BILBAO. Hasta el pasado 29 de septiembre, el Athletic se debatía entre la esperanza y la duda. Entre la exuberancia del juego al pie y la desazón de unos resultados adversos. Entre los defensores del sistema implantado por Marcelo Bielsa y los detractores del técnico argentino. Estos dilemas afectaban tanto al entorno como al vestuario y a la Junta Directiva presidida por Josu Urrutia. "Estamos preocupados, pero para nada nerviosos", repetían desde Ibaigane después de que el equipo rojiblanco completara sus siete primeros encuentros oficiales con una única victoria -la cosechada en Bratislava frente al Slovan en la jornada inaugural de la Liga Europa- y ocupara puestos de descenso en la competición doméstica.
Sendos 1-1 en San Mamés, ante Rayo Vallecano y Villarreal, representaban los únicos puntos que los leones tenían hasta entonces en su casillero. En medio tres derrotas consecutivas ante Espanyol, Betis y Málaga habían abierto el debate sobre el método Bielsa. Los críticos añoraban a Joaquín Caparrós y su juego directo y echaban en falta la aportación de Llorente, a la vez que criticaban el baile de piezas que había realizado el argentino.
A 48 horas del enfrentamiento ante el millonario conjunto parisino, Marcelo Bielsa no tuvo reparos en reunir a los dos capitanes, Carlos Gurpegi y Andoni Iraola, sobre el césped de Lezama para mantener una charla con ellos. Ese mismo día Javi Martínez aseguró en la sala de prensa que "tenemos que estar tranquilos. Si seguimos trabajando como hasta ahora, los resultados llegarán". El internacional navarro dejaba traslucir el sentimiento de frustración que se vivía en el vestuario cuando reconoció que "ganar siempre es bueno psicológicamente".
El propio Bielsa reconoció en la víspera de la cita continental "nuestras necesidades y nuestra realidad nos reclaman una actuación importante y una victoria". Gurpegi, tras asimilar la plática del día anterior, añadió que "tenemos ganas de agradar a la gente para que se sienta a gusto con el equipo. Hasta ahora no hemos podido hacerlo, pero ojalá que no pase de hoy".
Dicho y hecho El día de San Miguel los deseos rojiblancos se hicieron realidad. El Athletic completó un partido para enmarcar ante un PSG que no fue el rival peligroso que todos esperaban. El golazo de Igor Gabilondo, cruzando una volea con su zurda de seda, y el de Markel Susaeta desterraron los fantasmas que intentaban asentarse en San Mamés. La entrada en el túnel de vestuarios de los jugadores así lo atestiguó, según cuentan testigos directos. "Se les veía con las caras cambiadas, como si se hubiesen quitado de encima toda la presión de los anteriores encuentros", relatan los que vivieron aquel momento de cerca.
Tres días después el Athletic afrontó el derbi de Anoeta con otra cara. "Las caras y los comentarios en el túnel de vestuarios eran totalmente diferentes", recuerdan los que lo vivieron de cerca. La salida en tromba y el golazo de Llorente, fruto de una jugada madurada por Bielsa en el laboratorio de Lezama, así lo atestiguan. No importó que un error de Iraizoz y la consiguiente reacción txuri-urdin estuviese a punto de provocar una nueva decepción. Otra jugada diseñada en Lezama, aunque en la época juvenil de Amorebieta y Llorente, permitió al delantero sentenciar el derbi. Las muestras de alegría de los jugadores al término del encuentro, la celebración junto al preparador físico Luis Bonini, que añadió un derbi más a su colección de victorias ("Argentina-Chile, Boca-River, San Lorenzo-Huracán") evidenciaban que algo había cambiado.
El Athletic dejó atrás los puestos de descenso y sus dudas. En la próxima jornada, ante Osasuna, tendrá la oportunidad de seguir creciendo.