Histórica, inolvidable y, sobre todo, mágica. Así fue la soleada mañana del 27 de abril de 2003, cuando el antiguo San Mamés, con 35.000 fieles en las gradas, récord de asistencia hasta entonces en un partido de fútbol femenino, llevó en volandas al Athletic para que las leonas abrazaran el primero de los cinco títulos de liga que lucen en sus vitrinas. Dos jornadas después de estrenar presencia en la vieja Catedral con goleada a costa del Puebla extremeño (5-1) al calor de 23.000 espectadores, las bilbainas regresaron al templo rojiblanco con el objetivo de vencer al Híspalis y adjudicarse su primera Superliga en el último compromiso liguero del curso. Lo ocurrido antes, durante y después de los noventa minutos de juego, sellados con un inapelable 5-0 que jugadoras, cuerpo técnico y afición celebraron por todo lo alto, nunca pasará al olvido para quienes tuvieron la oportunidad de erigirse en inmortales protagonistas de un hito que perdura en el recuerdo colectivo.

Fueron los casos, entre otras y otros, del entrenador Iñigo Juaristi (Berango, 1968) y las rojiblancas Aitziber Juaristi (Getxo, 1976), más conocida como Tzibi, y Eli Ibarra (Azkoitia, 1981), dos auténticas leyendas que recuerdan a la perfección cada pasaje de una jornada “increíble” en la que el Híspalis nada pudo hacer ante el vendaval bilbaino, que se abrió paso en el minuto 30 con un gol de cabeza de Tzibi en un córner botado por Ibarra. “Me ponía en el segundo palo y no solían llegar muchos balones ahí, pero aquel llegó y pude meter la cabeza; fue marcar y flipar”, admite la que fuera central del Athletic. Solo dos minutos después, en medio de una fiesta que fue a más, fue la delantera Eba Ferreira la que puso el 2-0 en el marcador para empezar a poner tierra de por medio en un choque al que se sumaron como goleadoras en la segunda mitad la propia Eba, Ibarra y Lorena. Victoria y misión cumplida. Campeonas de liga por primera vez, en la temporada del estreno con el escudo del Athletic en el pecho, en un marco incomparable y con el Levante como gigante derrotado en una dura pugna por el título al finalizar el campeonato ambos equipos con 55 puntos.

“Fue una pasada”, como acierta a pronunciar Tzibi, quien recuerda que aquel inolvidable 27 de abril de hace ya la friolera de diecisiete años “nos jugábamos todo y encima en San Mamés, lo cual nadie esperaba al empezar la temporada al partir como novatas, pero se bordó”. “Conseguimos ser competitivas durante todo el año y adjudicarnos el título, no pudimos soñarlo mejor, pero teníamos una gran ilusión y un equipo del copón, comprometido y con mucha calidad, porque si no hubiera sido imposible ganar aquella liga y las que vinieron después contra rivales que también elegían entonces jugadoras con el dedo”, remarca la getxotarra, al frente en la actualidad del Femenino C del Athletic que milita en la Territorial y capitana rojiblanca en la indescriptible cita ante el Híspalis que supuso un antes y un después, toda vez que “las estadísticas cambiaron un montón a partir de entonces y hubo muchas más fichas de jugadoras al convertirse el fútbol femenino en algo más visible y tener ya las niñas espejos en los que poder mirarse para tener como referencias”, explica Tzibi, que admite sentir “vértigo” al echar la vista tan atrás y recordar cómo en aquel histórico partido frente al conjunto andaluz, San Mamés “se fue llenando sin que nadie se lo pudiera esperar y fue imposible mantener la concentración durante el calentamiento viendo lo que estaba pasando”.

Eli Ibarra, encargada como jugadora con más partidos oficiales en la historia del Athletic de entregar hace hoy un año el primer premio One Club Woman Award a la exfutbolista del Umeå IK Malin Moström, confiesa que cuanto aconteció contra el Híspalis en la consecución del primer título liguero “lo vas valorando más a medida que pasa el tiempo, porque cuando lo vivimos nos desbordó todo aquello por lo que suponía no solo para el Athletic, sino para todo el fútbol femenino en general reunir a 35.000 personas en San Mamés”. “Ganar el título ante tanta gente y celebrarlo después en aquel camión por las calles de Bilbao fue impresionante”, subraya a su vez la de Azkoitia, quien completó una soberana actuación a título individual con gol y asistencia incluida.

“Marcar en San Mamés siempre es especial y, aunque yo era más de centrar, tuve esa suerte de poder celebrar un gol con toda nuestra afición”, destaca orgullosa Ibarra, quien no olvida la vuelta de honor “montadas en el carrito del IMQ” y que aquella magnífica mañana “fuimos dos horas antes al campo y antes de salir a calentar ya oíamos los bombos y que había ambiente, pero cuando salimos ya a calentar y nos empezaron a ovacionar fue algo sorprendente para nosotras, porque veíamos que se iba llenando el campo cada vez más”. “En todos los partidos sientes ciertos nervios, pero lo de aquel día fue muy especial y diferente porque los nervios eran mayores, aunque cuando el balón empezó a rodar nos dedicamos a jugar”, relata la guipuzcoana, encargada de entrenar a la plantilla Genuine del Athletic y de colaborar en distintos proyectos de la Fundación de un club que abrió su sección femenina en 2002, tras la unión con el Leioa EFT, con el objetivo inicial de “quedar terceras o cuartas en liga, porque había un equipo como el Levante que dominaba la categoría”.

Al cuadro granota, sin embargo, se impusieron al término de la campaña 2002-03 las leonas, que revalidaron título en los ejercicios 2003-04, 2004-05, 2006-07 y, por último, en la campaña 2015-16 a la espera de poder repetir gesta en un futuro. “Es posible que cada vez esté más difícil, pero en nuestra época tampoco era fácil al tener que superar a grandes equipos también, pero lo logramos con mucho trabajo y garra”, advierte Ibarra, cuyo discurso, al igual que el de Tzibi, defiende y potencia Iñigo Juaristi, quien dirigió y comandó desde el banquillo los cuatro primeros títulos ligueros de las rojiblancas. “Será difícil volver a tener una generación de jugadoras como aquella, porque era muy especial y no solo por los títulos, que también están ahí”, asegura Juaristi, quien agrega que “la exigencia va a más y el nivel de la competición ha subido en general, pero la plantilla que teníamos entonces era excepcional en todos los sentidos, tanto en cuestión de calidad, como en el aspecto físico y en la ilusión que había en el vestuario”.

El actual entrenador del Bizkerre, donde Juaristi vuelve a “disfrutar” sentado en los banquillos, recuerda que durante la temporada del primer título de liga, en la que “tenía la sensación de que éramos invencibles cuando jugábamos en casa”, “tuvimos muchos momentos increíbles y no sabría decir si el del Híspalis fue el más emocionante de todos, pero sí fue el que puso la guinda a todo lo anterior, porque disfrutamos al máximo con San Mamés casi lleno”. “Tener la posibilidad de defender el escudo del Athletic después de tantos años trabajando para el fútbol femenino fue algo muy bonito, aunque con lo que más me quedo de aquel día, en contra de lo que pueda parecer, es con la sensación de que hubo gente dentro del grupo que no pudo disfrutar en el campo lo que habían podido merecer por todo lo que habían hecho y trabajado también”.

“Lo que más me preocupaba era que el equipo no acusara la sensación ambiental de jugar en San Mamés y se centrara en lo que hacía bien, lo cual se consiguió”, expone con plena satisfacción Juaristi, parte fundamental de un recuerdo mágico.