bilbao - El partido del sábado generó todo un bajón en la familia athleticzale. La derrota que el Athletic encajó ante el Valencia en el mismísimo San Mamés escoció por la forma en que se produjo y el momento en que llegó. Todos fueron malas noticias para el colectivo de Gaizka Garitano, que estropearon sus números. El matiz estadístico se acentúa en estos casos, sobre todo cuando se trataban de números positivos. No en vano, el conjunto rojiblanco sufrió su primera derrota del curso a la séptima y, de paso, se dejó su imbatibilidad en La Catedral con Garitano en el banquillo, ya que 16 partidos después el técnico derioztarra vivió por primera vez lo que es perder en liga en Bilbao. Los datos son los que son, pero, por encima de ellos, quedó la sensación que proyectó el Athletic, que asomó signos de debilidad que obligan a hacer la debida autocrítica en clave interna para corregir tales defectos y que no se vuelvan a repetir.

El conjunto de Garitano dejó mucho que desear ante un Valencia que fue superior desde el minuto cero. Todo lo bueno que habían ofrecido los leones en sus tres partidos anteriores en San Mamés (Barcelona, Real Sociedad y Alavés) desapareció de un plumazo el sábado, donde emergió el Athletic que ejerce fuera de Bilbao. O sea, la cara menos amable. El pobre fútbol que la escuadra rojiblanca había mostrado en sus desplazamientos a Getafe, Mallorca y Leganés castigó el sábado al equipo bilbaino, fruto también de los síntomas de impotencia que asomó frente a un rival más creíble, poderoso en el tono técnico y en el táctico. El Athletic, en cambio, no desveló soluciones algunas para desactivar al equipo de Albert Celades, que retrató al conjunto rojiblanco en el instante en que se pudo por detrás en el marcador por primera vez este curso.

El Athletic solo generó una ocasión clara de gol, aunque en realidad se trató de una doble ocasión por medio de Iñaki Williams, que perdonó a Cillessen con el 0-1 en el marcador, si bien también es cierto que Unai Simón se había encargado con anterioridad de evitar el segundo tanto valencianista. Una única llegada con cierto peligro que dibujó las enormes dificultades que padecieron los de Garitano ante un Valencia que les cogió la matrícula y que desactivó el inexistente juego de creación de los rojiblancos, su Talón de Aquiles no solo el pasado sábado. Porque tan escasa elaboración no es nueva en esta etapa, pese a que los resultados han acompañado gracias a otras virtudes leídas en el factor defensivo, despliegue físico e inspiración de los jugadores referencias de este equipo, que tampoco no tuvieron precisamente su día frente al cuadro levantino.

más alternativas El Valencia echó abajo el plan clásico de Garitano y fue el principio del fin para los leones, que se quedaron por primera vez sin marcar en San Mamés este curso y la segunda ocasión con el derioztarra al frente, después de hacerlo únicamente la liga pasada frente al Barcelona. El técnico se quejó de la poca calidad de los 31 centros al área que ejecutaron sus hombres el sábado, lo que, en su opinión, lastró las opciones para haber sumado. El mensaje fue directo al vestuario y quizá a algunos de sus futbolistas. Y es que la pegada no es evidentemente el fuerte de este Athletic, como así dice su cuenta anotadora que se eleva a siete tantos, uno por partido, la misma que presenta el Atlético de Madrid. Eso sí, los leones continúan una jornada más con la condición de equipo menos goleado de la liga, aunque pese a haber encajado en sus dos últimos compromisos.

Semejante rentabilidad con tan poca producción no es nueva con Garitano. Ya sucedió algo similar en sus primeros siete encuentros ligueros al frente del Athletic el pasado curso. En aquella tacada, el conjunto rojiblanco anotó en ocho ocasiones y recibió tres goles, lo que le valió para sumar quince puntos que le sacaron del apuro en que les había dejado la herencia de Eduardo Berizzo. Entonces, priorizaban los resultados sobre el juego debido a la urgencia de salir de la zona de peligro, como así ocurrió. Aquella fórmula funcionó a las mil maravillas y recibió el aplauso unánime, pese a la decepción que supuso el sprint final, en el que el equipo se quedó a las puertas de Europa. El resultadismo fue eficaz en esa situación de necesidad, pero el salto cualitativo que supone empezar de cero pinchó en hueso el sábado, cuando se cerró una agotadora semana con mal sabor de boca en cuanto al desenlace y en cuanto a juego, lo que sí inquieta a corto y medio plazo. El domingo este Athletic pasa un nuevo examen en Balaídos ante un Celta en crisis y al que ya batió la temporada pasada.