Ander Murillo (Donostia, 26-VII-1983) dice sentirse un privilegiado por encadenar cinco años en el AEK Larnaca y, claro está, por haber ejercido en el Athletic durante ocho campañas. La eliminatoria que ha emparejado al conjunto rojiblanco con el APOEL Nicosia, al que se ha enfrentado en numerosas ocasiones en este ultimo lustro, ha acentuado su morriña. No fallará mañana en el GSP Stadium, donde será un aficionado más, y subraya su enriquecedora aventura en Chipre, donde ha echado raíces junto a su mujer Merce y sus tres hijas: June (8 años), Ane (5) y Maddi (3), esta nacida en Larnaca. En una entrevista concedida a DEIA, acerca su perfil más cercano y humano y repasa su pasado como león, donde tuvo que torear con las críticas y su escaso impacto mediático.

En primer lugar, zorionak por su gol del domingo (el primero del AEK Larnaca frente al Omonia, 4-2). ¿Cómo se celebra cuando no se está acostumbrado a marcar?

-La celebración fue lamentable (risas), pero sí hace ilusión porque soy un jugador que no marca muchos goles. Además, fue el primer gol en un partido importante, porque jugábamos contra el quinto clasificado, con lo que si nos ganaban ellos, nos pasaban. Llevábamos una serie de partidos buenos, pero no teníamos resultados. Fue el que abrió la lata y siempre es positivo. Es mi segundo gol este año, que me hace especial ilusión.

Como jugador del Athletic solo hizo uno.

-Y fue con el hombro.

¿Lo recuerda?

-Como si fuera ayer. El equipo contrario era el Deportivo de Joaquín Caparrós. Remate un córner y luego nos empataron en una falta.

Es su quinta temporada en el AEK Larnaca. ¿Qué le ha seducido para llevar tanto tiempo en el equipo chipriota?

-Principalmente, el tema deportivo. Me invitaron a pasar un fin de semana, porque no estaba seguro a dónde venía y estoy hablando de hace cinco años. Ahora venir a Chipre es más sencillo. Da menos pereza venir. Hace cinco años no había ningún jugador de la liga española, ahora hay treinta. Aquel año estaba Jordi Cruyff (por entonces director deportivo del AEK), vine con mi mujer, me sorprendió tanto que me quedé. Firmé en ese mismo fin de semana, mi mujer se fue de vuelta a casa, me fui a comprar unas botas a la tienda y empezó mi aventura. Ese primer año nos clasificamos para la fase de grupos de la Europa League, hicimos una campaña muy buena, a la siguiente no nos clasificamos para Europa. Tuvimos un problema económico gordo hasta que vino el actual presidente, que dio una vuelta a todo el club. Hizo un campo nuevo y un proyecto que nos hizo crecer. Ven que haces un esfuerzo para venir a una liga menor y te respetan. Es verdad que he hecho unas buenas temporadas. Más allá de lo profesional, el clima es muy bueno.

Son seis los jugadores vascos los que compiten en la liga chipriota. ¿Se está convirtiendo en una especie de retiro dorado?

-En cierta manera, puede ser así. Es complicado traer gente de ligas importantes con una edad interesante, entre 25 y 30 años. Cuando pasas de los treinta tiene que ser un caso especial, como el de Aduriz. Igor Gabilondo vino aquí con 32 años, David Catalá ha llegado con nosotros con 36, Arruabarrena, Garrido... Tiene su sentido que, después de haber vivido muy intensamente el fútbol de primer nivel, con todo lo que entraña, que se vive muy rápido, si buscas algo más sereno, más calidad de vida.

¿Se cobra bien en el fútbol chipriota?

-Aquí se busca otra cosa. Buscas jugar al fútbol, seguir siendo competitivo, seguir peleando por ganar la liga o la Copa, pero el dinero baja muchísimo y elevas muchísimo la calidad de vida. Ir por la calle y que no te diga nadie nada.

Todo es distinto. El impacto mediático, las instalaciones, que no son como las de Lezama...

-Por supuesto. Estamos hablando de cosas totalmente diferentes. El Athletic es único en todo y luego, a partir del Athletic, están los demás equipos.

¿Qué queda del Ander Murillo que se fue del Athletic?

