El Athletic, que afronta otra cita copera de máxima exigencia esta noche en San Mamés, hizo posible lo imposible en uno de los partidos más emblemáticos de su dilatada historia. Fue en la tantas veces recordada final de Copa disputada en junio de 1958 ante el Real Madrid de Di Stéfano en el mismísimo Bernabéu, debido a la imposición de jugar el duelo en la capital española.

El encuentro iba a disputarse inicialmente en el Metropolitano, pero el presidente Guzmán exigió cual bilbainada que el choque se disputase en el Bernabéu para que, al menos, acudiera una mayor cantidad de afición bilbaina.

Así nació la legendaria victoria de un imponente Athletic, verdugo de la locomotora blanca que, con el título de liga en el bolsillo, llegaba de derrotar al fantástico Milan en lo que fue su tercer título de Copa de Europa. No se amedrentó por ello el Athletic, que se impuso con total merecimiento por 2-0 con goles de Arieta I y Mauri en la primera mitad.

A la hora de recoger el trofeo, a Franco no le quedó otra que exclamar a regañadientes: “¡Otra vez ustedes por aquí!”. A lo que Gainza, sin titubear, respondió: “¡Sí, y el año que viene nos volveremos a ver!”. El poder vizcaino afloró como nunca y se acuñó la leyenda acerca de “¡cómo les hemos pasado por la piedra! Para ganar la final nos bastaba con once aldeanos”. Y así fue.