gijón

En medio de la noche, en una sidrería, donde moja la garganta Gijón, sus gentes, un grito a modo de himno se adueñó del local: ¡Ari, ari, ari... Toquero lehendakari! Tronaban los gaznates de un grupo de jóvenes aficionados del Athletic. Uno de ellos lucía la camiseta con el dorsal 31 de Jonás Ramalho. A medida que la sidra se integraba en el cancionero de los hinchas del Athletic, un grupo de gijoneses se sumó al coro. En la sidrería se fundieron dos aficiones en la noche del sábado. El domingo amaneció con la mareona, (así se conoce a la afición del Sporting) pero la de Bilbao. Alrededor de El Molinón tras pasear en paralelo a la playa de San Lorenzo, el arenal que acoge al cantábrico soleada la mañana gijonesa, la hinchada se reunió para el partido. Misa de doce. Las nuevas costumbres. "Es un buen lugar para pasar el fin de semana. Y si ganamos, ya ni te cuento", argumentan los aficionados, en riada desde Bizkaia.

La mezcla en el perímetro del campo, ambos equipos comparten colores, la rompía el acento y los aupa, gero arte y agur. Es lo que diferenció a dos hinchadas que propulsaron a Athletic y Sporting en un estadio rebosante, repleto de sentimiento, que iba y volvía de una a otra portería. En El Molinón, con el aspecto modernizado, eliminadas las arrugas y las patas de gallo, la presencia bilbaina fue notable. Ikurriñas y banderas del Athletic recibieron al autobús del equipo, que nunca caminó solo en Gijón aunque lo hiciera a trompicones frente a un conjunto espinoso, repleto de hueso y aristas.

No tardó la afición en entenderlo así y arropó a los de Bielsa en cada pasaje, consciente de que en escenarios complejos y duros como el de ayer, ante un rival árido en cada baldosa del campo, la manta del ánimo era imprescindible, llevara esta la camiseta más moderna o se tapara la cabeza con una txapela clásica, de las de toda la vida. Y entre sustos varios, el éxtasis del gol de Susaeta, que provocó la afonía y el desánimo de los sportinguistas, y el lamento por el empate de Bilic, los aficionados suspiraron tras la prodigiosa parada de Iraizoz. Resoplaron. "Menos mal", se escuchaba antes de que ovacionaran al Athletic conscientes de que el botín era bueno. Los hubo que saborearon el punto por Gijón, bebiéndoselo con sidra.