Las palabras que Gaizka Garitano dedicó al equipo y en particular a los hombres que no suelen entrar en sus planes, están justificadas. Presentarse en el Camp Nou con la idea de tutear al Barcelona es algo que pocos equipos intentan y desde luego ninguno con un once lleno de suplentes. Haber llevado a la práctica dicho plan, no solo merece una mención elogiosa, ofrece asimismo una razón de enjundia para revisar la desajuste que en términos de participación existe en la plantilla entre intocables e infrautilizados.

La súbita entrada de De Marcos, Balenziaga, Lekue o Sancet, los emparejamientos de Núñez y Yeray en el centro de la zaga y de Unai López y Vesga más arriba, todo junto y sabiendo las actuales circunstancias de los citados, constituye una invitación al fracaso. Hay que considerar que se trata, en la mayoría de los casos, de gente sin rodaje, ajena a la dinámica competitiva; y los que poseen cierto recorrido porque recientemente han gozado de minutos, nunca lo han hecho acompañados por los del grupo anterior. Conjunción, coordinación, entendimiento, son aspectos básicos en el funcionamiento colectivo que malamente pueden aflorar así, de buenas a primeras y menos aún, es de ley insistir, si toca rendir visita al Barcelona.

Pues, pese a los múltiples inconvenientes que confluían para que el Athletic diese la talla, lo hizo. La fórmula desarrollada en absoluto se basó en la cesión del balón y del espacio, no fue la clásica propuesta orientada a aguantar las embestidas rivales y a ver hasta qué minuto se protege el 0-0. La idea no difirió de la observada en anteriores duelos con los culés, por ejemplo en San Mamés, yendo a morderles hasta su área y sin perder de vista a Ter Stegen. Ambos conceptos presidieron el argumentario rojiblanco, de forma que en el descanso el empate inicial hasta supo a poco.

De ahí en adelante, resultó imposible prolongar el pulso. Aunque el estado de forma del Barcelona deja bastante que desear, alineó a su constelación de estrellas y el desgaste fue haciendo mella entre las novedades escogidas por Garitano, futbolistas no acostumbrados a jugar noventa minutos, algunos ni diez. Con todo, Simón se vio superado en una única oportunidad y Messi surgió de la nada en los minutos de la basura, con el Athletic queriendo empujar y descuidando su espalda.

La conclusión tras la primera derrota sufrida en la liga del coronavirus, es elemental: "Los no habituales han demostrado que pueden jugar en cualquier momento". Cómo no suscribirla. Resulta que el Athletic que con el bloque de los titulares había competido en los tres compromisos previos, para sorpresa de propios y extraños no dejó de hacerlo con los suplentes y en Camp Nou. El entrecomillado anterior es una de las frases que dejó Garitano. Otra: "Podemos confiar, han competido en el partido más difícil". Sí, también cabe firmar debajo, esa fue la impresión de quedó flotando el Athletic B, cuyos integrantes dejaron sentado que trabajan a conciencia para estar preparados, a pesar de que no se cuente con ellos, salvo para gestionar una emergencia.

El once que compareció el martes no debería repetirse y es muy probable que no lo haga. No porque quienes lo formaron no se hiciesen acreedores a disfrutar de la titularidad o, al menos, oportunidades más seguidas, o sea de verdad. Garitano diseñó un conjunto circunstancial porque no tenía más remedio. Él solo se había impuesto la obligación. En sus cálculos, este era el partido que daba por imposible, mientras que estimaba viable ganar los anteriores.

Lo cierto es que el "Athletic A" solo ganó uno y empató los otros dos, pero lo mismo pudo perder los tres encuentros, que acabaron con resultados muy apretados. De todos modos, como no podía ser menos, también elogió el esfuerzo de los protagonistas de la semana infernal. En realidad, el técnico fue consecuente con lo que su criterio le dicta: eligió a sus favoritos para enfrentarse a Atlético y Betis en casa y Eibar fuera, asumiendo el riesgo que suponía someterles a una cantidad exagerada de minutos en el espacio de seis días, y tras ello, consciente de que ya era inviable estirar más el chicle, recurrió a lo que se denomina la segunda unidad para cumplir el trámite en el matadero.

La experiencia vivida en estos diez días de locura demuestra que el Athletic posee una plantilla válida, más que suficiente, para competir en cada jornada independientemente de cuál sea la densidad del calendario. Mezclando mejor las piezas, es decir sin establecer una línea tan gruesa para distinguir a los titulares de los suplentes, cuesta pensar que el comportamiento decepcionaría las expectativas del entrenador. Repartir minutos con mayor generosidad no significa deshacer el núcleo duro del equipo, solo es un método para sostener las prestaciones de un conjunto que depende mucho del físico y rentabilizar el auténtico potencial del equipo fomentando la competencia interna. Porque fondo de armario hay, se vio en el peor escenario y en unas condiciones que jamás podrían catalogarse como idóneas.

Ganea termina su cesión en rumanía

Hasta el 30 de junio. Cristian Ganea regresará a Lezama a partir del mes de julio, momento en el que acaba su cesión en el FC Viitorul Constanta, según confirmó el propio Gica Hagi, entrenador del club en el que se dio a conocer Ganea antes de que el Athletic le fichara en 2018. Aunque la liga rumana continúa, su actual equipo no ha movido ficha para que el lateral izquierdo, con contrato como león hasta 2021, siga más tiempo, por lo que deberá regresar a Lezama, de donde salió cedido por segunda vez el pasado mes de enero, ya que la temporada anterior también acabó a préstamo, en esta ocasión en el Numancia.