SASUNA se reencontró ayer con dos futbolistas con los que vivió dos idilios diferentes. Con un Oihan Sancet (Iruñea, 2000) que hace seis años decidió abandonar Tajonar rumbo al Cadete A de Lezama y con un Alex Berenguer (Barañain, 1995) que dejó 5,5 millones en las arcas del club rojillo con su fichaje por el Torino. Y no fue un reencuentro bonito. Al menos para Osasuna. Y es que los dos jugadores navarros fueron, de lejos, los mejores del equipo dirigido por Marcelino. Cierto es que los de Jagoba Arrasate llegaron a San Mamés con la salvación matemática en el bolsillo, pero en un derbi siempre se juega la honra. Y más si te la disputas con dos ex. Así que ayer Sancet y Berenguer se ganaron el respeto y el aplauso de un Osasuna que les dejó marchar. Ambos se plantaron ante el rival como la verdadera amenaza del Athletic. Como las piezas clave de su apartado ofensivo. Así que gracias a ellos el club rojiblanco sumó un punto amargo e insuficiente para sus aspiraciones europeas. Pero un punto al fin y al cabo.

De hecho, Sancet firmó ayer su segundo tanto de esta temporada. Lo hizo con un incontestable cabezazo, tras un buen desmarque, a un suave y preciso centro de Berenguer. Todo clase. El centrocampista iruindarra estuvo muy activo al lado de Asier Villalibre, generando espacios y moviendo el balón con criterio. Es más, apunto estuvo de firmar su doblete particular a un pase a media altura de Mikel Balenziaga. Pero su indecisión entre si empujarlo con la cabeza o con el pie le consumió unos preciados segundos que frustraron la oportunidad. Así que el balón se paseó por el área pequeña sin rematador. Con todo, Sancet no tiró la toalla ni se arrugó cuando le tocó bailar con David García, que esta temporada se ha erigido como el jefe de la zaga rojilla. Fue al choque, entró en todos los forcejeos y no dudó en armar la pierna cada vez que oteó la portería. Aunque con la diestra mostró más desacierto que con la testa. El iruindarra dio equilibrio al ataque del Athletic, que pecó de imprecisión y locura a partir del minuto 80, cuando Unai López saltó al campo en su sustitución.

Menos efectivo estuvo Berenguer de cara a portería. Pero, aun así, el máximo artillero del Athletic esta temporada -lleva ocho tantos en liga- fue el gran protagonista del encuentro. Llevó por la calle de la amargura a Juan Cruz y portó en sus piernas la verdadera sensación de peligro de los de Marcelino. De hecho, el navarro estuvo presente en los dos goles del Athletic. Es más, el primero salió de un cambio de ritmo suyo. Rompió la línea defensiva de Osasuna para ceder el balón a Villalibre y que este, de soberbio taconazo, lo prolongara con el objetivo de que Morcillo lo llevara a la red. Berenguer fue la verticalidad hecha futbolista. Se asoció hasta el empacho con Óscar de Marcos para convertir ese flanco derecho en un martillo pilón. En el eje de la amenaza rojiblanca. Tanto es así que la segunda diana del Athletic salió de nuevo de esa banda. De una apertura de De Marcos, de un Berenguer que se fue al centro con el balón y que tuvo la clarividencia necesaria para levantar la cabeza y ver el desmarque de Sancet. Para envolver la pelota en un guante y colocarla en la cabeza de su compañero.

Berenguer fue el más incisivo del conjunto dirigido por Marcelino. Tanto es así que, como ocurrió con Sancet, el Athletic terminó echando de menos al de Barañain, que se marchó también en el 80 para dar entrada a Raúl García.

Sin tiempo

Y es que Raúl García es el último de los tres jugadores rojiblancos con pasado rojillo. El 22 del Athletic pasó por Osasuna en dos ocasiones. En la primera llegó a jugar las semifinales de la UEFA y en la última estuvo cedido una temporada por el Atlético de Madrid. Así que Raúl García fue el tercer ex con el que se reencontraba el conjunto rojillo. Sin embargo, el navarro fue mucho más agradable con su pasado que Sancet y Berenguer. De hecho, en los diez minutos que estuvo sobre el césped no gozó de ninguna ocasión e incluso desaprovechó un contraataque guiado por sí mismo en el que no pudo mantener la velocidad.