ATHLETIC 0-0 BARCELONA

ATHLETIC: Iago Herrerín; De Marcos, Yeray, Iñigo Martínez, Balenziaga; Dani García, Beñat (Min. 56, Beñat); Susaeta (Min. 62, Muniain), Raúl García, Yuri; y Williams (Min. 89, Kenan Kodro).

BARCELONA: Ter Stegen; Sergi Roberto, Piqué, Lenglet (Min. 87, Vermaelen), Semedo; Busquets, Rakitic, Vidal (Min. 63, Aleñá); Messi, Luis Suárez y Coutinho (Min. 75, Dembélé).

Árbitro: Carlos del Cerro Grande (Comité Madrileño). Expulsó a De Marcos, en el minuto 90, por doble amonestación. Además, mostró tarjeta amarilla a los rojiblancos Dani García (Min. 52) y De Marcos (90); y a los azulgranas Lenglet (Min. 72) y Busquets (Min. 78).

Incidencias: Partido correspondiente a la vigésimo tercera jornada de LaLiga Santander, disputado en un San Mamés que colgó el cartel de no hay entradas y cerca del lleno con 47.557 espectadores, según datos oficiales.

bILBAO - El Athletic se rehizo tras la decepción de Anoeta para plantar cara a todo un Barcelona y volver a sumar. En una noche con diversas alternativas, lo que incluye una fase delicada a la vuelta del descanso, lo cierto es que la inmensa mayoría de las jugadas reseñables se localizaron en el área azulgrana. La aparente superioridad que ejercieron los de Valverde no tuvo plasmación en oportunidades, ni siquiera cuando peor lo pasó San Mamés, detalle importante para poner en valor el rendimiento de los locales, que terminaron derrengados y con la sensación de haber acariciado la victoria. A este respecto, se ha de subrayar la aportación de Ter Stegen, clave para entender el desenlace. Sabe bien el empate frente al líder, logro que suele estar carísimo, pero seguramente el 0-0 no refleja con fidelidad los méritos de uno y otro equipo. Bastaría con analizar el peligro generado para concluir que el aspirante más sólido al triunfo fue el Athletic.

Gaizka Garitano diseñó un bloque para trabajar a fondo sin balón y acertó. El Athletic basculó con criterio, cerró todos los pasillos y no se vio incomodado por la posesión del rival. Se diría que el Barcelona no tenía prisa a tenor del mortecino ritmo que imprimió a sus combinaciones desde el comienzo, pero lo que ocurrió fue que delante encontró una estructura muy sólida que nunca le perdió la cara al duelo y que sus elementos más desequilibrantes no comparecieron, tampoco Messi, que estuvo mucho tiempo caminando. Dicen que argentino está lastrado por una dolencia física que explicaría su discreta actuación, pero de eso no tiene culpa el Athletic. Si sale de titular y permanece sobre el césped los noventa minutos es porque él quiere y su entrenador transige.

Qué duda cabe que el Athletic se benefició del bajo tono que exhibió quien habitualmente determina el signo de este enfrentamiento, pero se supone que el Barcelona es una constelación de estrellas y anoche ni una sola, con la excepción del portero, brilló en el cielo bilbaino. Y en esto sí que el Athletic tuvo responsabilidad porque curreló a fondo en terreno propio y fue asimismo valiente en el ajeno. El planteamiento del anfitrión no se limitaba a resistir, pues buscó sorprender pisando el acelerador a la mínima, metiendo dos marchas más en sus despliegues. Una fórmula que dio pie a una serie de llegadas, hasta media docena bastante nítidas antes del intermedio y otras tantas después.

Huelga decir que el desgaste fue brutal y pasó factura en el instante en que el Barcelona despertó de su letargo. No cuesta imaginar que Valverde reclamaría más tensión para hacerse con los tres puntos y sus jugadores se aplicaron. La puesta en escena de la segunda mitad fue otra historia. Hasta Messi revivió, por un rato, lo mismo que Coutinho o los laterales, de modo que afloró el formidable poder de intimidación del campeón, obligando al Athletic a protegerse. Fueron unos minutos larguísimos, se temía lo peor porque resulta imposible aguantarle un monólogo al Barcelona durante medio partido, pero la incorporación de Muniain transformó el panorama. El capitán capitalizó la réplica moviéndose con criterio entre líneas y el Athletic volvió a optar a la victoria con un puñado de aproximaciones con enjundia.

Herrerín fue un espectador más durante el primer acto. Lo más complicado que le llegó fue un chut lejano de Messi que no agarró y supuso un córner. Por lo demás, pases y más pases en zonas no comprometidas, combinaciones cortocircuitadas gracias a una presión ajustada. Yuri fue el primero en probar, le siguió Susaeta para lucimiento de Ter Stegen, que también palmeó fuera un córner envenenado, agarró sobre la línea una vistosa chilena de Raúl García y siguió con la mirada sendos remates de Yeray y Raúl García. Vamos, que se registró mucha actividad en los dominios del portero alemán, prueba de que en el contraste de estilos se alzó vencedor el Athletic, que se retiró a la caseta con un dulce regusto.

Más problemático resultó lo que vino a continuación. El equipo concedió quince metros porque el Barcelona empezó a mover el balón con cierta gracia. Messi era constantemente surtido, pero su contribución se quedó en poca cosa, aparte de unos caños y un par de pases filtrados que no hallaron destinatario. Con él no valen las confianzas, pero era evidente que carecía de inspiración. Por si acaso, el Athletic perseveró, no perdió la concentración, recurrió a la dureza en ocasiones y contó, eso sí, con el aliento de una grada que no podía ser contemplativa ante el enorme esfuerzo desplegado.

A BOCAJARRO Había cogido mala pinta el choque, pero Herrerín seguía inédito. Ingresó San José para reforzar una medular que ya se incrustaba en la defensa y enseguida Muniain, que no tardó en montar una contra finalizada por San José con un zurdazo que lamió la madera. A partir de ahí, el Athletic vio que podía plantear problemas y a ello se dedicó con un empeño loable. Williams le sacó una falta a Busquets, templó Muniain y a punto estuvo Williams de cabecear en el área chica. En plena recta final, se registró la acción más sobresaliente: Muniain sirvió el pase de la muerte y Williams chutó a bocajarro tras deshacerse de su par. La manopla derecha de Ter Stegen, en un alarde de reflejos, frustró el gol que ya cantaba San Mamés.

Aún dispuso el Athletic de un par de oportunidades y llegó la expulsión de De Marcos para complicar el tiempo añadido, pero el Barcelona fue incapaz de crear una situación propicia para apuntillar. Consumido el período extra, el árbitro quiso darle emoción al asunto con una consulta al VAR, por si había algo punible en una disputa al límite en la línea de fondo de Yeray y Dembelé. Falsa alarma. Pitó el final y la afición exteriorizó su agradecimiento al equipo que cerca estuvo de tumbar al líder. Qué mal lo pasó el Barcelona.