Bilbao - Abogada, agente de la propiedad inmobiliaria y presidenta del Athletic en 2006, Ana Urquijo (Bilbao, 16-VIII-1953) responde a la figura de una mujer convertida en “ejemplo pionero de superación de barreras en el camino hacia la igualdad, en ámbitos de dirección especialmente masculinizados como el deporte o el mundo laboral”, tal como destacaron desde Sabino Arana Fundazioa cuando anunciaron su nombre entre las personas galardonadas en la trigésima edición de unos premios que ponen en valor su intachable trayectoria. Urquijo fue la primera directiva del Athletic (1990) y su primera vicepresidenta y presidenta, además de convertirse en 1987 en la primera mujer en acceder a la Junta Directiva del Colegio de Abogados de Bizkaia.
¿Qué sintió al verse entre las personas galardonadas con el Premio Sabino Arana 2018?
-Una enorme emoción. Me llamó Juan Mari Atutxa, presidente de la Fundación Sabino Arana, con el que siempre he tenido una relación muy cordial y de simpatía recíproca, y al principio no tenía ni idea de lo que quería. Me explicó cómo era el proceso de selección y me dijo que este año habían dado el premio a una persona que yo conocía muy bien. Pregunté a quién y me dijo que a Ana Urquijo Elorriaga. Me subió entonces una emoción de abajo a arriba, me sentí muy emocionada y se lo agradecí, porque recibir un premio por una trayectoria me parece algo precioso.
Le agradaría también saber el motivo expreso del premio.
-Sí, cuando lo leí me parecía que no hablaban de mí y me pregunté si yo había hecho lo que decían, porque lo que realmente he hecho ha sido andar, ir avanzando y dar siempre un paso al frente para intentar aprovechar las oportunidades que me ha ido dando la vida. Si eso ha supuesto que en un momento dado los demás piensen que he hecho algo que ha reflejado a una mujer que ha ido avanzando permitiendo que se consigan cosas que puedan ir igualando esta sociedad en la que vivimos, pues me siento enormemente orgullosa.
La califican como un ejemplo pionero de superación de barreras en el camino hacia la igualdad, en ámbitos de dirección especialmente masculinizados. No es para menos sentirse orgullosa.
-Así es. Me siento muy orgullosa no por elevarme a mí misma, sino porque desde pequeña siempre he sido muy inquieta y he estado en todos los saraos. Me interesa todo lo que me sale en el camino y creo que siempre hay que apostar y subirse a los trenes que pasan por tu vida, porque te pueden llevar a un sitio u otro, pero vas a aprender y a mí, en la vida, aprender y forjarme como ser humano siempre me ha interesado desde mi perspectiva de mujer. A lo largo de mi trazabilidad, de hecho, he aprendido que estoy tremendamente orgullosa de ser mujer, pero no frente al hombre, sino con el hombre.
¿Considera que se ha avanzado lo suficiente en la búsqueda de una sociedad igualitaria?
-El camino en el que estamos no es nada sencillo en muchos momentos, pero vamos dejando una huella que no se borra. Las cosas han cambiado muchísimo, no todo lo rápido que quisiéramos, porque todavía hay muchos sitios, áreas y partes de la sociedad donde no se manifiesta que las mujeres tenemos las mismas oportunidades, ni derechos que los hombres, pero sí percibo que hemos avanzado mucho. Cuando en 1990 entré en el Athletic, por ejemplo, era la primera vez que había una mujer en la directiva y tampoco había habido nunca mujeres en el palco, por lo que también fui la primera. En ese momento fui consciente de que había mucho trabajo por hacer. Tengo muchas anécdotas al respecto.
¿Puede contar una de ellas?
