Aunque pase de puntillas sobre algún tema, el veterano aborda con franqueza los constantes vaivenes que han marcador el curso: el fin del ejercicio anterior, la pretemporada, el despido de Garitano, la Supercopa, las finales de Copa. Mucha miga.Un veterano las ha visto de todos los colores, pero ¿le ha sorprendido todo lo que ha dado de sí la actual temporada?

—Cuando llevaba seis años en el equipo pensaba que ya nada podría sorprenderme y los seis años siguientes trajeron muchas más sorpresas. Doce años son un montón y en este tiempo ha habido experiencias de todo tipo, pero lo único que no he podido vivir es ganar un título de Copa y mira que hemos hecho intentos, todos sin éxito.

Podría afirmarse que desde agosto los acontecimientos no han dado respiro. No ha quedado margen para aburrirse.

—Tengo la sensación de que han sido dos años en uno: han pasado tantas cosas, ha habido tantos cambios. Desde que se abre el calendario ya se habla de la final de Copa. Vamos avanzando con altibajos en liga y luego viene el cambio de entrenador, que siempre es algo durísimo para el vestuario. Seguido, la Supercopa y a continuación logramos meternos en otra final de Copa y todo se enfoca ahí. Pienso que quizá descuidamos algo la liga. Las dos finales fueron como fueron, caímos de lo más alto. Bajar, subir, volver a bajar, así desde verano.

Desde fuera se han apuntado razones que acaso expliquen, o no, la irregularidad del equipo, su poca fiabilidad, capaz de pasar de un extremo al opuesto con una facilidad pasmosa. ¿Cómo lo ve desde dentro?

—No sé si es un motivo o no, pero pienso que el hecho de que no haya público en los campos por culpa de la pandemia favorece que haya más altibajos. Sin gente en las tribunas lo único que se oye es el ruido exterior, el de las redes sociales y los medios de comunicación. No pretendo criticar esos canales, pero siempre tienden a los mensajes extremos: o muy bien o muy mal, y eso es lo que se escucha en el día a día porque en San Mamés no hay nadie, como en el resto de los campos. Creo que esta situación favorece la existencia de altibajos más acusados.

Hombre, al principio notarían el efecto de la falta de público, pero han tenido margen para acostumbrarse. Habrá más razones que esta.

—No quiero cargar nada a la falta de público porque, como dices, también nos hemos ido amoldando. Lo que digo es que aquello que antes palpábamos en San Mamés ahora no lo tenemos y de alguna forma influye en que hayamos sido tan irregulares, en que no hemos sido capaces de ganar dos partidos seguidos. Antes tenías la sensación de que el año era algo más lineal, que los partidos se iban encadenando y ahora parece que todo ocurre en secuencias semanales.

Ha apuntado que las finales han deslumbrado, supongo que a todos los estamentos del club, incluida la calle, pero son profesionales y como señaló Marcelino tras la Supercopa la mejor preparación de las finales era competir en cada partido. No lo hicieron y encima fallaron con estrépito en las finales.

—Hemos estado centrados en el día a día, pero si un partido no salía bien como en el horizonte aparecía la final puede que hayamos sido más conformistas. Ya sé que no debería ser así, pero pasa que el hecho de tener las finales por jugar, cada vez más cerca, en cierto modo te permitía librar: otro empate, pero está la Copa.

Será una pregunta estúpida, pero ¿son conscientes del disgusto de la afición viéndoles perder así con la Real y el Barcelona?

—Claro que somos conscientes. También nosotros nos quedamos hechos polvo. No estuvimos nada bien, las sensaciones en el campo fueron malas, no peleamos las finales como deberíamos, no porque no quisiéramos, es que no pudimos y se te queda cara de bobo, pero no como jugador sino también como seguidor del equipo porque yo soy del Athletic, mi familia y mis amigos, y en el vestuario, lo mismo. Este último es lo que te hace sentirte todavía más en deuda con la gente a la que has defraudado.

La primera quizá pase a la historia como la peor final de siempre. Vaya desastre cocinaron entre unos y otros. Se alude a la presión, pero era algo que afectaba a ambos conjuntos.

