GAIZKA Garitano cogió aire con uno de los mejores partidos de su equipo. Respira más tranquilo el técnico tras una noche fría en San Mamés ante un rival que apenas le puso en apuros en los 90 minutos de juego, en los que fue un títere en manos de un Athletic que lo bordó. El técnico, que se veía con el agua al cuello, dio entrada a alguna cara nueva, apostó por jugar con un nuevo puro, el único que dice tener en la plantilla, y acertó con el planteamiento. Ni un pero se le puede poner a un Garitano que se jugó un órdago con la pareja Mikel Vesga-Unai Vencedor en la medular y un omnipresente Asier Villalibre como principal referencia ofensiva. El delantero de Gernika, que venía reclamando una oportunidad en el once, brilló en un choque en el que curiosamente no marcó, tampoco se le computó ninguna asistencia, pero en el que participó en tres de los cuatro goles de su equipo. Que se dice pronto.

La conclusión, en caliente, pero que seguro que es similar en frío, una vez que se analice con cierto reposo el triunfo, es que Garitano debía haber alineado antes, y no esperar hasta el noveno partido, a un futbolista que siempre que ha tenido minutos este curso (hasta el lunes 194 en ocho encuentros, todos los jugados hasta el momento) ha mejorado al equipo y en especial a Iñaki Williams, al que se le nota con otra chispa diferente a la del inicio de la temporada ahora que han pasado ya unas cuantas semanas de competición. La conexión entre el gernikarra y el bilbaino en el terreno de juego es notoria, como así lo evidenciaron ambos ayer. El propio Garitano ha repetido hasta la saciedad que Williams no es un nueve al uso, condición que sí otorga a Villalibre, y el lunes por fin se decidió a jugar con un delantero centro al uso.

Las mejores imágenes del Athletic-Betis. Fotos de Pablo Viñas

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GMv2_fin|pTipoComp=fotos&pIdGaleria=5fbc2090518347000a181744|GMv2_fin Y las cosas le fueron bastante mejor a su equipo. El búfalo que nunca alza la voz, que asume su rol sin rechistar, habló en el campo. Cayó a las bandas, ganó cinco de sus siete duelos aéreos, jugó de espaldas, se asoció en corto con sus compañeros y se dejó ver también en posiciones de remate. En definitiva, hizo aquello que un nueve tiene que hacer.Solo le faltó ver puerta, pero en las dos claras ocasiones que dispuso se encontró con un muy atento Claudio Bravo, perro viejo el chileno. Primero le sacó casi sobre la línea de gol un remate de cabeza cuyo rechace recogió Ander Capa para poner el 2-0 en el marcador. Además de esa acción, en la segunda mitad, tras recibir un gran pase de Alex Berenguer, Bravo le adivinó las intenciones en el mano a mano y evitó el que pudo haber sido el tercer gol del Athletic.

Mucho antes, en el minuto nueve del encuentro, forzó el tanto en propia de Víctor Ruiz. Tras recibir dentro del área buscó a Williams con un pase al corazón del área que el central bético envió al fondo de su portería. En el segundo alternó los papeles con el bilbaino. Fue el quien buscó el remate tras una buena acción individual por banda izquierda de Williams y su remate de cabeza acabó tras el rechace de Bravo en gol de Capa. Cerró su peculiar trío de no asistencias con un gran centro a Iker Muniain que el navarro, en dos tiempos, tras encontrarse con el portero del Betis, terminó enviando al fondo de la red.

En una cita que Garitano afrontó con la soga al cuello Villalibre salió a su rescate. Es lo que tiene jugar con un delantero centro en la posición de nueve...

Hasta el lunes, Villalibre no había partido en el once este curso, aunque sí había participado en los ocho partidos de la temporada, con 194 minutos

Forzó el tanto en propia meta de Víctor Ruiz, Bravo le sacó un remate de cabeza en cuyo rechace marcó Capa y le puso el gol en bandeja a Muniain