-La base. Yo me crié allí y con 15 años me fui de Donostia a la residencia del Athletic que, por cierto, fueron mis mejores años. Ese periodo en la residencia fue determinante para que debutara en el Athletic y estuviese tantos años en la élite y haber vivido todo lo que he vivido al más alto nivel. Cuando estás metido en el lío no te das cuenta, porque vas a mucha velocidad y crees que todo lo que está pasando se acaba. Quiero decir que parece que todo lo que pasa hoy es importantísimo. La gente ya se va olvidando y al final es un círculo. Hay muchos medios, la masa social es brutal, todo el mundo te anima, te critica... De todo eso aprendes. Cuando vienes al extranjero parece una balsa de aceite, aunque cobres diez veces menos. Salir del Athletic te da un punto de madurez. También es cierto que me hubiera gustado quedarme en el Athletic toda la vida, haber sido un Andoni Iraola, un Carlos Gurpegi, un Aitor Larrazabal... gente que empieza y acaba su carrera en el Athletic. Ser valorado en tu casa es lo mejor que hay.

Esta eliminatoria entre el Athletic y el APOEL le habrá acentuado la morriña.

-Muchísimo, desde el sorteo. Conoces los dos lados y es especial.

¿Le ha consultado Valverde?

-No, Ernesto tiene su gente, sus medios.

¿Y algún compañero?

-Sí, pero más que por el rival es por la ciudad, por cómo estoy, por mi experiencia...

¿Qué le espera mañana al Athletic?

-Le espera un partido muy complicado, le espera un infierno. Es un equipo que en su campo aprieta mucho y, además, tiene un resultado que para ellos no es lejano. No es un 3-0 o un 2-0, es un resultado al que le pueden dar la vuelta. Les hace tener esperanza y eso les hace más peligrosos. A pesar de que su campo no es cerrado, su gente hace muchísimo ruido. Aunque el Athletic tiene calidad suficiente como para sacar la eliminatoria adelante.

Hay cierta preocupación por lo que se puede encontrar la afición rojiblanca tras los incidentes en Bilbao. ¿Retrata ese grupo a la hinchada del APOEL?

-No. El aficionado chipriota en general es visceral, pero ocurre como en la liga española hace años, que surgían esos grupos, esos frentes que cada vez hay menos. Aquí existen en todos los equipos, pero esos grupos se buscan entre ellos. No creo que vayan a por un aficionado en la calle. Espero que sea así y los aficionados que vengan puedan estar tranquilos.

¿Le sorprendió el 3-2 de la ida?

-Sí. Si juegas muchos partidos como el del otro día lo lógico es que te vayas con más goles a favor. No hubo acierto, pero el APOEL es un equipo que está acostumbrado a jugar en Europa y los momentos que iba a tener en San Mamés, tres o cuatro, los podía aprovechar, como así hizo. Lo que hay que hacer es ir a por el partido.

¿Qué puntos débiles tiene el APOEL?

-El Athletic es superior y más que analizar los puntos débiles del APOEL lo que tiene que hacer es serlo sobre el campo. Pero diría que es un equipo muy físico con jugadores muy rápidos por bandas. El Athletic, eso sí, tiene que ser más agresivo y más intenso.

¿El 3-2 y la ausencia de Aduriz hacen que el Athletic no sea ya tan favorito?

-Sigue siendo favorito. Tiene muchas variantes arriba para jugar con diferentes futbolistas y diferentes maneras de hacerlo, con futbolistas de mucho nivel. Aduriz, por lo que representa, por lo que aporta, por el respeto que proyecta, sí es un jugador en el que se fija el contrario, pero el Athletic tiene recursos suficientes para imponerse.

Llegó a Lezama desde el Antiguoko junto a Iraola y Aduriz, y fue el primero en debutar en el Athletic, con solo 18 años. ¿Cómo rememora aquellos inicios?

-El debut fue alucinante. Fue un golpe de suerte. Fue la última vez que el Athletic ganó en el Camp Nou (1-2, en noviembre de 2001). Cumplí un sueño y me consideré un afortunado.

Usted es hijo y sobrino de exjugadores de la Real Sociedad. ¿Se considera una especie de oveja negra de la familia?

-Ni mucho menos. Me fui muy joven y en casa nunca mamamos la Real. La Real nunca me llamó ni se interesó por mí cuando estaba en el Antiguoko. Me fui a Bilbao y en casa nunca me apretaron por ello, quizá mis suegros (risas)...

En aquellos tiempos Heynckes, el técnico que le hizo debutar, acuñó aquella frase que ha pasado a los anales: “Jugarán Murillo y diez más”. ¿Cómo la valora con el paso de los años?

