mIKEL San José (Atarribia, 30 de mayo de 1989) padece una especie de flashback. Mañana se cumplen diez años de su debut como jugador del Athletic, cuando saltó al césped del viejo San Mamés a los 83 minutos del duelo frente al Austria de Viena en la primera jornada de la fase de grupos de la Europa League y después de haber estado inédito en las dos eliminatorias previas ante el Young Boys suizo y el Tromso noruego, ya que ni siquiera entró en las convocatorias de esos cuatro compromisos. El navarro había retornado a Lezama tras su experiencia en el Liverpool y de inicio no entró en los planes de Joaquín Caparrós. Su arranque en el primer equipo fue muy complicado y transcurrida una década el futbolista reciclado como centrocampista revive una situación similar que ensombrece una efemérides tan meritoria que no está al alcance de muchos.

San José ha perdido un protagonismo que no se esperaba, precisamente cuando entra en el último año de su vigente contrato, lo que no es una buena noticia para un futbolista cuando le toca ganarse la renovación. El navarro solo ha jugado un minuto en lo que va recorrido de liga, cuando salió en el tramo final del duelo en el Coliseum Alfonso Pérez y con un Athletic blindado en arrancar el punto que tenía en la mano. En el resto de los tres encuentros disputados ante el Barcelona, Real Sociedad y Mallorca no ha sido citado por Gaizka Garitano, aunque en días anteriores ha sufrido unas leves molestias en la espalda que quizá le dejaron fuera de la expedición a la capital balear. Sea como fuere, el de Atarribia se resigna por el momento a ejercer un papel residual, como le ha correspondido en etapas puntuales durante estos diez años, pero siempre ha superado las adversidades para pasar a erigirse en un hombre con números notables al final de cada campaña.

En aquella primera temporada con Caparrós, el destino le jugó una buena jugada en Viena, cuando en la víspera del duelo de vuelta ante el Austria Ustaritz, por entonces central titular, se lesionó, lo que obligó al utrerano a recurrir a San José, que completó un brillante partido en el Franz Horr Stadion, con gol incluido en la victoria por 0-3 de los leones. Aquello marcó un antes y un después para el navarro, que se hizo con la titularidad también en liga. Únicamente se perdió dos partidos desde que se estrenara en el once ante el Valencia en la décima jornada, cuando con anterioridad solo había asomado un minuto en El Sardinero frente al Racing. San José se ganó su momento. Fue fijo en el último curso de Caparrós en Bilbao, si bien la llegada de Marcelo Bielsa no le favoreció en primer instancia, con una presencia con continuos altibajos, aunque se ganó la confianza del argentino en la segunda temporada de este.

San José se recicló después como pivote en la medular y sus mejores momentos los firmó en la segunda etapa de Ernesto Valverde en el banquillo rojiblanco. No obstante, al navarro le costó arrancar, lo que ha sido norma en su década como león, en la que atesora 386 partidos oficiales y un total de 37 goles, entre ellos el trascendental que abrió la conquista de la Supercopa en agosto de 2015 ante el Barça, en lo que suponía un nuevo título para el Athletic tras 31 años de espera. San José, uno de los pesos pesados en el vestuario, se ha tenido que reivindicar prácticamente partido a partido consciente de que la grada le vigila con lupa, hasta el punto de sufrir ciertas críticas que ha llegado a desactivar a base de compromiso y confianza de los entrenadores. Con Kuko Ziganda lo pasó mal durante dos meses, en los que desapareció del equipo, y la campaña pasada tampoco contó con el respaldo de Eduardo Berizzo en el arranque, ya que no participó hasta la cuarta jornada.