LEGANÉS: Juan Soriano; Marc Navarro (Min. 70, Arnáiz), Bustinza, Omeruo, Awaziem, Kevin Rodrigues; Rubén Pérez, Roque Mesa (Min. 84, Recio), Óscar Rodríguez; En-Nesyri y Carrillo (Min. 70, Braithwaite).

ATHLETIC: Herrerín; Capa, Núñez, Iñigo Martínez, Yuri Berchiche; Beñat, Dani García; Larrazabal (Min. 78, Ibai), Córdoba (Min. 46, Muniain), Raúl García; y Williams (Min. 89, Kodro).

Goles: 0-1: Min. 58; Raúl García, de penalti. 1-1: Min. 61; Óscar Rodríguez.

Árbitro: González González (Colegio Castellano-leonés). Amonestó a Dani García (Min. 75).

Incidencias: Encuentro correspondiente a la sexta jornada de LaLiga Santander disputado en el estadio de Butarque ante 11.036 espectadores, entre ellos varios centenares de seguidores del Athletic.

bILBAO - Regular sí que es este Athletic. Reiterativo es otro término que encaja con una trayectoria sintetizada en que gana en su campo y empata de viaje. Su fidelidad a la media inglesa es máxima y le sirve para continuar instalado muy arriba en la clasificación. También empieza a ser muy previsible, no ya por los resultados que obtiene, sino porque es un equipo en San Mamés y otro en el resto de los campos donde actúa. Y siendo el de ayer su tercer desplazamiento, cabe añadir que no se conforma con conducir por la izquierda, además está encantado consumiendo fish and chips, que viene a ser para el británico como el perrito caliente o la hamburguesa del yanqui, comida poco recomendable desde una óptica nutricional.

Cierto que esa afición al pescado barato con patatas fritas que se sirve en un cucurucho de papel le está permitiendo engordar su casillero, que es el objetivo prioritario en un torneo que dura diez meses, pero resulta innegable que el estómago del aficionado se resiente. El Athletic está confundiendo pragmatismo con vulgaridad cuando frente a un Leganés atenazado por su delicada situación, se dedica a dejar pasar el tiempo con la única intención de amarrar el punto que de entrada concede la Federación y es incapaz de ofrecer algo de juego que se corresponda con el nivel de un equipo con aspiraciones europeas.

Desde luego cuesta mucho digerir su fútbol lejos de Bilbao. Por lo visto, ni la condición de líder le insufla un mínimo de enjundia a sus evoluciones, un compendio de poderío defensivo y absoluta nulidad creativa. Los jugadores podrán agarrarse a la dificultad que entraña atacar a un enemigo que prefiere instalarse en su parcela del terreno a fin de evitar complicaciones y no tiene reparos en permanecer en riguroso repliegue táctico delante de su afición. Semejante disposición claro que supone un inconveniente, no hay espacios para avanzar y abrirlos requiere una pizca de ambición, atrevimiento, precisión. Y sobre todo convencimiento, pero al parecer si el Leganés opta por agazaparse en la confianza de que una acción suelta le otorgue el gol que no busca, el Athletic considera que está legitimado para hacer más o menos lo mismo.

Las precauciones de los madrileños fueron evidentes desde el inicio. Acaso pensaron que enfrente saltarían decididos a por el partido, al fin y al cabo recibían a un rival en racha. Esa renuncia explícita a atacar del conjunto de Mauricio Pellegrino le regaló al Athletic la pelota, un objeto que en media hora no supo conducir hasta el área de Soriano. El argumento ofensivo se redujo a las piernas de Larra y los amagos de Capa, animado al ver a su joven colaborador de banda manejarse con tanto ardor. Los demás, cada cual en su sitio y sin arriesgar un ápice, una pauta que sin embargo no impidió que los errores en las entregas fuesen acumulándose hasta la conclusión del choque.

Gaizka Garitano refrescó el once con cinco cambios: ambos extremos, un medio, un central y también la portería. Tocó todas las líneas. Herrerín regresaba a la que fue su casa y le tocó trabajar más que su colega. Quizá dejó una duda en el gol de Óscar, un golpe franco muy bien tocado que pasó cerca de él, que no emborronaría su hoja de servicios, con varias salidas oportunas y un par de paradas de mérito, algo que Soriano no necesitó hacer. La identidad de los protagonistas no alteró la dinámica de Son Moix o del Coliseo. Energía de sobra en las disputas para salir victoriosos en la mayoría y total inoperancia de cara al remate.

SUSTOS Tanta espesura derivó en una bajada de tensión que el Leganés aprovechó para estirarse cerca del descanso. En algún momento tenía que salir de la cueva y lo hizo con un par de aproximaciones, la primera mal resuelta por Navarro y la segunda, propiciada por un exceso de confianza de los centrales, le dio a En Nesyri la oportunidad de chutar y ahí intervino con acierto el portero. Lo peor fue que a la vuelta de la caseta, esa inercia no cesó. Menos mal que el cabezazo que Carrillo cazó a la salida de un córner fue directo a las manos de Herrerín. Ya estaba Muniain sobre el verde, pero el Athletic no despertaba. Y como suele ocurrir tantas veces, de la nada el partido experimentó un giro brutal. Beñat, una sombra como tantos compañeros, filtró un pase al área y Larra cayó al girarse. Bustinza le había tocado y el árbitro señaló penalti.

Raúl García transformó con seguridad para que el Athletic se encontrase en un escenario impensable. Ganaba sin haberlo perseguido. Un golpe de fortuna le colocaba a un paso del éxito, pero la penitencia no se hizo esperar. Casi en la siguiente jugada el árbitro vio falta de una disputa que se antojaba limpia y Óscar superó la barrera para pillar a contrapié al meta. Vuelta a la casilla de salida: el Leganés se atrincheró de nuevo y al Athletic le queda la ardua tarea de asumir el mando.

Se cobró tres remates, uno, el único que pilló portería a cargo de Williams, al que le salió un churro con todo a favor. El ariete fue otra de las sombras rojiblancas ayer. El insulso dominio murió de inanición. Un montón de pases en zona de nadie y una ración de malas decisiones coparon los últimos veinte minutos. Los relevos introducidos por Garitano tampoco mejoraron nada, en ese sentido decir que los banquillos sobraron. Pellegrino escogió un par de piezas de ataque, pero su tropa no estaba por la labor.

El empate les iba bien a ambos, o esa fue la impresión que quedó flotando. Total, si no habían querido apurar sus bazas antes, para qué ahora que se acercaba la hora de irse a la ducha. En fin, que el abrazo de Butarque se consumó. El Athletic prolonga su condición de invicto y el Leganés se abona al método de la hormiga con la esperanza de salir del agujero algún día.