bilbao - A punto de entrar en el tiempo añadido, Markel Susaeta atravesaba el campo camino de la banda. Los aplausos empezaron a escucharse en cuanto el cartelón del cuarto árbitro reveló que era el capitán quien debía dejar el partido y fueron generalizándose, amenizando el paseíllo con el que arañaba algunos segundos al cronómetro.

Los decibelios subieron hasta desembocar en una ovación cerrada, con el público puesto en pie. San Mamés exteriorizaba su agradecimiento a la brega y la calidad del mejor jugador del partido.

No es el primer día que Susaeta merece tal distinción. Durante la temporada anterior, pese a que su escasa presencia en las alineaciones, ofreció asimismo un puñado de actuaciones sobresalientes. De hecho, en alguna de esas ocasiones obtuvo un reconocimiento explícito de la grada similar al del sábado. Se trata de episodios que contrastan con la realidad que en los últimos años le ha tocado vivir a un hombre que bate récords casi cada semana. A fecha de hoy, empatado con Aitor Larrazabal, es séptimo en el ránking histórico del club de partidos oficiales disputados.

Lo normal es que acabe superando a leyendas como Jose Mari Orue o Piru Gainza. En mayo, con el cierre de la campaña en curso, es probable que les esté pisando los talones. Así será si continúa entrando en los planes de José Ángel Ziganda. Para hacerse una idea del cambio que ha experimentado su estatus en la plantilla, basta con un dato: acumula 622 minutos de competición, la mitad de los que sumó en la temporada precedente, con diferencia la que peores números registra de su dilatada carrera.

Susaeta tiene a gala ser el futbolista que en menos tiempo ha accedido al cuadro de honor de las estadísticas del Athletic, gracias a una media de 43 partidos anuales. Un modelo de regularidad que sin embargo no ha gozado de la estima que su fiabilidad reclamaría. Quizá, ese déficit de calor en San Mamés, percibido desde hace algún tiempo, obedezca precisamente a su condición de jugador de club. Incluso en un equipo que como el Athletic se nutre del producto que moldea en Lezama, la gente tiende, acaso inconscientemente, a infravalorar aquellos elementos que tiene muy vistos y orienta sus preferencias hacia las novedades, chavales que van incorporándose a la plantilla.

EL RETROCESO La hoja de servicios de Susaeta parecía emborronarse sin remedio. Atravesó una crisis en la temporada 2014-15, estuvo desafortunado, perdió el sitio en las alineaciones y no volvió a recuperar la confianza del entrenador. En los dos años siguientes con Ernesto Valverde, su minutaje fue decayendo. Dejó de ser indiscutible para convertirse en un recurso esporádico. Tomaba parte en muchos encuentros, pero en la mayoría o era el primero en ser relevado o se incorporaba en el tramo final. Contadas eran las veces en que enlazaba titularidades, lo que dificultaba que pudiese reivindicarse.

La situación alcanzó un punto de no retorno a lo largo del año pasado. Los 1.270 minutos que jugó Susaeta estuvieron repartidos en 36 partidos, con el agravante de que su utilización no guardaba relación con el nivel de su respuesta. Daba lo mismo que estuviese acertado o que no porque siempre tenía por delante a otros compañeros. Si brillaba, automáticamente salía del once para no regresar hasta pasados dos o tres partidos. Una constante en un curso donde no cabe aducir que otros más asiduos en los puestos donde Susaeta podía actuar hiciesen grandes méritos, todo ello en un contexto general de retroceso en el fútbol que brindó el Athletic.

Su suerte ha virado con el cambio de entrenador. Susaeta ha participado en once de los catorce partidos celebrados, en ocho de inicio. No es de los que más minutos posee de entre los jugadores que ocupan las demarcaciones ofensivas, aunque su cifra no se aleja de las que lucen Williams (797), Raúl García (896) o Muniain (927), este último ausente en las dos choques más recientes por lesión. Córdoba (507) sería el único de los que frecuentan la rotación por debajo de Susaeta.

A MÁS No es preciso ser perspicaz para concluir que la continuidad que le concede Ziganda influye en el comportamiento de Susaeta, que claramente ha ido a más, como se comprobó ante Valencia y Sevilla. Con la particularidad de que ha modificado su zona de influencia en el campo para beneficio del colectivo. Ya no se ciñe a la banda derecha como antes, a ratos se escora a la izquierda y, sobre todo, se le ve mucho por la franja central, facilitando la salida del equipo. Además de recorrer kilómetros como el que más y colaborar sin reservas en la presión y el robo, nadie sirve tantos balones de calidad para ser rematados, tanto en acciones de estrategia como en carrera. Lo certifican los datos computados en liga correspondientes a los veinte equipos de la categoría.

Ziganda tuvo a bien ensalzar a Susaeta el sábado con una reflexión muy atinada: “Con los años que tiene y sigue jugando como un juvenil”. En efecto, insuperable en implicación y entusiasmo. Markel Susaeta sigue siendo una pieza muy valiosa en el Athletic. Fundamentalmente por el oficio que atesora al cabo de 445 partidos. O sea, porque juega muy bien al fútbol.