OTRO punto fuera de casa y otra vez ganado a pulso. Visto lo visto en El Molinón, la entereza del Athletic debe ser el primer aspecto a resaltar. Al margen del dato que dice que lleva sin perder ocho partidos consecutivos, seis de Liga, suficientemente elocuente a este respecto, no cabe obviar el cúmulo de desgracias que se viene cebando en el grupo de Marcelo Bielsa a lo largo de las últimas semanas. Un vistazo a la alineación que terminó el partido con el Sporting ahorraría mayores disquisiciones. La misma cuenta puede hacerse repasando la lista de ausentes en esa fase decisiva del partido, que equivale prácticamente a la considerada columna vertebral del equipo: Gurpegi, Ekiza, Amorebieta, Javi Martínez, Muniain y Llorente, a quien el técnico retiró por precaución en cuanto el Athletic tomó ventaja en el marcador, a fin de que no forzase más su delicado estado.
Cargando con todo esto y sumando el estado infame del terreno y el indisimulado caserismo del árbitro (¿hubiese pitado la falta de Barral sobre Iturraspe a cinco de la conclusión de no haber detenido Iraizoz el remate sobre la línea?), el Athletic se mantuvo en pie exhibiendo un comportamiento más que digno. La acusada precariedad en que se está moviendo todavía no ha podido doblegarle, aunque ayer la incertidumbre por el resultado se mantuviese hasta el pitido final. El duelo estuvo expuesto a cualquier desenlace, incluso dio la sensación de que fue el Sporting quien más cerca estuvo de la victoria, pero se adelantó y no regresó de vacío.
Fue un partido de mucha enjundia, con dos conjuntos cortados por el patrón de la valentía. Manolo Preciado demostró que se sabe la lección, no se limitó a plantear con acierto de salida, pues sobre la marcha maniobró con tino, especialmente cuando modificó su dibujo al incorporar a Bilic. La decisión obligó a Iturraspe, de nuevo notable, a incrustarse entre los centrales, desactivando la distribución, la salida de la pelota del Athletic, baza que le había dado el control de la situación hasta entonces.
Con un centro del campo inimaginable hasta que actuó en la segunda mitad del partido con el Atlético de Madrid, el Athletic se hizo con el mando. Iturraspe, Herrera y De Marcos superaron a la media de un Sporting que, sin embargo, no decayó porque explotó a fondo los errores, pérdidas en zonas comprometidas de Muniain, Aurtenetxe o Ekiza, que acabaron en remates contra Iraizoz. Esta circunstancia le permitió seguir vivo en el partido.
Pese al dominio visitante, la lucha estuvo abierta por culpa de esos lances a corregir, especialmente los de Muniain, que volvió a irse antes de tiempo porque no está bien. La impresión al descanso era que el Athletic estaba en condiciones de, como mínimo, eludir la derrota: era más que su rival, no perdía el hilo por más que su portero no ganaba para sustos y únicamente le faltaba dar un paso más hacia adelante o quizás aguardar a que enfrente se consumieran físicamente.
un gol para la hipótesis El gol de Susaeta, en la primera jugada de estrategia bien ejecutada de la matinal, confirmaba la mejor de las hipótesis, con la particularidad de que hacía bueno el baile de posiciones que trajo aparejada la sustitución del renqueante Ekiza. Hasta cuatro hombres se movieron de sitio y el colectivo lo asimiló con normalidad. Sin duda, se trata de uno de los principales logros del entrenador e indica hasta qué punto el equipo está trabajado. Las intensas y a menudo largas sesiones de entrenamientos en Lezama obtienen plasmación con puntos de por medio.
El empate, donde tampoco la suerte jugó a favor, deparó un tramo final que puso a prueba la capacidad de sufrimiento. David López estuvo cojo durante casi todo el tiempo en que intervino, Herrera tenía el piloto de la reserva encendido, Ibai apenas aportaba en la derecha y hasta De Marcos mostró síntomas de cansancio. Funcionó entonces la fórmula de los tres centrales, con Iturraspe de improvisado hombre libre, a lo que contribuyó la solidaridad de todos.
El punto sabe a poco por su elevado costo en el parte médico y en las piernas de los que no necesitaron al médico. En este sentido, lo de El Molinón trae a la memoria el episodio de Mestalla. Lo positivo es que, a pesar de los pesares, el casillero continúa engordando, algo que no sucedía en el primer mes de competición. El Athletic está afrontando un cursillo acelerado de supervivencia y no hinca la rodilla, comportándose como un bloque serio, gestionando las adversidades sin aspavientos y con el mejor ánimo. Entereza es el término que condensa su actitud y rendimiento.