Segunda bilbainada en una semana. No conforme con derrotar al líder, el Atlético de Madrid, anoche superó al Sevilla, otro candidato al título que pierde así tal condición, en el Sánchez Pizjúan, destino habitualmente muy poco agradecido. Así funciona este Athletic que ha reservado para la fase más anodina de su calendario triunfos que si no dan para sacar pecho al menos alegran la existencia. El éxito se fraguó en el estimable trabajo colectivo que desarrolló el conjunto de Marcelino, asumiendo en largas fases que cualquier opción pasaba por el sacrificio, y una actitud inconformista que dio pie a la mejor acción ofensiva en el último minuto. Con el rival volcado, montó una contra de excelente factura, con Sancet interpretando a la perfección cada movimiento de su larga carrera e Iñaki Williams poniendo el broche ante la salida de Bono. De manual.

La jugada valió tres puntos y justificó con creces cuanto sucedió desde el mismo inicio. Se presentó el Athletic con más ausencias de las esperadas, Iñigo Martínez ni se vistió y Raúl García se fue lesionado al cuarto de hora. Nada que afectase al comportamiento del bloque que afrontaba un reto mayúsculo, pues pillaba a los de Julen Lopetegui en un momento álgido, reflejado en cinco victorias seguidas. Frenar a semejante adversario requería un despliegue importante, una elevada inversión de energía, concentración exquisita y unas dosis de atrevimiento a fin de evitar verse sometido por el rico caudal de fútbol que caracteriza al Sevilla. Todos estos ingredientes los combinó el Athletic, que atravesó por serias dificultades en varias fases y no se dejó amedrentar.

Había un plan y fue ejecutado. Que podía haberse ido al traste es innegable porque el Sevilla hizo peligro, sobre todo en el primer acto, pero el Athletic se mostró compacto y con el correr del cronómetro fue consciente de que puntuar era viable. El aspecto físico también tuvo su valor, pese al desgaste que exigió el duelo a los rojiblancos no se les agotó el combustible, mientras que enfrente se percibió el cansancio, quizás agregado a la frustración que provoca comprobar que no hay manera de acercarse al gol, que a cada minuto se antoja más complicado generar acciones nítidas en zona de remate. Una sensación que el Sevilla fue interiorizando porque ninguno de los múltiples retoques que introdujo Lopetegui cuajó. En cambio, las maniobras de Marcelino terminaron por dar su fruto, seguramente superior al previsible, pues solo hubo dos acercamientos a Bono después del descanso, uno de Villalibre, que él se lo guisó y él se lo comió, con un remate cruzado que se marchó algo desviado, y el contragolpe que determinó el signo del partido.No resulta sencillo aguantar a un Sevilla que venía con el acelerador pisado a fondo y tenía a su favor la baza del aliciente clasificatorio, pero en el fútbol cuenta y mucho la disposición, y la del Athletic fue encomiable. Hasta el punto de que le valió para no dejarse ir cuando peor lo pasó, en momentos donde la amenaza andaluza tomó cuerpo. Aquí es obligado realizar una mención a Simón, autor de tres intervenciones de enorme mérito. Cualquiera de ellas, dos para repeler remates venenosos dentro del área de En-Nesyri, y la tercera a derechazo de Acuña, pudieron acabar en la red. Simón tiró de reflejos y agilidad para mantener a flote la empresa en que se había embarcado el equipo, que desbarató al límite otras tres situaciones que bien pudieron subir al marcador.

La mayoría de los apuros fueron previos al intermedio, generados por el conocido juego envolvente de los andaluces, que normalmente desemboca en centros muy comprometidos para las defensas desde ambas bandas. Ayer lunes fue la izquierda, con Acuña muy activo, la más problemática pues Balenziaga impidió que Navas se explayase como suele, pero en líneas generales el Athletic se manejó con bastante firmeza y seguridad. Le fue mejor cuando presionó alto, pero esa fórmula, aparte de un enorme desgaste, no siempre impidió al Sevilla conectar líneas y avanzar. Cuando sucedió brotaron las dificultades en tareas de contención. La ausencia de salida limpia facilitó la iniciativa local, costó dar sentido a las posesiones, menudearon las pérdidas rápidas, en parte porque también el rival muerde y asimismo porque faltó una pizca de temple. Vencedor y Vesga invirtieron su esfuerzo en tapar y lo acusaron a la hora de levantar la cabeza y distribuir.

Agotada la primera media hora se apreció que el Athletic daba un paso adelante, de hecho el balón estuvo más minutos en terreno andaluz, pero la impresión al descanso era más de alivio que otra cosa porque los picotazos del Sevilla bien pudieron desequilibrar. Retomó el guión el anfitrión en el arranque de la segunda mitad. Necesitaba forzar la máquina, impedir que el 0-0 se eternizase, convencido de que con su empuje la única novedad posible caería de su lado. Sin embargo, el Athletic permaneció firme, prueba de ello es que el primer intento de remate del Sevilla tardó un cuarto de hora en producirse. Para entonces Villalibre había roto la pegajosa tela de araña que le envolvía revolviéndose con agilidad para burlar la vigilancia de Koundé.

Marcelino refrescó las bandas y luego recurrió a Iñaki Williams. Solo Sancet aguantó hasta la conclusión en la línea más avanzada y la verdad es que el chaval volvió a dejar constancia de que sabe de qué va este negocio. Con su última intervención dio sentido a una propuesta que se reveló coherente y eficaz. El rostro de Lopetegui era un poema. Auguraba oposición, no que le amargaran la noche.

SEVILLA: Bono; Jesús Navas, Koundé, Diego Carlos (Min. 85, Óliver Torres), Acuña; Fernando, Rakitic (Min. 68, Jordán), Papu Gómez (Min. 85, Óscar Rodríguez); Suso (Min. 68, De Jong), En-Nesyri (Min. 80, Franco Vázquez) y Ocampos.

ATHLETIC: Simón; De Marcos, Nuñez, Yeray, Balenziaga; Berenguer (Min. 63, Nico Williams), Vencedor, Vesga, Morcillo (Min. 62, Ibai); Raúl García (Min. 15, Sancet) y Villalibre.

Gol: 0-1: Min. 90; Williams.

Árbitro: Gil Manzano (Comité Extremeño). Amonestó únicamente a Diego Carlos y a Lopetegui, del Sevilla.

Incidencias: Partido correspondiente a la trigésimo cuarta jornada de LaLiga Santander, disputado a puerta cerrada en el estadio Ramón Sánchez Pizjuán.