El jueves 25 de agosto, Yuri Berchiche se mostraba encantado en la sala de prensa de Lezama. Había dejado atrás un largo período marcado por las lesiones y por fin iniciaba una temporada disponible desde el primer día. Venía de jugar las dos jornadas previas. “Me siento mucho mejor mental y físicamente”, declaraba, feliz por el hecho de completar la pretemporada junto al grupo. Solo 48 horas después, el club comunicaba que el lateral zurdo sufría “una talalgia en su pie derecho que le impide entrenarse con el grupo”. No intervino en los dos encuentros siguientes y sigue entrenando por su cuenta. Su participación en el partido del domingo frente al Elche parece difícil.

A expensas de conocer cuál es el alcance de este nuevo contratiempo, Yuri vuelve a verse inmerso en una dinámica negativa, donde ha ido enlazando problemas de pubis, de índole muscular y de talón. También se vio afectado por el bicho durante la pandemia. Resultado: un cúmulo de bajas que ha lastrado de manera considerable la trayectoria de un futbolista cuya valía no está en cuestión, si bien la misma no ha acabado de obtener el reflejo consiguiente. “Pasé dos años muy malos que jamás pensaría que los iba a pasar”, confesó para luego manifestar que su único objetivo ahora era “tirar hacia adelante”.

Pronto se cumplirá un año del anuncio de su renovación de contrato, que prolonga el vínculo con el Athletic por dos campañas, hasta 2024. Un plazo suficiente para resarcirse a título personal del infortunio relatado y recuperar su mejor versión, la que no ha llegado a ofrecer con continuidad desde que fuera captado del Paris Saint Germain en julio de 2018. Entonces, vivía su apogeo. Un rendimiento extraordinario en la Real Sociedad despertó el interés de la entidad gala. Luego, con el dinero ingresado por la marcha de Aymeric Laporte al City, el Athletic se hizo con los servicios de Iñigo Martínez y del propio Yuri pocos meses más tarde.

En su primer curso en San Mamés se erigió en el futbolista más utilizado de la plantilla, pero se notó que le costaba amoldarse al estilo del equipo. No fue el Yuri que explotó en la campaña 2019-20, a todas luces brillante. Acumuló un número de minutos similar, pero elevó sus prestaciones, sobresalió con asiduidad y anotó la barbaridad de seis goles, un par de ellos clave para que el Athletic sellase la clasificación para la final de Copa. Un techo del que ha quedado lejos en los años posteriores.

1.442 . Es la cifra que recoge los minutos de competición que Yuri Berchiche sumó a lo largo de la temporada anterior, menos de la mitad de los que tuvo en sus dos primeros años en el Athletic, cuando pasó de los 3.300 minutos. En el tercero ya experimentó un descenso para contabilizar exactamente 2.226.

Por esa época ya acusaba molestias de pubis, pero se optó por un tratamiento conservador que no fue la solución, como se certificó posteriormente. De hecho, en la 2020-21 fue habitual que Balenziaga alternase con él. Los apenas 200 minutos en que aventajó al veterano al cabo de ocho meses de competición constituyen la prueba definitiva al respecto. En la 21-22 se acabaron de invertir los papeles: Balenziaga casi duplicó la presencia de Yuri que en julio tuvo que entrar en el quirófano a fin de resolver la dichosa pubalgia y se incorporó a la dinámica del equipo en enero. En total, el de Zarautz permaneció ausente nueve meses, desde que saltó al campo en sustitución de Unai López en la final de Copa con el Barcelona. Es el tiempo consumido entre el 17 de abril y el 13 de enero, en que reapareció en el Metropolitano.

En medio, Yuri sufrió una lesión en el talón derecho, de la que se supo en octubre cuando Marcelino expresó su resignación: “No sé para cuándo estará”. Más o menos cumplía en esas fechas el plazo de rehabilitación calculado para una intervención como la suya, pero el jugador necesitó casi tres meses más para ponerse a las órdenes del entrenador por culpa de la nueva dolencia, la localizada en el talón derecho. Que, por cierto, acaso esté conectada a la que le ha devuelto a la enfermería hace dos semanas y le impide trabajar con normalidad.

Del repaso de estos cuatro ejercicios se deduce que, por una u otra razón, el Athletic no se ha beneficiado de la aportación de Yuri en la medida esperada. Su potencial no se cuestiona, es además el tipo de futbolista que encaja con la personalidad del equipo, que gusta al aficionado gracias al despliegue que acostumbra a realizar. Puede que no sea el más aplicado en tareas defensivas, en esto no puede equipararse a Balenziaga, pero lo compensa gracias a la tendencia o vocación ofensiva. Potente y decidido, se erige en un incordio para los rivales, rompe líneas y percute con una fe admirable.

No existe discusión, en plenitud Yuri Berchiche es una pieza básica que abarca mucho terreno y compensa con ello el desequilibrio táctico que a menudo arrastra el equipo por la banda izquierda, donde muy a menudo ha coincidido con Muniain, que no es precisamente un extremo al uso. La pena es que por hache o por be, quizá porque la fortuna no le sonría, ha carecido de la regularidad que sería deseable en un elemento de su categoría. En febrero hará 33 años, aún posee margen para enderezar una trayectoria salpicada de incidencias de índole física que le habría impedido satisfacer las expectativas que despertó cuando cambió París por Bilbao.