N los últimos minutos de la final de La Cartuja, Álex Remiro (26 años) embolsaba el balón con sus brazos y su cuerpo para dejar pasar el tiempo ante los envíos sin mordiente de un Athletic que jugaba a la desesperada ante la cercanía de otra final que se le escapaba. Al otro lado, Unai Simón (24 años) rumiaba la derrota después de un partido en el que se vio muy poco exigido y en el que no pudo hacerse presente en el momento que desequilibró un partido muy poco brillante. Mikel Oyarzabal convirtió el penalti a favor de la Real engañando al portero rojiblanco y la Copa empezó a encaminarse hacia Donostia.

Se hace difícil recordar una final con tan poco protagonismo de los porteros porque si Unai Simón no realizó ninguna intervención para evitar goles, Remiro solo tuvo que hacer una cuando en el minuto 32 desvió un disparo con la derecha de Iñigo Martínez que, en el momento en que más arreciaba la lluvia en Sevilla, llevaba camino de la red. Y no hubo más trabajo para el portero de Cascante ante su exequipo. Al final, los dos intervinieron mucho más con los pies que con las manos, en otro signo de estos tiempos en los que la labor del portero ha adquirido muchos más matices.

Porque los dos guardametas llegaron a una final gracias a los giros del destino y de fútbol. Si decisiones propias y ajenas hubieran sido otras, quizás Álex Remiro no sería ahora campeón de Copa ni Unai Simón campeón de la Supercopa y portero titular de la selección española, hasta que Luis Enrique diga lo contrario. Hace apenas cuatro años, los dos, que coinciden en haber llegado al Athletic en edad cadete y en quemar etapas hasta el primer equipo, buscaban entrar por el embudo que siempre provoca la portería en Lezama, vivían a la sombra de Kepa Arrizabalaga, el que parecía destinado a ocupar la portería del Athletic durante mucho tiempo. En la temporada 2016-17, Simón sumaba bagaje en la portería del Bilbao Athletic mientras Remiro tuvo que salir cedido al Levante tras agotar su paso por el filial.

EFECTO DOMINÓ

Dos cursos después, la marcha de Kepa al Chelsea provocó una cascada de movimientos, un efecto dominó, que ha acabado con los dos porteros de la final de Copa consolidados como titulares en sus equipos en apenas dos temporadas, algo que no parecía sencillo. Remiro no llegó a un acuerdo con el Athletic y el club decidió mantenerlo en la grada toda la temporada 2018-19, pese a los evidentes progresos que había mostrado la campaña anterior en el Huesca. La carrera de Simón, entonces, le debía llevar a Elche, también a préstamo, pero a falta de Remiro y de Kepa en un verano convulso, el Athletic tuvo que reclamar al portero de Gasteiz para que compartiera el puesto con Herrerín.

La pasada temporada, Álex Remiro se incorporó a la Real, al principio en igualdad con Miguel Ángel Moyá, y Unai Simón se hizo con el puesto de titular en el Athletic. Ahora los dos son indiscutibles para Imanol y Marcelino y antes Garitano, pese a que de vez en cuando dejan algunos errores llamativos propios de su todavía escaso recorrido en la élite. Su categoría no fue puesta a prueba ayer en un partido sin remates a portería y, como solo un podía salir campeón, fue la superioridad de la Real la que coronó al navarro. El puesto de ambos puede ser para muchos años, pero los caminos del fútbol son inescrutables. Remiro y Simón lo saben bien.

El portero de la Real solo tuvo que realizar una parada de mérito a un disparo de Iñigo; el del Athletic no pudo detener el penalti de Oyarzabal