GIRONA: Iraizoz; Ramalho (Min. 75, Doumbia), Alcalá, Juanpe, Raúl García; Muniesa (Min. 64, Valery ); Portu, Granell, Pere Pons, Borja García (Min. 87, Roberts); y Stuani.

ATHLETIC: Herrerín; Capa, Unai Núñez, Iñigo Martínez, Berchiche; Dani García (Min. 73, San José), Beñat; De Marcos, Raúl García (Min. 81, Kodro), Córdoba (Min. 84, Balenziaga); y Williams.

Goles: 1-0: Min. 37; Stuani. 1-1: Min. 53; Williams. 1-2: Min. 59; Raúl García.

Árbitro: Sánchez Martínez (Comité Murciano). Amonestó a los locales Juanpe (Min. 72) y Portu (Min. 80); y a los visitantes Capa (Min. 39), Raúl García (Min. 63), Iñigo Martínez (Min. 79) y Beñat (Min. 84).

Incidencias: Partido correspondiente a la vigésima novena jornada de LaLiga Santander disputado en el Estadio Municipal de Montilivi ante 10.652 espectadores, un centenar de ellos rojiblancos.

Se diría que el Athletic pone la directa de forma oportuna. Haber ganado en Montilivi confirma el fundamento de sus aspiraciones continentales pues, a falta de conocer los marcadores del resto de la jornada, le sitúa en la antesala de la zona de la clasificación donde se reparten los premios a final de curso. No se trata de extraer conclusiones precipitadas, aún quedan muchísimos puntos en juego, sin embargo el triunfo de anoche solo cabe interpretarlo como un paso al frente justo cuando las posiciones se tienen que ir definiendo. Los de Gaizka Garitano cumplieron con su parte, que es cuanto se les puede pedir, y ahora les toca a los demás reivindicar su candidatura.

En un duelo de nivel bajo se puso de manifiesto la superioridad del equipo vencedor. Aunque logró asustar haciendo el primer gol, el Girona acreditó su condición de chollo en campo propio, especialmente por su blandura en defensa, y prolonga una racha de decepciones que arrancó en el mes de octubre. Este dato generaba cierta inquietud dado que el Athletic es proclive a reanimar enemigos alicaídos y, para decirlo todo, no era a domicilio donde se estaba mostrando más resolutivo precisamente. Los malos augurios no obtuvieron plasmación gracias a la enésima demostración de pragmatismo de un conjunto que, como novedad, fue capaz de voltear un marcador adverso.

La actuación estuvo en la línea habitual de los últimos meses. Al margen de las limitaciones sabidas a la hora de llevar las riendas o exhibir recursos en la distribución o creación de situaciones de ataque, casi en ningún momento bajó la guardia en la faceta defensiva. Concedió muy poco y pese a la incomodidad que le planteaba el fútbol a la contra de los catalanes, supo sufrir, se mantuvo concentrado, contundente, y acabó imponiendo su ley a base de fortaleza física y de un índice de acierto elevadísimo en el remate. Luego, una vez se puso por delante, enfocó el trabajo, más si cabe, a impedir las maniobras de un Girona que se fue diluyendo como un azucarillo en el café.

Garitano introdujo varios cambios en la alineación. El regreso de Capa e Iñigo estaba cantado, era previsible que De Marcos conservase la titularidad, pero además tuvieron su oportunidad Beñat, en lugar de San José, y Córdoba desplazando a Muniain a la suplencia. Cabe pensar que el entrenador tomó alguna de estas decisiones mirando con el rabillo del ojo a las siguientes dos jornadas, que se celebrarán la próxima semana. Sea como fuere, la elección a la postre resultó provechosa. El equipo funcionó bien en aquello que mejor suele desarrollar y flojeó en aquellos aspectos en que acostumbra a no dar la talla.

El duelo discurrió anodino a lo largo del primer acto. Dio la sensación de que el Athletic tenía más interés en tocar por abajo, de hecho durante un rato su juego pareció ágil y variado, una impresión que tampoco se alargó en exceso. No es fácil cargar con la iniciativa sin una pizca de precisión e ingenio para profundizar. Antes del descanso anotó una sola jugada de peligro. Dani García sorprendió trazando un pase sobre el desmarque de De Marcos y el centro consiguiente fue rematado de tacón por Williams, manso a las manos de Iraizoz. En el área opuesta el balance fue asimismo insignificante. Un par de balones que Stuani no consiguió dominar y uno más de Portu con idéntica resolución.

Demasiados minutos sin acciones que diesen un punto de realce al espectáculo. El Athletic intentaba dominar y el Girona no le hacía ascos al repliegue. No se hacían daño, eran dos luchadores inofensivos, costaba imaginar cómo y en qué instante se produciría el chispazo que acelerase los corazones del público en un sentido o en otro. No obstante, se empezó a intuir que la posesión del Athletic, plano en la construcción, decaía mientras los centrocampistas del Girona iban asomando paulatinamente. Y así, de la nada, de un saque de banda, nació el gol de Stuani, claro. El lateral zurdo, Carnero, templó sin oposición para que el uruguayo sacase un testarazo incontestable en la disputa con Iñigo, que calculó mal el salto.

Al mazazo no le siguió reacción alguna. En los escasos minutos hasta el intermedio, el Athletic siguió sumido en la inoperancia y el Girona se daba por satisfecho con el botín, exagerado para sus méritos. Lo peor fue que en la reanudación no se percibieron síntomas claros que invitasen a confiar en lo que vino después. Garitano no tocó nada, mantuvo el once y el cronómetro corría. Algo distinto tenía que proponer a fin de explotar la actitud contemplativa del Girona y eso fue el ímpetu invertido por Capa y Yuri. Los laterales que apenas habían llegado arriba se pusieron a percutir, pero sin sacar jugadas limpias hasta que Raúl García vio la subida de Yuri, que apuró hasta la línea de fondo y puso con mucho gusto la pelota en el segundo poste. Allí surgió Williams para cabecear a placer.

la puntilla El decorado experimentó una transformación radical. Como si vieran el miedo en los ojos de los hombres de Eusebio, el Athletic se lanzó como un poseso al abordaje y no tardó en lograr el segundo. Capa abrió largo hacia la banda derecha, Williams se fue por piernas y centró al punto de penalti, donde Raúl García se anticipó a Alcalá para volver a batir a un Iraizoz vendido. El Girona estaba noqueado, seguramente le vendría a la mente la ristra de resbalones que acumula ante su afición y por más que Eusebio se afanó en reactivar a su tropa, fue imposible.

En ello tuvo mucha culpa el Athletic, que si bien renunció a ampliar su cuenta, se aplicó sin reservas a poner todos los obstáculos a su alcance para abortar la presumible réplica del Girona. Iraizoz no volvió a intervenir, pero Herrerín pasó tan o más desapercibido. El partido estaba en el punto que más les conviene a los soldados de Garitano, impecables en el corte y en el despeje. Atentos para neutralizar cada envío en dirección a su área. Firmes para meter el pie y lo que hiciese falta, con tal de continuar frustrando al contrario. El tercer cambio, Balenziaga por Córdoba, no dejaba lugar a la duda. El objetivo era aguantar y dicha tarea se llevó a cabo sin padecer agobio o apuro de ningún tipo. Tres puntos muy ricos y para casa.