. La consigna prioritaria ha sido común en ambas casetas: buscar el triunfo sin rodeos. La cosa iba de a ver qué equipo imponía su ley. En el caso del Athletic había un aliciente extra, pues aspiraba a adecentar el balance casero justo a costa de un enemigo que suele ir de cara y genera desequilibrios en sus posesiones. Y se ha salido con la suya, si bien el primero en golpear ha sido el Rayo, favorecido por un grave error de Iñigo Martínez.

Las imágenes del Athletic - Rayo Vallecano Oskar M. Bernal

Acaso dicha circunstancia, verse sorprendido a las primeras de cambio, fuese lo que ha activado la propuesta local hasta límites insospechados. En adelante, el Athletic se ha convertido en un vendaval, un torbellino que impulsado por las piernas de los hermanos Williams ha certificado una voltereta espectacular. Media hora de auténtica locura, con la colaboración del oponente, en el buen y en el mal sentido para sus intereses. Han querido los de Iraola ser fieles a su imagen, lo han sido en sus turnos de posesión, pero se han visto absolutamente desbordados por la ambiciosa actitud de un Athletic que ha destrozado a la zaga madrileña sin piedad. El ardor, la velocidad con la que se ha empleado ha martirizado a Lejeune y compañía. Los puntas penetraban como cuchillos, intercambiaban posiciones sin que sus pares pudieran detectarles.

La ofensiva ha tenido además la oportuna colaboración de Munian y Sancet, ambos despiertos y ágiles para lanzar balones al espacio e impedir que la presión avanzada del Rayo surtiese efecto. Consecuencia del despliegue ofensivo, las llegadas se han acumulado , casi todas peligrosas, muy profundas. Ha habido más aportaciones a reseñar, así Dani García fue quien ha habilitado a Iñaki Williams con un servicio largo para que este pusiera la igualada. Habían pasado diez minutos desde que Camello le robase la cartera a Iñigo y Óscar Trejo inaugurase el marcador.

Era el cuarto intento en el área de Dimitrievski. Ha habido muchos y con un índice de acierto elevado. Han entrado tres, pudieron entrar cuatro más. El Rayo ha replicado , no se ha acobardado, aunque su peligro ha sido incomparable, en cantidad y calidad. El participativo Isi ha probado varios remates, uno repelido por la madera. No obstante, el Athletic por momentos ha arrasado. Vibraba la afición, feliz ante el alarde ofensivo de un Athletic que se ha desenvuelto a un ritmo increíble, excesivo para el contrario. El resultado al descanso, con las contribuciones estelares de Sancet y Nico Williams, premiaba la versión más vistosa del equipo de Valverde en lo que va de temporada. En pura teoría, lo realizado debía ser suficiente para liquidar al Rayo, pero está demostrado que no hay margen para la tranquilidad en San Mamés.

Las imágenes del Athletic - Rayo Vallecano Oskar M. Bernal/ Juan Lazkano

Afloraron el orgullo y la valentía de un Rayo que pasó de vivir un infierno a erigirse en dominador del segundo tiempo al completo. El panorama ha dado un vuelco. Control visitante, dominio territorial y la pelota en su poder. Al Athletic le ha tocado asumir un papel que ha puesto a prueba su solidez. Metido, empujado en realidad, en torno a su área, ha consumido un montón de minutos en disposición defensiva. La confianza de la tropa de Iraola ha subido como la espuma, a pesar o precisamente porque Muniain no ha acertado a darles la puntilla en las dos únicas aproximaciones claras a los dominios de Dimitrievski.

Los sustos han empezado a rondar a Unai Simón, batido por Camello a la hora de partido. La acción ha sido anulada por fuera de juego, era la cuarta ocasión en que un balón en la red no cobraba validez, dos por bando. El movimiento en los banquillos nada ha alterado . Continuó porfiando el Rayo hasta que Falcao ha emulado a aquel ariete de los traspasos multimillonarios con un escorzo que ha dejado a Iñigo y al portero con el molde. Restaban aún diez minutos y el añadido. Ya no ha habido más sobresaltos, sí el lógico nerviosismo que ha producido comprobar cómo el Athletic se ha tenido que limitar a defender una victoria que costará olvidar.