DESPUÉS de siete jornadas seguidas sin acabar con la puerta a cero, Gorka Iraizoz respiró por fin tranquilo. El debate sobre las debilidades defensivas de los rojiblancos está instaurado en San Mamés desde que arrancó la temporada. Los números cantan. Ser uno de los equipos más goleados del campeonato tampoco ayuda. Pero ante el Celta, los hombres de Marcelo Bielsa comenzaron a mostrar algunos brotes verdes en la zaga, aunque es cierto que Paco Herrera ayudó con su planteamiento. El conjunto celtiña, con Iago Aspas como referencia en la delantera y con Mario Bermejo en una posición más retrasada de lo normal, apenas inquietó la portería defendida por el meta navarro. Un lanzamiento entre los tres palos durante los noventa minutos no es un bagaje para echar cohetes, sino todo lo contrario. Una falta de producción ofensiva del club celeste que, en parte, estuvo provocada por el buen trabajo defensivo de los leones.

Por cuarta vez en lo que va de Liga, el Athletic acabó con la puerta a cero. Ante Valladolid, Málaga y Osasuna, los tres partidos en San Mamés, los rojiblancos fueron capaces de no encajar un tanto. Un dato positivo tras una tarde de poco fútbol en La Catedral. Con 32 goles recibidos en quince jornadas, frenar esta inercia es fundamental para que el conjunto bilbaino empiece a sumar puntos de tres en tres. Como ayer, donde, pese a disponer de contadas ocasiones para dar la puntilla al Celta, el buen trabajo atrás de los leones evitó un disgusto de última hora. Y eso que tanto Amorebieta como Ramalho comenzaron el partido con algunas imprecisiones.

El de Cantaura, que por segunda vez en lo que va de curso lució el brazalete de capitán, se cargó a las primeras de cambio con una tarjeta amarilla. Se lo puso fácil a Teixeira Vitienes. Iago Aspas, con veinte quilos y diez centímetros menos, le ganó la posición en un balón franco para él. Y, superado tras perder la posición, Amorebieta le hizo una falta al borde del área muy peligrosa. Era el minuto 12 y uno de los centrales del Athletic ya estaba amonestado. Por suerte, tanto Borja Ekiza como Mikel San José se fajaron a fondo y evitaron que su compañero se jugara la expulsión.

Pero fue la actuación de San José la que más convenció a la parroquia bilbaina. El navarro tenía la difícil papeleta de sustituir a Ander Iturraspe, un fijo para Bielsa en la sala de máquinas rojiblanca. Lo mejor que se puede decir de San José es que no se echó en falta al de Matiena. Estuvo seguro en el pase, rápido en la anticipación y robó un buen número de balones. Una actuación que le debe servir para coger el tono de juego de otras temporadas.

los nervios de ramalho El que fue de menos a más sobre el terreno de juego fue Jonás Ramalho. Después de sufrir hace una semana en el Camp Nou las acometidas de Iniesta, Messi y compañía, el de Lamiako cumplió ante el Celta. Aunque la actuación del sustituto de Andoni Iraola en el lateral derecho fue de menos a más. Dubitativo, en un primer momento, a la hora de incorporarse al ataque, con el paso de los minutos, Ramalho se quitó la presión y mostró una versión más aseada. Lo mismo que Ekiza. Rápido en el corte y sin complicaciones, el de Iruñea se ha afianzado en el centro de la zaga hasta que Carlos Gurpegi se recupere de su lesión muscular.

Ahora, después de recibir al Eibar en el desenlace copero, toca viajar a Mallorca. Y, de lo que no hay duda, es de que mientras el equipo continúe sin encajar goles, los puntos seguirán llegando.