Vamos, que habrá que lamentar que Caparrós no buceara un poco más en esos antecedentes vascos que buscaba en el árbol genealógico de Vicente Iborra, quien desveló en la entrevista concedida a DEIA ese secreto que se tenía guardado el de Utrera, ansioso por encontrar ese rastro que hubiera llevado al hoy sevillista al Athletic durante su época en el banquillo rojiblanco. Como se sabe, Iborra es valenciano, de Moncada, y no vasco. Y como se sabe es un especialista en fastidiar al Athletic, como ya lo hiciera en el decisivo encuentro de ida de la eliminatoria de cuartos de la pasada Europa League, cuando firmó el 1-2 en San Mamés. Ayer ejerció de nuevo de verdugo, al hacer el único gol de un partido en que la falta de pegada castigó al colectivo de Ernesto Valverde, al que no le valió su buen juego para evitar coleccionar una nueva derrota lejos de Bilbao, lo que se está convirtiendo en un mal endémico.
El Athletic necesita profundizar en la reflexión de lo que le sucede cuando comparece como visitante. Sus números merecen una corrección. No marca en liga en sus desplazamientos desde el pasado 28 de noviembre, cuando lo hizo en Las Palmas y que, para más inri, no le valió para puntuar. Desde entonces, encadena cinco encuentros consecutivos -Betis (1-0), Leganés (0-0), Barcelona (3-0), Valencia (2-0) y Sevilla (1-0)-, sin ver puerta en los duelos foráneos. Casi 500 minutos de sequía, un dato demoledor y más si se tiene en cuenta el sonoro fracaso en Nicosia, donde tampoco fue capaz de marcar ante un rival menor y en un partido que supuso el fin prematuro a su recorrido en la competición continental.
Valverde, inmerso en las quinielas para ser el próximo entrenador del Barça, debe dar muchísimas vueltas a la cabeza en su búsqueda de soluciones que pongan freno a esta desastrosa racha. La ausencia de Aduriz quizá tenga algo que ver, pero también es cierto que con el donostiarra en el césped, el conjunto rojiblanco no ha sido capaz de lucir pegada, hasta el punto de que acentúa su condición de equipo menos goleador como visitante, con una tarjeta de siete tantos, de los cuales casi la mitad los ha ejecutado Raúl García, que ayer lo intentó por activa y por pasiva para volver a hacer gol en el Pizjuán, como ya lo hiciera en la mencionada eliminatoria europea, truncada por el fatídico penalti que erró Beñat, al que su pasado bético le condena a la sonora pitada en la casa sevillista.
distancia europea El Athletic desplegó un buen fútbol, lo que es una buena noticia. Pero le faltó el gol, que es el que da puntos. Es un mal que debe sanar cuanto antes, porque la zona europea, que es el único objetivo que le queda a los rojiblancos, queda ya a cuatro puntos de distancia, al mismo tiempo que el Eibar también ha superado a los leones, que no se pueden fiar únicamente a su solvencia en San Mamés, donde no pierde desde hace medio año.
Precisamente, Ipurua es uno de los campos que le resta por visitar hasta final de curso, por lo que ese derbi puede ser determinante en la consecución o no del reto marcado. Antes de desplazarse a la localidad armera, el equipo de Valverde debe comparecer en Anoeta, el próximo viaje; en El Sadar, donde le espera un Osasuna prácticamente desahuciado al descenso; y en El Madrigal, que se le da fatal históricamente. Para la recta final, emergen las citas en Balaídos, Mendizorrotza y el Calderón, también muy exigentes. Valverde lo sabe y el vestuario, también, conscientes de que jugando como anoche tienen más posibilidades de sumar puntos. Sin necesidad de indagar en los antecedentes de Iborra.