Bilbao

El Athletic conoce desde la noche del miércoles que la cantidad de dinero que el Barcelona está dispuesto a abonar por Iñigo Martínez asciende a 20 millones de euros. Una cifra que en Ibaigane no se contempla como aceptable, por lo que la respuesta dada es una negativa rotunda a negociar el pase del jugador al Camp Nou. Ahora está por ver si la postura del Athletic obedece solo a que considera que la propuesta recibida es insuficiente o a que no alberga intención alguna de iniciar un tira y afloja con la entidad catalana, y confía en reconducir la situación en los meses venideros y asume el peligro de que Iñigo salga en junio por cero euros. Se supone asimismo que el efecto inmediato del no de la directiva de Jon Uriarte propiciará que Joan Laporta insista en las próximas horas con un retoque al alza de los términos de su primera proposición.

Al margen de que Iñigo Martínez haya sido expresamente solicitado por Xavi Hernández, el Barcelona se enteró ayer jueves de que le resultará imposible hacerse con los servicios de otro de los refuerzos que tenía en su agenda para completar la línea defensiva. César Azpilicueta, que parecía hallarse en la rampa de salida del Chelsea en vísperas de iniciar su última campaña de contrato, ha aceptado prolongar su ya dilatado vínculo con el club londinense por un par de temporadas más, hasta 2025. En principio, la noticia se ha de valorar como un motivo extra para que el nombre de Iñigo continúe sonando en la órbita azulgrana y adquiera, si cabe, mayor transcendencia.

Pero el gesto de fidelidad de Azpilicueta hacia el escudo que ha defendido en la última década asoma como un ejemplo de que en ocasiones merece la pena perseverar, que sería la postura que ha caracterizado al Chelsea desde que el Barcelona puso el foco sobre el navarro y activó su enorme capacidad persuasiva para que recalase en sus filas. Seguro que los casos de Azpilicueta e Iñigo no son equiparables por un montón de razones, pero se demuestra que no siempre triunfa quien en teoría parte con ventaja.

La oferta del Barcelona que escuchó el director general del Athletic, Jon Berasategi, incluía un fijo de quince millones y agregaba cinco millones más en función del número de encuentros que disputase Iñigo Martínez con la camiseta azulgrana. Un condicionante muy accesible sobre el papel, fácil de cumplir por parte del jugador, por lo que puede afirmarse que en las cuentas del Athletic se hubiesen computado veinte millones. Claro que a la operación se añadirían los diez millones que en bruto corresponden a la ficha de Iñigo de la campaña en curso, un pico nada desdeñable que Ibaigane se ahorraría.

De momento, barajar estas u otras cifras carece de sentido. Y así será mientras la operación no tome cuerpo y cristalice, algo que ni se vislumbra. Objetivamente, ninguno de los dos movimientos realizados por el Barcelona, uno el 22 de julio y el otro este pasado miércoles, han cuajado. Al margen de que, por encima de rumores y especulaciones, le haya dejado claro al Athletic que va en serio y que dicho propósito haya trascendido en forma de oferta concreta, todo indica que el siguiente turno vuelve a corresponderle al Barcelona.

EL SILENCIO

Pero cómo obviar que el Athletic es objeto de una presión importante. Que le ronde la amenaza de perder a su mejor futbolista parece reclamar un posicionamiento firme. El silencio que mantiene se presta a diversas lecturas que los acontecimientos futuros irán despejando. Así, si el Barcelona efectúa otra llamada y puja más fuerte, la directiva de Uriarte quizás entienda que lo ha de valorar. Es una incógnita latente. Al fin y al cabo se enfrenta a la posibilidad de que su central se acabe yendo sin dejar compensación alguna en sus arcas. Hoy sabe que Iñigo no se sentará a negociar una renovación, no lo va a hacer con el Barça tocando la puerta de Ibaigane, pero ¿qué ocurrirá más adelante?

Si el Barcelona no vuelve a la carga porque calcula que no merece la pena invertir más de esos veinte millones en un futbolista que sería suyo gratis a partir del 30 de junio, que hasta entonces se arregla con lo que Xabi tiene en el vestuario (aspira a sacar del Chelsea a Marcos Alonso), se abre otro escenario lleno de incertidumbres. En un año las cosas cambian. O no. A veces se producen giros impensables y si Iñigo se ve abocado a seguir de rojiblanco, ahí además de que el Athletic podría aprovechar para echar el resto y amarrarle, cualquiera se atreve a vaticinar cómo le irá la campaña al Barcelona, que se cocerá en Can Barça, centro especializado en episodios surrealistas. Igual resulta que Iñigo deja de ser un objetivo básico para el técnico azulgrana. No sería la primera ocasión en que el criterio del entrenador se ve alterado por algún factor no previsto.

David García

Una pista sobre qué piensa hacer la directiva del Athletic sería que no deja de contemplar la opción de comprar a David García. Aunque haya que precisar que los actuales responsables hasta la fecha no han explorado esta vía, cosa que sí hizo la anterior dirección deportiva del club. Simplemente, el central de Osasuna encabeza una lista muy escueta de potenciales alternativas por si se consumase la salida de Iñigo Martínez. En cuanto salió a la palestra el interés del Barcelona, fue el único candidato señalado en los medios.

La pega que presenta es su precio, puesto que Osasuna blindó al marcador de 28 años no hace demasiado con un contrato que expira en 2026 y que conlleva una cláusula de 20 millones, que por supuesto la entidad navarra no rebajaría, menos si el pretendiente se llama Athletic Club.