bilbao - “Si no te llaman de la selección juvenil inglesa antes de los 15, dejarás el fútbol”. Es la condición que le puso a Stanley Matthews su padre para probar suerte en el fútbol. Su padre, un barbero famoso por sus dotes en el cuadrilátero, quería cultivar un boxeador en su espigado hijo. Stanley aprovechó la oportunidad: en poco más de un año la selección juvenil llamó a sus puertas. Su talento hizo que el Stoke City lo fichara siendo un crío y dejase sus trabajos como albañil y en la barbería de su padre.
Así nació la historia que cautivó a Ryan Scott Warren para rodar la película Matthews, que ayer se entrenó en el marco del Thinking Football Film Festival. El realizador americano no podía creerse que “el que fue uno de los más grandes jugadores de la historia no tuviera ninguna película sobre él”.
Matthews jugó en el Stoke City entre 1932 y 1947. Nada más llegar consiguió el ascenso a Primera División y en solo dos años ya era internacional absoluto. La clave de su éxito estaba en un estilo de juego rompedor. “Tenía un control brutal del balón”, explica Ryan Scott Warren, “fue el primer jugador que empezó a cultivar habilidades con el balón. En su época todo el juego era muy directo y práctico. Él puso el punto de magia. Era como ver jugar a Messi con niños”.
Pero no todo fue un camino de rosas en la carrera de Matthews. Encontró a su archienemigo en el entrenador Bob McGrory, quien llegó a denegarle un aumento de sueldo, lo que provocó que el jugador pidiese ser traspasado a otro club en 1938. Al conocerse la petición, 3.000 aficionados se manifestaron ante la sede del club para que el jugador cambiara de opinión. Finalmente, Stanley no cambió de camiseta... por el momento.
La Segunda Guerra Mundial hizo que el jugador se trasladara a la ciudad de Blackpool, en cuyo equipo llegó a jugar varios partidos durante la contienda. Al término del conflicto regresó a las filas del Stoke City, donde retomó su guerra particular con McGrory. El técnico aprovechó una lesión de rodilla del jugador, que ya tenía 31 años, para traspasarlo al Blackpool a cambio de 11.500 libras.
Era 1947 y el Blackpool se convirtió en su segunda piel hasta 1961. En 1952 el Stoke City despidió a McGrory e intentó repescar a Matthews, ofreciendo 12.000 libras, pero el técnico del Blackpool, Joe Smith, susurró una contraoferta al oído del jugador: “Muchos dirán que estoy loco, pero aunque tengas 37 años, creo que tu mejor fútbol está por venir”. El jugador no cambió de equipo y terminó ganando la FA Cup de 1953.
Matthews jugó los mundiales de 1950 y 1954, pero su mejor partido internacional fue un amistoso en el que arrasó a Brasil por 4-1. Quizás ese partido le dio la dimensión mundial necesaria para ganar el primer Balón de Oro de la historia, que se otorgó en 1956. “Ahora es común ver estrellas globales en muchos deportes: Michael Jordan, Mohamed Ali, Messi? pero en aquella época no era así”, aclara el director de la película sobre Matthews, “una de las primeras estrellas fue Matthews por su manera de jugar y porque era un hombre muy amable, tranquilo y que iba dejando un aura. En aquel momento no había ninguna duda de que el mejor jugador del mundo era Stanley Matthews. De hecho, darle el Balón de Oro a Matthews le aportaba más al Balón de Oro que a Matthews”.
En 1961 Stanley Matthews regresó al Stoke City, donde jugó otras cuatro temporadas. Antes de su retirada fue nombrado Caballero del Imperio Británico, siendo el primer futbolista en recibir esta distinción. Se retiró con 50 años y en su partido de despedida abandonó el terreno de juego a hombros de Puskas y Lev Yashin.
Tras su retirada, Matthews fue nombrado embajador de la FIFA y puso en marcha numerosos proyectos para fomentar el fútbol en África, continente del que se enamoró. “Al llegar a Sudáfrica no entendía el apartheid. Cuando llegó allí había en el aeropuerto una línea que separaba a blancos y negros. Vio a unos niños negros jugando al fútbol y pidió que pararan el coche para verles. El chófer se puso muy nervioso. Se pasó media hora jugando con ellos. Que jugara un blanco con niños negros fue increíble”, describe Warren. Su lucha contra la segregación racial hizo que uno de sus pupilos africanos lo apodase El negro con cara de blanco.
Matthews falleció en 2000 a los 85 años y su funeral reunió a 100.000 personas. Una urna descansa en el centro del Britannia Stadium con los restos del primer 7 de la historia.