Con la perspectiva que conceden los dieciséis partidos oficiales que el Athletic ha disputado desde la llegada de Marcelino García, el 4 de enero, resulta destacable la evolución positiva experimentada por Alex Berenguer y Unai López. Aunque fuera por razones diferentes, ninguno de estos dos jugadores concretos estuvo entre los elegidos por el entrenador en el inicio de su aventura en el banquillo de San Mamés. Hoy, la situación de ambos es radicalmente distinta, han sabido ganarse a pulso un sitio en la alineación tipo. No son los únicos integrantes de la plantilla que en esta aún incipiente etapa han visto reforzado su estatus, pero a diferencia de otros que en ningún instante han dejado de gozar del privilegio de la titularidad, ellos necesitaron un tiempo para reivindicarse. Sus aportaciones han logrado convencer al responsable de que se merecían jugar.Los dos meses y una semana con Marcelino han pasado volando debido a la densidad del calendario de competición y a las emociones vividas. Esa acelerada sucesión de acontecimientos contribuye a distorsionar la percepción de lo que ha ocurrido con estos dos futbolistas. Así, es muy probable que muchos se sorprendan o ni siquiera tengan noción de que Berenguer, hoy erigido en el elemento más resolutivo del equipo, desapareciese de las alineaciones al producirse el relevo en el banquillo. Petición expresa de Gaizka Garitano, el extremo fichado del Torino fue un fijo con el técnico vizcaino. Llegó con la temporada ya iniciada y acumuló catorce presencias. Salvo en su debut y en otro partido suelto, siempre actuando de salida y normalmente ubicado en la banda izquierda.

En principio, su relevante protagonismo respondía a una lógica, solo hubiese faltado que Garitano no apostase fuerte por él. Sin embargo, su rendimiento fue anodino, acaso porque precisaba de un tiempo para integrarse. La cosa es que lo que se dice convencer, no convenció a casi nadie. De modo que no causó extrañeza que Berenguer fuese el único de los favoritos de su antecesor que Marcelino excluyese de su plan. La premura del cambio condujo al técnico recién llegado a refrendar a los futbolistas que habían llevado el peso del equipo con Garitano, no había tiempo material para realizar pruebas, pero descartó a Berenguer. Su plaza la ocupó De Marcos, acostado en el flanco derecho, mientras que en el nuevo dibujo táctico Muniain era movido de la media punta al ala opuesta.

Bueno, pues con Marcelino continuaron sumando minutos los favoritos de Garitano exceptuando a Berenguer, quien se convirtió en un recurso para el tramo final de los partidos. En la Supercopa, por ejemplo, intervino en 60 de los 210 minutos. Para ser rigurosos, en aquellas fechas también se vio perjudicado Villalibre, que le había comido terreno a Raúl García, pero esta es otra historia. Berenguer asomó en un once titular en la Copa, en Ibiza, junto al grueso de los suplentes. Repitió en la visita al Alcoyano, mientras en los compromisos de mayor relieve, su papel era secundario. Marcó un gol en la paliza al Getafe, el cuarto, pero en realidad no puede hablarse de que su suerte cambiase hasta el cruce con el Valencia, cuando la baja de Muniain le permitió jugar 90 minutos en Liga. A partir de ese 7 de febrero, ganó claramente en presencia y una semana después arrancó su intenso idilio con el gol.

Dos al Cádiz, el primero para romper el partido; otro que supuso el empate con el Villarreal; el que certificó el acceso a la final de Copa en el campo del Levante; y por último, el de la puntilla al Granada. Acierto espectacular y sobre todo muy rentable para el Athletic, que si bien con Marcelino ha mejorado en ataque, tampoco se distingue por su puntería. De momento, la solución se llama Berenguer, que no se ha visto en otra igual desde que es profesional: de octubre a marzo, cinco meses, ha marcado ocho goles, casi los mismos que firmó sumadas sus tres campañas en Italia.

LESIONADO

En el itinerario reciente de Unai López se aprecian más curvas y desniveles, pero no es algo de ahora. Inédito en el primer curso con Garitano, en el segundo terminó por convencerle tras un tortuoso proceso donde siempre aparecía como el eslabón más débil de la cadena, el primero que pasaba al banquillo. Conservó su puesto a la vuelta del pasado verano, pero la ausencia de resultados y las malas vibraciones que transmitía el equipo de nuevo le señalaron como chivo expiatorio. Desapareció en noviembre, era el turno de Vencedor (también Vesga adelantó al imprescindible Dani García) y en el derbi con la Real Sociedad, celebrado el 31 de diciembre, cayó lesionado cuando un cuarto de hora antes había suplido a Vencedor. A los pocos días, el club comunicaba la destitución de Garitano.

Unai López permaneció en la enfermería mientras Marcelino conocía de cerca la materia prima a su cargo. Fue a finales de enero cuando figuró en su primera convocatoria y tuvo diez minutos ante el Getafe. Esa semana el técnico quiso verle en Alcoy: jugó una hora larga. Luego fue picoteando, entraba un rato y hay que reconocer que, al tiempo que iba puliendo su puesta a punto, supo exponer sus argumentos. Sacó nota alta en la ida de la semifinal con el Levante incorporándose en el descanso y desde entonces ha acumulado cuatro titularidades. En las últimas fechas, aparte de que cuente con la confianza del entrenador, está desplegando un repertorio muy completo, acertado con y sin balón. Van varias ocasiones ya en que figura entre los destacados, sin ir más lejos, en casa del líder fue el mejor. Lo suyo no es el gol, aunque ya figuren tres en su cuenta, pero el Athletic se beneficia de su visión y laboriosidad, gana en dinamismo y profundidad.