El sugerente objetivo de plantarse en la final de Copa siempre implica enfrentarse previamente a alguno de los favoritos. Esta noche, el Athletic intentará rizar el rizo apeando al Real Madrid después de haber eliminado al Barcelona en la ronda anterior. El más difícil todavía. Firmar una hazaña tras otra es el sino que les ha correspondido a los rojiblancos en su torneo favorito.

En palabras de Marcelino, están preparados y confían en volver a poner patas arriba San Mamés. No es preciso señalar que en esta oportunidad la identidad del adversario infunde mayor respeto. A día de hoy, el incipiente proyecto encabezado por Xavi Hernández no resiste una comparación con ese trasatlántico cuyo timón descansa en las manos del curtido Carlo Ancelotti. No obstante, existe confianza en la inercia adquirida por el equipo en las últimas semanas y en el aliciente extra que supone el factor ambiental. Ambas cuestiones deberán pesar de modo significativo para saltarse un pronóstico que se fundamenta en la acreditada calidad del visitante y en los tres cruces habidos desde diciembre, todos favorables al actual líder de la liga.

Aunque suene paradójico, precisamente son esas derrotas recientes uno de los argumentos a los que se aferra el Athletic para aspirar al triunfo. Cabría matizar que las dos primeras, cuando se vio que el Madrid era vulnerable y el resultado fue incierto hasta la conclusión, pues el desenlace de la final de la Supercopa fue fiel a la superioridad exhibida por los blancos. Alterar las constantes vitales de un conjunto al que le encanta tener la situación bajo control y le desagrada que le aprieten las clavijas, aparece como consigna prioritaria. Hay quien por supuesto desea creer que después de tres reveses ante el mismo rival, la consecución del éxito se halla más cerca. Quizá sea así, es un principio que rige en todo tipo de rachas, positivas y negativas, pero no cabe duda de que todo pasa porque el Athletic se parezca muchísimo a ese grupo aguerrido y valiente que conquistó su derecho a figurar en el cuadro de cuartos de final.

Además de manejar abundante información, Marcelino ha dispuesto de tiempo de sobra para preparar el clásico, así como sus futbolistas para recargar pilas. En este sentido, se diría que parte con ventaja por cuanto en las sesiones de Ancelotti han faltado varios internacionales, tres de los cuales aterrizaron en sus domicilios pocas horas atrás procedentes de Belo Horizonte, Brasil. Sobre esta cuestión, el club de Florentino y los medios afines no han dejado de dar la tabarra, pero tiene pinta de que Militao, Casemiro, Vinicius y Rodrygo formarán parte de la alineación. Si así no fuese, tampoco se les va a caer el mundo. Viene bien apuntar que en su última comparecencia en Bilbao se ausentaron Alaba, Carvajal, Modric, Asensio, Rodrygo y Casemiro. Mendy faltará esta vez y también Benzema, cuyo estado físico era el auténtico motivo de preocupación para su entrenador y para el del Athletic, que respirará aliviado, pues no cabe imaginar nadie más determinante que el galo sobre la hierba de La Catedral.

SANCET, DUDA

De los planes de Marcelino lo único que trascendió ayer fue que baraja sacar un once que recordará mucho o bastante al que venció al Barcelona. Los elegidos entonces fueron: Agirrezabala; De Marcos, Vivian, Iñigo Martínez, Yuri; Nico Williams, Dani García, Vesga, Muniain; Sancet, Raúl García. “No habrá muchos cambios, no vamos a revolucionar el equipo”, adelantó, pero dependerá por ejemplo de cómo se encuentre Sancet, que cayó lesionado ante los azulgranas, con un problema de menor entidad a lo que se presumió por la mala postura que sufrió su rodilla izquierda, y quedó descartado para el compromiso de Vallecas.

La decisión se tomará horas antes del comienzo del encuentro, pero esté listo o no Sancet para entrar de inicio, cuesta pensar que Iñaki Williams empiece sentado en el banquillo. Así que queda pendiente de conocerse si la pareja en la delantera del mayor de los hermanos será Sancet o Raúl García. Por lo demás, Yeray, recuperado de unas molestias musculares, optaría al puesto de Vivian, al igual que Zarraga al de Vesga. El resto de las demarcaciones se antojan adjudicadas. El influjo de los relevos sobre la marcha también será crucial, dada la exigencia física y mental que plantean los partidos a cara o cruz. Ni que decir tiene en la hipótesis de que su duración se vaya a los 120 minutos.