Bilbao. "Es raro, es raro". Iñaki Lafuente va acostumbrándose a la vida sin la portería. Ahora sus dos hijos se llevan todo el cariño que pueden desprender sus manos. Estuvo nueve campañas en el Athletic; unas veces titular, otras, suplente; unos años muy buenos -clasificación para la UEFA, llegada a semifinales en Copa-, otros muy malos -los temblores del bienio negro-. Este verano decidió retirarse, adelantándose quizás un poco al tiempo por las lesiones musculares. Es momento de repasar su carrera.
Mira para atrás y ¿qué ve?
Ahora, con más tiempo y más perspectiva, valoras mucho más lo que ha sido tu vida deportiva. Antes, en el momento, no las valorabas y no te dabas cuenta de muchas cosas.
Por hablar de uno de los partidos que quedan grabados: ¿Cómo recuerda su debut con el Athletic en Copa contra el Melilla en noviembre de 1999?
Fue un poco curioso porque ya venía de estar cedido en el Elche y acabábamos de conseguir el ascenso a Segunda A en ese campo y poco después, se da la casualidad de que debuto ahí con el Athletic en Copa. Fue un partido un poco raro, que terminamos empate a dos.
¿Con qué momentos se queda?
Son muchos años, muchas experiencias... desde poder compartir vestuario con jugadores con una trayectoria increíble, hasta poder entrenar codo con codo con el Txopo... y multitud de partidos.
¿Con qué jugadores entabló más amistad?
Ha habido muchos. Si algo tiene el vestuario del Athletic es que es fácil hacer amigos. En mi caso, compartía habitación con Edu Alonso y entablé una buena amistad que aún sigo manteniendo. Luego, he podido disfrutar de compañeros como Tiko, Mari Lacruz, Ezquerro... Te diría mil y me dejaría alguno seguro.
¿Qué entrenador le ha marcado?
Siempre intentas quedarte con lo mejor de cada uno, aunque es evidente que guardas mejores recuerdos de unos que de otros. Por destacar alguno, aunque pueda parecer un poco injusto, yo tengo un grandísimo recuerdo de Valverde.
Bueno, es que esa etapa fue muy buena.
Sí, fueron unos años muy bonitos. Es cierto que el equipo venía de unos años bastante buenos con Jupp Heynckes, pero aun así la dinámica que le dio Ernesto, el grupo que se creó, los buenos resultados...
Luego llegó la época mala, muy mala...
Fueron temporadas con mucha tensión, sufrimiento... pero bueno, nueve años en el Athletic dan para mucho y al final he pasado por todas las situaciones. Son momentos complicados que por suerte se sacaron adelante, con mucho esfuerzo, haciendo una piña tremenda. ¿Cómo fue ese partido contra el Deportivo que certificó la salvación y en el que estaba bajo palos?Tengo el recuerdo de estar con Pablo Orbaiz en la habitación y ver que los equipos que estaban abajo y que estaban jugando antes que nosotros iban ganando... nos estábamos quedando solo cuatro en la pomada... eso quieras o no ¡hostia! Te aprieta el pecho como diciendo: "Madre mía, en qué situación nos encontramos". Sin embargo, luego el equipo respondió de una manera magnífica y por suerte dimos la cara y nos salvamos.
En el siguiente curso hubo que esperar hasta la última jornada de Liga, en esa ocasión estaba Aranzubia de titular. ¿Cómo fue esa agonía?
Son momentos muy angustiosos porque van pasando las jornadas y ves que no sales de ahí y tener que jugarte toda la temporada en un partido es muy, muy complicado.
Con Aranzubia mantuvo una pelea muy equilibrada por la titularidad.
Era una pelea bonita. Yo siempre he destacado que si se generaba debate sobre la portería era algo bueno. Evidentemente cuando uno no juega lo pasa mal, pero durante ese tiempo tuvimos nuestras alternancias.
Después llega Iraizoz con Caparrós y el técnico no cuenta con usted desde un primer momento.
Fue duro. En ningún momento pensaba que me iba a tocar salir con esa edad del Athletic. Pero llegó Caparrós y no contaba conmigo. Hubo una primera cesión porque Ernesto también quería que fuera al Espanyol. Por decirlo de alguna manera, fue el principio del final de mi etapa en el Athletic. A uno, después de tantos años le habría gustado terminar de otra manera, quizás te queda un poco el sabor amargo de haber podido disfrutar de una salida del Athletic de otra forma, pero fue la que fue y la tomé como vino. He tenido la suerte, dentro de que dejé el club de mi vida, de haber disfrutado de otros vestuarios e, incluso, eso hace que crezcas más como jugador y persona.
¿Se ha sentido valorado en Bilbao?
Totalmente. Siempre lo he dicho, yo tengo mucho más que agradecer al Athletic que él a mí. Me habría gustado despedirme de otra manera del Athletic, pero aun así he sido un privilegiado por haber podido estar tantos años en este club.
¿Cómo ha sido la última etapa de su carrera en el Numancia?
En Soria me he encontrado una auténtica familia. La pena ha sido que en el ámbito deportivo, al poco de llegar, empecé a tener lesiones, cosa que hasta entonces no había tenido, y no pude tener continuidad. Y en cierta medida esa es una de las causas, después de mucho sufrimiento, por las que este verano decidí dejarlo. Si no, si físicamente me hubiera encontrado bien, me habría gustado continuar, no sé si en Soria o por aquí cerca. Pero no podía estar sufriendo continuamente.