OS ha faltado potencial ofensivo respecto a los equipos con los que queríamos pelear por esas posiciones. Su potencial es superior al nuestro”. Fueron las palabras, rotundas, del técnico del Athletic, Gaizka Garitano, una vez despojado su equipo de la posibilidad de acceder a la Europa League, el objetivo reconocido por el vestuario. Tras perder frente al Leganés, el conjunto bilbaino quedó como el octavo menos goleador de LaLiga. El referente en el apartado anotador ha sido Raúl García, un jugador reconvertido para la empresa por el entrenador de Derio, y así se ha visto el navarro, disputando el Trofeo Zarra con sus quince dianas -se quedó a tres de Gerard Moreno-. Pero a su lado, como alternativa a la posición del nueve o acompañante,Iñaki Williams no ha respondido a las expectativas de un jugador atacante que goza de los minutos de los que dispone. Ha sido titular en 34 ocasiones esta temporada y ha facturado 6 goles; desde la reanudación de la competición, no ha visto portería. El tercer jugador más productivo de cara al gol ha sido Iker Muniain, autor de 5 tantos.

Para el postrero enfrentamiento contra el Granada, Garitano sentó precisamente a Williams, un tanto difuso en sus últimas comparecencias. ¿Castigo o descanso? En su lugar el míster escogió a Asier Villalibre, que con 3 dianas aparecía como cuarto jugador más fructífero de cara a la red. El Búfalo, a pesar de esas carencias en la punta del ataque y que, según el discurso del derioztarra, se entiende que no confiaba en encontrar en su fondo de armario la solución a la escasez. De hecho Villalibre asistía ayer a su quinta titularidad.

La aparición del gernikarra en 18 duelos, como número confundía con su participación, dado que presentaba un promedio de casi 26 minutos por juego disputado. Ayer, sin embargo, dispuso de una oportunidad cuando el encuentro en el Nuevo Los Cármenes se servía como un trámite con aromas de resarcimiento, al menos de cara a la decepcionada hinchada, y con el argumento del compromiso económico con la entidad -por eso de que cada escalón clasificatorio concede mayores emolumentos, y no está el club para derrochar- al que apelaba el propio Garitano para dar fundamento al envite. Y es que, así como esta recta final de LaLiga permitía sacudirse temprano de los males, con partidos cada tres días, el verano es muy largo para relamerse las heridas. Se dice que en el fútbol la memoria es corta, y a eso se podía aferrar el plantel bilbaino, con Villalibre como mascarón de proa para navegar hacia aguas menos convulsas.

A juzgar por el presente, el futuro y el entorno del Athletic, con los 34 años de Raúl García, un Williams cuya máxima anotación en un campeonato regular ha sido de 13 goles (2018-19) y un mercado que se empequeñece o al menos no ofrece grandes oportunidades, el futuro del gol pasa por las botas de Villalibre. El gernikarra coincidió ayer con un cambio de esquema; del 4-2-3-1 se pasó al 4-4-2. El Búfalo y se fajó emulando al navarro, entrando a todos los choques, combativo, pero apenas pudo participar con el balón en el piso. Si acaso, tuvo una oportunidad, construida por un gran desmarque y la clarividencia de Córdoba. Villalibre falló el mano a mano con Rui Silva, la primera gran ocasión del partido y pudo cambiar el sino. Fue el único peligro que llegó la tropa de Garitano al área rival durante la primera mitad. Y el protagonista, Villalibre.

Fue sustituido en el minuto 62 en un partido complicado por el raquítico juego de los suyos. Y en su lugar salió Williams, que sigue ampliando su récord de participaciones seguidas. Aunque el resultado no fue diferente. Olvidó Garitano que a los delanteros hay que surtirlos, y ayer solo dispusieron de un balón en condiciones, el que falló Villalibre en el minuto 11 -la otra ocasión se la cocinó Williams con el 3-0-. Escaso para sacar algo positivo o para sentenciar a un delantero que apenas ha gozado de confianza.

El ‘Búfalo’ se dedicó a pelear balones aéreos, contagiado por el raquítico juego del Athletic, y a pesar de ello dispuso de la mejor ocasión