—La explicación es que tanto ellos como nosotros salimos con bastante tensión, presión por no perder, y eso nos impidió hacer un buen partido. A todos, quitando un par de jugadores de la Real. Al ser un derbi de esa entidad, con un título por medio, no se jugó como todos queríamos. La del Barcelona fue distinta, en la segunda parte nos arrolló.

Sí, su comportamiento fue aún peor que contra la Real y mira que era complicado.

—Bueno, no es tan fácil jugar con el Barcelona. Es verdad que no estuvimos bien y nos pasaron por encima, pero hay días en que en el campo llegas tarde a todo. Luego ellos cogieron la onda y golearon.

Ya, pero venían de un fracaso y lo único que se les pedía es que compitiesen, no que ganasen al Barça.

—Mira, más ganas que yo de ganar una final de Copa no tiene nadie. Como mucho me puedes empatar en ese deseo. Lo que decía: no llegas al balón, te vas metiendo atrás, no eres capaz de generar peligro y te van comiendo. Te meten un carro en un cuarto de hora y se acaba.

En la Supercopa fue justo al revés, exagerado por lo bien que salió.

—Se dieron varios factores. Fuimos con menos expectativas. Hasta nosotros pensábamos que caer era lo lógico, se había dado el cambio de entrenador pocos días antes y tampoco tuvimos muchas sesiones con Marcelino, aunque la suspensión de la visita al Wanda ayudó. Por todo esto puede que fuésemos con cierta tranquilidad y ganamos la semifinal. De repente te ilusionas y la final nos salió redonda. Si en la Copa no pasó nada de lo previsto, tampoco en la Supercopa. Así es el fútbol.

La frase queda de cine, pero qué contrastes tan fuertes.

—Podría aplicarse a cualquier partido de la temporada. Hemos hecho algunos espectaculares y otros que no han valido nada. Hemos sido terriblemente irregulares. Desde enero los resultados son los que son, pero pienso que en muchos empates hemos merecido más, esos nueve empates son muy poco premio. Prefiero dejarlo ahí porque parece que me estoy excusando.

¿Cree que la inercia que traía el equipo de la temporada anterior ha influido más de lo deseable?

—No lo sé. Hemos jugado muchos partidos metidos con calzador y seguro que los preparadores físicos podrían explicarlo mejor. No sé si porque me voy haciendo mayor, pero he notado el cansancio en algunos momentos.

Me refería a la frustración que generó el último tramo de la liga anterior. Casi sin tiempo empezó la pretemporada y el ambiente parecía cargado.

—Es verdad que empieza el año y ya hay ruido alrededor de Gaizka Garitano, pero también del equipo porque no pudimos entrar en Europa. Había que hacerlo muy bien para que no pasara lo que luego pasó con Gaizka. Tampoco es una situación nueva, aunque nosotros siempre vamos a muerte con el entrenador que esté, sabiendo que la suya es la cabeza que rueda primero.

Y qué opina de aquellos rumores de otoño, filtraciones en realidad, que mantuvieron al técnico en la picota durante meses. Adecuado para trabajar no puede ser.

—Sabíamos lo que había, nos llegaba. Eran cosas que salían en la prensa y nos enterábamos como todo el mundo. Cada uno lo lleva como puede. Por mi parte, he aprendido a abstraerme, ya no miro lo que se publica o se dice.

Y qué dice de las fotos de las vacaciones, el contagio masivo, el increíble episodio de Llorente,€ Vaya forma de encarar la temporada.

—Es verdad que no es lo ideal, pero también otros años ha habido cosas de este tipo, fotos o circunstancias que han pasado en verano y en pretemporada. Creo que por eso no empieza el año ni mejor ni peor, aunque en ocasiones no hagamos las cosas de la mejor forma posible.

Y usted se lesiona para la tercera jornada: cuarenta días en la enfermería.

—El tobillo me ha seguido dando guerra desde que me operé en diciembre de 2019. En pretemporada sentí algún dolor y con la liga iniciada, en un amistoso con el Sevilla, el dolor fue más intenso. Tenía un nervio clavado en una zona y me daba calambres. Después de un montón de pruebas, Mikel Sánchez localizó el problema y lo arregló. Hasta hace cinco meses no he tenido ese tobillo en condiciones. He vivido hasta tres recaídas.