-En ese momento el entrenador me quiso defender. Tenía presión porque veníamos del empate a 3 en el Vicente Calderón con tres goles de José Mari y tres de Isma (Urzaiz) y yo seguramente hice un mal partido, como otros muchos. Heynckes me quiso defender, pero cuando quieres defender a alguien con estos titulares, se te puede volver en contra. Y se volvió en mi contra, en parte por culpa de mi rendimiento. Esa misma semana y tras esas palabras cometí un fallo ante el Rayo que nos costó un gol. Se me fue un control largo y, para más inri, marcó Bolo. Aquello me hizo daño. Estaba jugando yo de titular y Aitor Karanka estaba en el banquillo. El entrenador asumió una gran responsabilidad al apostar por un joven como yo y dejar en el banquillo a un jugador que había vuelto para ser titular e importante. Después de aquello dejé de tener protagonismo y entró Aitor. Es una anécdota que ha quedado en Bilbao, pero tampoco le doy más vueltas.

Heynckes le marcó y después ejerció en los dos cursos de la primera etapa de Valverde. ¿Qué huella le dejó?

-Con Ernesto fue cuando más importante me sentí. El equipo iba bien y jugué muchos partidos, sobre todo en el segundo año, en el que me sentí muy protagonista. Aquella fue una temporada muy completa, con el 1-7 en Lieja, la semifinal de Copa... Ernesto reconoció lo que yo podía ofrecer.

Por entonces se valoraba su polivalencia. ¿Aquello jugó a su favor o le pudo perjudicar?

-Eso pasa siempre. Cuando un jugador juega en muchos puestos y los once están disponibles lo normal es que no juegues. Pero yo me sentía parte del grupo.

No se sabía si Murillo era central, lateral, centrocampista...

-Yo tampoco lo sabía.

¿Y qué se consideraba?

-Siempre me he considerado central, pero en el Athletic por entonces había mejores jugadores que yo y eran los que jugaban. Solía jugar en posiciones en las que por circunstancias no había nadie. Por ejemplo, jugué un montón de partidos con Iraola en el centro del campo. Me tocó ejercer un papel muy complicado a nivel personal. Pero al final, por hache o por be, salió bien.

A Ander Murillo se le recuerda como un jugador con poco impacto mediático y en muchos partidos llegó a ser objeto del pimpampum.

-Nunca he tenido impacto mediático. Cuando estás metido en una burbuja y va todo muy rápido, hay jugadores que creen que todos van en contra suyo. Algunos tendrán razón. La prensa le puede tener más cariño a uno que a otro. Al final sois personas y os puede gustar uno más o menos. Y es respetable. Te puedes obsesionar.

¿Se sintió maltratado por las críticas?

-No. Considero que las críticas son por algo, sería porque pensaban que lo podía hacer mejor o porque los partidos que hacía no eran buenos. Nunca achaco nada a la prensa, salvo que sea algo desmesurado. Lo que tienes que hacer es sumar y ser honesto contigo mismo y con el compañero, porque al final el tiempo te da, aunque sea fuera del Athletic.

Después llegó el llamado bienio negro. ¿Cómo gestionaron aquella zozobra con la amenaza del descenso tan cerca?

-Fueron momentos muy complicados. Me gustaría que la gente entendiese que yo soy del Athletic, como el 90% de los jugadores que pasan por el Athletic, que engancha. El sentimiento del Athletic es tan bestia que contagia. Transmitirlo al aficionado que siente tanto la responsabilidad de llevar la camiseta del Athletic, en esos momentos duros, es difícil. Todo era cuesta arriba.

Con Caparrós vivió la otra cara amarga a nivel personal. Se fue por la puerta de atrás sin hacer ruido.

-No me gusta hacer ruido. Me sentí querido por la gente del Athletic. Con Caparrós no jugaba y sin jugar, el club me renovó. El primer año salí cedido al Salamanca y en el segundo me rescindieron el contrato. Pero por eso no pienso que saliera por la puerta de atrás, ya que el club siempre confió en mí.

Sus números están ahí: 157 partidos en ocho temporadas. ¿Con qué encuentro se queda y cuál borraría?

-Me quedo con el del debut, sin duda alguna. Y no borraría ninguno, porque todos te sirven para aprender. Cundo te vas haciendo mayor, te das cuenta de que todo pasa por algo. Me gusta mucho el fútbol, leer acerca de ello, ver partidos, interesarme por jugadores... Todos los partidos te dan algo.

¿Proyectaba imagen de introvertido?

-Probablemente. Era una persona introvertida, quizá era difícil de cara a la gente. He cambiado un poquito. Empecé con 18 años y me salté pasos de formación, de juveniles a jugar en Primera División. A medida que sales, no tienes más remedio que darle la vuelta.

Le voy a dar un dato. De la plantilla de la temporada 2001-02 es el único que está en activo.

-Y espero que siga siendo así durante más tiempo. De momento tengo contrato con el AEK este año y el siguiente, y cuando cuelgue las botas seguiré vinculado al fútbol.