La euforia se ha adueñado del entorno athleticzale. Y no es para menos. El colectivo rojiblanco ha hecho historia al asegurarse, después de superar la noche del jueves el duro escollo del Levante, la disputa en solo cuatro meses de tres finales, la primera ya consumada con éxito, y dos de ellas, ambas de Copa, las recorrerá en un cortísimo intervalo de dos semanas y que tiene como único parangón cercano en el tiempo las que completó el Athletic de Marcelo Bielsa en mayo de 2012. Entonces, los leones cayeron en la final de la Europa League frente al Atlético de Madrid en Bucarest por 3-0, mismo resultado y, por ende, derrota que sufrieran también 16 días después en el viejo Vicente Calderón ante el Barcelona de Pep Guardiola en la final del torneo del K.O. de aquella edición. Aquel doblete dejó un sabor de boca agridulce. Marcó un antes y un después por el hecho de volver a jugar dos finales un mismo curso 35 años después de la primera de la historia de la entidad bilbaina en competición continental, frente a la Juventus, y de la final de Copa perdida al mes posterior frente al Betis, pero faltó la guinda de la conquista de un título.

Marcelino García Toral sí puede presumir de haber propiciado la consecución de una corona, la tercera Supercopa en el palmarés del club seis años después de que lo consiguiera Ernesto Valverde, otro técnico que no pudo levantar la Copa ese mismo año de 2015. El Barça, como ocurrió en 2009, volvió a ser el verdugo del Athletic, que se reencontrará con el conjunto azulgrana casi tres meses después del exitazo en la final de la Supercopa en La Cartuja, escenario al que los rojiblancos regresarán los próximos 3 y 17 de abril para medirse a la Real Sociedad y Barcelona, respectivamente.Marcelino ha caído de pie en el Athletic desde que se conociera su fichaje el pasado 4 de enero. No han pasado ni cien días desde entonces y el asturiano ya ha hecho historia. Por encima del título de la Supercopa, herencia que procede de la etapa de Gaizka Garitano como sucede en la final copera pendiente de la campaña pasada, él ha propiciado alcanzar la final del 17 de abril, la cuarta en Copa frente al Barça en los últimos doce años; ha dotado al equipo de una nueva genética ganadora, ha recuperado a un vestuario tocado en la recta final de la anterior era, ha calado su mensaje en la masa social de la entidad€ y así una sucesiva retahíla de virtudes que quizás tapa algunos debes en sus catorce partidos recorridos hasta la fecha al frente de los leones. Sus números son llamativos y retratan la inercia positiva que ha cogido su equipo. Solo ha sufrido dos derrotas, ambas frente al Barça en liga, el Athletic promedia dos tantos por partido, aunque le penaliza el hecho de que únicamente en uno, en el Ramón de Carranza frente al Cádiz, ha dejado su puerta a cero, en tanto que en diez de ellos el rival se ha adelantado en el marcador, lo que ha obligado a sus jugadores a efectuar un sobreesfuerzo para arreglar los resultados a base de insistencia y acierto.

La trayectoria de Marcelino hasta el momento se tilda de sobresaliente, aunque su objetivo es hacerse acreedor de la distinción de cum laude. El de Villaviciosa asume como propio el deseo que aflora en el mundo Athletic, que no es otro que volver a saborear un título de Copa después de una larga espera de 37 años. El destino o las coincidencias ofrecen estímulos a los que asirse. La última corona copera data de 1984, cuando el Athletic campeón de Javi Clemente derrotó al Barcelona de Maradona y compañía en una final que acabó como el rosario de la Aurora debido al mal perder de aquella tropa azulgrana. Entonces, los dos equipos se cruzaron en la finalísima al apear a sus respectivos rivales, Real Madrid y Las Palmas, tras prórroga y tanda de penaltis en sus semifinales, matiz, el de la prórroga, que no se había producido hasta la presente edición. Un antecedente que sonríe al Athletic, que también puede presumir de haber batido al Barça en sus dos últimos duelos a un solo partido, en la eliminatoria de cuartos de la pasada Copa y en la final de la Supercopa en La Cartuja, al mismo tiempo que el asturiano logró en 2019 su primer título de Copa, al mando del Valencia, a costa del propio conjunto barcelonista.

La final frente al Barça será la cuadragésima primera en la historia del Athletic, que, sin embargo, 14 días antes debe disputar la número 40 frente a la Real de Imanol Alguacil. La pandemia el covid-19 obligó a aplazarla ante la previsión de que pudiera celebrarse con las gradas de La Cartuja a rebosar, pero el virus ha vuelto a imponer su tiranía. Será a puerta cerrada, pero no por ello pierde una expectación histórica la que será la cuarta final entre dos equipos vascos, la primera entre rojiblancos y txuri urdinak. Marcelino la tiene en su radar, aunque su obsesión, como lo ratificará hoy en la comparecencia ante los medios en la previa del duelo de mañana frente al Granada, se centrará en los cuatro partidos de liga que tiene por delante (el mismo cuadro nazarí, Atlético de Madrid, Celta y Eibar) antes de afrontar la cita en Sevilla con una Real que gozará de un poco más de respiro al tener que jugar una partido menos que los leones.

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En diez de los catorce encuentros recorridos por Marcelino al frente del Athletic el conjunto rojiblanco ha visto cómo su rival se ha puesto por delante en el marcador, como el Levante en sus tres compromisos casi consecutivos ante los leones.