-Pues una vez en La Romareda, en Zaragoza, no me dejaron entrar al palco de primeras. Eran principios de los noventa y tuve que enseñar mi carnet de directiva en la puerta para que me dejaran acceder y cuando nos avisaron en el antepalco para entrar ya a ver el partido desde el propio palco, oí otra voz desde la distancia que se dirigía a mí para saber dónde iba. Le dije que iba a entrar al palco y el hombre me dijo que no podía entrar ahí. En ese momento, todas las cabezas de alrededor se giraron para ver qué pasaba. Le pregunté el motivo por el cuál no podía entrar y me contestó que porque era mujer. Yo le dije que, efectivamente, parecía una mujer y a ver si los directivos del equipo contrario podían acceder. Me dijo que por supuesto, le toqué el brazo y le comenté que menuda mala suerte tenía, porque yo era directiva del Athletic. Me di la vuelta y se quedó lívido.
¿Llegó a soñar con ser presidenta del Athletic?
-No. Siempre he tenido metas pequeñas y nunca grandes sueños. Las oportunidades me fueron llegando y es la vida la que me ha ido conduciendo. No siempre he podido disfrutar, pero mi lema siempre ha sido y sigue siendo mirar hacia adelante.
En ese sentido, ¿qué significó para usted ser la primera presidenta en la historia del Athletic?
-Fue un honor. Mi padre me inculcó un amor ilimitado por el Athletic, el cual siento yo también y creo que ejercí el cargo desde una referencia y desde un conocimiento del club muy grande. La situación deportiva, eso sí, fue complicada, porque el equipo estaba en puestos de descenso y en un club de fútbol lo que mandan son los resultados. Pero siempre me guie por la convicción de que íbamos a salir adelante y fuimos sorteando las dificultades que nos encontramos.
¿Se sintió respetada como mujer mientras estuvo al frente del club?
-Absolutamente. Los hombres me respetaron muchísimo y las mujeres me apoyaron mucho también. Después de dejar la presidencia, en todos estos años he tenido la suerte de tener gente anónima que sigue acercándose a mí y me da las gracias. Para mí, eso no tiene precio.
¿Por qué no se presentó a las elecciones de 2007?
-No te voy a negar que me gustaba cuando la gente me animaba a presentarme, pero en la soledad de mi casa valoraba los hechos y tomé la decisión con papel y lápiz, como suelo tomar las grandes decisiones de mi vida. Puse pros y contras y no es que pudiesen los contras, porque nunca hay un contra para estar cerca del Athletic, pero sí los había para mi vida personal. Dediqué alma, corazón y vida al club. Veinticuatro horas y siete días a la semana, pero abandoné mi profesión, mi despacho y no me lo podía permitir.
¿Le gustaría volver algún día al club?
-Cómo no me va a gustar. De hecho, me han propuesto volver a ser presidenta, pero lo he valorado y he pensado que es bueno que venga gente nueva, con ideas nuevas y con esa fuerza y energía que puede tener gente más joven para hacer cosas que vayan poniendo al Athletic en el siglo XXI. Yo siempre voy a estar ahí para lo que sea necesario, pero considero que hay que saber ceder el testigo.
¿Cómo valora la llegada de Aitor Elizegi a Ibaigane?
-En el momento en el que se elige un presidente, todos tenemos que ser de ese presidente y me parece que tanto Aitor Elizegi como su equipo son gente con una ilusión enorme y que ha venido a trabajar mucho por y para el Athletic. Están muy capacitados.
En el plano deportivo las cosas comienzan a fluir con Garitano.
-En el último mes ha cambiado mucho el guion. Berizzo es un gran entrenador, pero no empastó con el equipo y Gaizka ha dado con la tecla. Está haciendo que el equipo se crea que puede ganar, eso es fundamental.
¿Cómo califica el estado de salud que presenta el fútbol femenino?
-Antes ni existía y fuimos uno de los primeros clubes en valorar el acceso de la mujer al fútbol. El club ha protegido y fomentando eso y empieza a ser un reflejo importante de la sociedad. Cada vez se apoya más al fútbol femenino y el miércoles, por ejemplo, va a haber un partido muy importante de Copa en San Mamés. Elizegi me ha invitado y estaré en el palco, porque quiero hacer un apoyo institucional y haciendo, se va avanzando, porque la mujer está irrumpiendo con mucha fuerza en la sociedad sin desnaturalizarnos como mujeres.