Con Marcelino le va bien, es asiduo en el once.

—Cuando él llegó ya estaba jugando con Gaizka y me ha dado mucha confianza. Hablamos a menudo y sabemos lo que hay, lo cual me hace sentirme cómodo.

Y en plena euforia por la Supercopa llega su renovación. Un año más. ¿Confiaba en tener una oferta?

—Ya dije en verano que analizando mis últimos años, si no rendía, el club no tenía por qué renovarme, que firmaría si me lo ganaba en el campo. Creo que era lo lógico. Ahora tengo un año más y trataré de corresponder.

Es curioso pero esta última renovación no ha tenido contestación y la anterior, por dos campañas, sí fue criticada.

—No sabía que esto hubiese sido así.

No tiene más que ir a la hemeroteca y a la fonoteca.

—Pues no era consciente de que la anterior renovación no fuese bien recibida. La verdad es que me da un poco igual. Pienso que aquella vez me renovaron porque el club creía que era lo mejor y ahora, lo mismo. Se habrá criticado en la prensa, pero en la calle no he notado nada.

Cinco partidos antes de las vacaciones. ¿Alguna opción de que el equipo pueda resarcir a la afición?

—La decepción del último mes no se va a arreglar en estos cinco partidos, pero somos profesionales y tenemos que competir a tope aunque no haya nada en juego aparte de la dignidad como equipo.

Siempre lo está en cierta manera, pero como se han ido registrando muchas salidas de veteranos, ¿ve al Athletic en pleno proceso de regeneración?

—Veo un cambio generacional. Hay gente joven en la plantilla con mucho margen de progresión. Poco a poco se tienen que hacer con el peso del equipo. Han salido Susaeta, Iturraspe, Rico, San José, Beñat y Aduriz, fundamentales en la última década, con ellos se hicieron grandes campañas y pronto iremos saliendo otros veteranos. Ya sé que es ley de vida, pero se les echa de menos, aparte de compañeros son amigos. Aportaban mucho, dentro y fuera del campo.

La despedida de algunos, precisamente bonita no fue.

—Mi opinión es mi opinión y tampoco tengo que opinar de todo.

Pues con esa respuesta lo acaba de hacer.

—Por eso mismo, así está perfecto.

Mucho joven en el grupo, pero el protagonismo corresponde a los menos jóvenes, hasta hace un par de semanas al menos.

—En los últimos partidos han intervenido más ellos, pero es que venía actuando gente que lleva muchos años en Primera. Los cambios son paulatinos, pero vemos a los chavales dar pasos adelante y eso ilusiona.

¿Qué diría de los jóvenes?

—Sancet tiene unas cualidades espectaculares; de Villalibre diría que es un jugador estupendo y que quiere aprender; Vencedor lee muy bien el fútbol y ha aportado cosas interesantes; me gusta de Morcillo que tiene mucha correa.

Simón no anda tan bien este año.

—Es un tío muy seguro. En algún partido no ha estado acertado, pero es que los errores del portero son más difíciles de digerir. Los porteros tienen un mundo interior que saben manejar. Creemos que es un porterazo.

Una vez dijo que para usted la temporada 2017-18 había sido la más dura en el Athletic. ¿Más que esta?

—En esta hemos tenido palos más duros que en aquella, pero también grandes alegrías. Yo ya tengo muchas heridas en la espalda, pero me quedo con las alegrías, que han sido muchas.

"Si un partido no salía, en el horizonte estaba la final y quizá hayamos sido más conformistas, no debería ser así pero€"

"Lo que palpábamos en San Mamés es algo que ahora no tenemos y de alguna forma influye en que seamos tan irregulares"

"Soy jugador y seguidor del Athletic, y esto te hace sentirte todavía más en deuda con la gente a la que has defraudado"

"El año no empieza ni mejor ni peor por lo que pasó en verano, aunque a veces no hagamos las cosas de la mejor forma"

"Hay gente joven en la plantilla con mucho margen de progresión, poco a poco se tienen que hacer con el peso del equipo"

"El sufrimiento del último mes no lo van a arreglar estos cinco partidos, pero somos profesionales y competiremos a tope"