Bilbao

SITUACIÓN dramática en los próximos meses: se incrementará el cierre de empresas y los niveles de desempleo". Con este titular abría DEIA la portada dominical del 26 de abril de 1981. A su lado, un pedazo de ilusión que nivelaba la balanza: "¡A por la Liga! 15.000 vascos animarán hoy a la Real Sociedad en Gijón". Dos días después -los lunes aún no había diario- la gesta txuri-urdin copaba el papel. El próximo martes se cumplen 30 años desde que la entidad realista conquistara su primer título de Liga en aquel dramático partido de El Molinón y diversas personalidades donostiarras -incluido el héroe de esa tarde, Jesús Mari Zamora- evocan a este periódico cómo vivieron aquel instante y el impacto que semejante hito tuvo en Gipuzkoa y en toda Euskadi. La proeza transformó al equipo ascensor en campeón, aunque hubo que aguardar al último suspiro del encuentro para que aquellas esperanzas no quedaran frustradas. Con un punto de ventaja sobre el Real Madrid y el average a favor, bastaba con firmar tablas, las del definitivo 2-2. "Pase de Olaizola sobre Periko Alonso, centro de este, salta Castro, toca de puños, llega el balón sobre Gorriz que dispara… Zamora tiene la pelota, tira y… ¡Goooool, goooool, gol de la Real, gol! ¡Txapeldunak!". Y la gente se tiró a la calle.

"Allí estaba yo. En Gijón", rememora Jokin Aperribay, actual presidente realista, "con quince años, junto a mi padre y mi tío en un viaje organizado de ida y vuelta". Grabada, la imagen del colegiado Enríquez Negreira decretando el final del compromiso, "y la explosión de júbilo. ¡Qué momento tan emocionante!". No en vano, la historia le devolvió a la Real aquella Liga que le había regateado un año antes, de ahí la llorera de Diego sobre el césped, o la instantánea de Ormaetxea y Boronat saltando como locos. La respuesta a un Madrid que jamás se tomó en serio que podrían arrebatarle el título. Las anécdotas de aquella tarde dominical son múltiples. Como ver a José María García, el periodista, acercarse al dirigente José Luis Orbegozo poco antes de la conclusión y comentarle: "Bueno, presi. Ya lo siento, pero otro año más que se malogra una ocasión de ser campeones". A lo que le respondió con semblante serio: "Oiga, todavía faltan dos minutos, con lo que debe esperar un poco más para poder hacer esa sentencia". El comunicador se tragó su predicción. Al igual que los merengues: se creyeron coronados tras vencer 1-3 en Zorrilla pero ese duelo acabó antes que el dirimido en suelo astur. El difunto Juanito prometió recorrer el camino a vestuarios de rodillas de salir triunfadores, y lo hizo, sin saber que Zamora daría un giro a la película.

elías querejeta, el exjugador "Se sufrió mucho, pero nadie se movía de allí. Empujamos desde la grada, la Real achuchaba... y llegó el gol", evoca Aperribay, sin olvidar cómo fue el regreso a la altura de Altube. El culpable, Jesús Mari, tiene también guardada a recaudo en su memoria aquella acción: "Siempre está fresca, me la sé con exactitud. Esa jugada resumió el espíritu de aquel grupo. Un año antes se nos escapó por nuestra falta de experiencia, pero esta vez no podíamos pagar ese peaje... Estuvimos metidos todos en el área del Sporting". "Con todo, fue más importante una jornada antes el partido contra el Espanyol. Después sabíamos lo que teníamos que hacer, estar bien concentrados. Era nuestro día", señala. Hubo muchas suspicacias hacia los futbolistas de El Molinón porque la campaña anterior el Madrid había pagado primas tanto a Sevilla como a Betis. Elías Querejeta, el productor de cine que militó en las filas realistas entre 1952 y 1958, fue el hernaniarra más feliz. Una vez le preguntaron qué tres cosas le pediría a la vida. "Que dure, que dure y que dure", respondió. ¿Para qué? Para hacer realidad su sueño pendiente, ganar una Copa de Europa con la Real, equipo que abandonó siendo un mozo para perseguir su otro anhelo, ya alcanzado: dedicarse al cine. "Yo estaba en Madrid, en un bar de la zona centro, escuchando la radio, y a mi lado el director del Teatro Nacional: ¿Juegas a las quinielas o qué?, me dijo. Le mandé por ahí y me fui. Ya andaba por la plaza de Benavente, oigo unos gritos: ¡Elías! ¡Elías! Era mi mujer ¡La Real ha metido! Inenarrable". Y es que Querejeta había vivido en sus propias carnes un lance parecido de emocionante: "El gol que le marque al Madrid de Di Stéfano en Atocha (9 de octubre de 1955). Recibí fuera del área, regateé a tres y a Alonso, el meta. Tiré a gol y el balón, suave, sobre el barro, pegó en el palo y entró. Di Stéfano, el más grande, me comentó: Vaya gol, pibe".

El músico Mikel Erentxun lamenta haber sido tan crío en 1981 para poder haber celebrado la heroicidad con mayor consciencia de lo acontecido. "Era un quinceañero y justo en esa época abandoné el fútbol por la canción. Hacía los primeros pinitos con mi grupo. Pero ese éxito nos marcó a todos. Recuerdo más la posterior Copa o cómo hace unos años, en 2003, se nos fue la Liga en Balaídos", apunta. "La Liga fue algo irrepetible, pero que tuvo moviola al año siguiente. Si en estos instantes todos quieren ser un Messi, antes se perseguía ser como Zamora o López Ufarte, terriblemente técnicos y que sumaban a ese empuje y brega del resto, y dentro del espíritu de Atotxa", puntualiza Erentxun. Querejeta apostilla: "El mejor era Arkonada". Eneko Goia, candidato de EAJ/PNV a la Alcaldía de Donostia, comparte la felicidad de aquella jornada de abril, que era el mes en que expiraba a menudo el campeonato: "Tenía nueve o diez años, era un crío y estábamos en casa viendo el partido. No pude aguantar y me fui de la sala a mi cuarto, hasta que escuché el ruido que llegaba del patio interior. Ese momento con la familia fue increíble, al igual que luego, cuando ama me llevó a ver la llegada del autobús de la Real a Alderdi Eder. Esos recuerdos marcan". "Para mí, también Arkonada era el símbolo de ese grupo. Para nosotros eran nuestros ídolos, teníamos cromos, chapas con sus caras... A mí se me pone hoy en día aún la carne de gallina cuando me acuerdo", dice el jeltzale, que no esconde el aldabonazo social que ese hito deportivo supuso para toda Euskadi, unido al posterior bienio de gloria que vivió el Athletic en los años de la transición. "Después de todo el dominio abrumador del Real Madrid, con lo que ello supone, eso tuvo un gran significado", admite.

semillero de realistas Zamora, el artillero del minuto 90, tiene registradas dos situaciones: "La primera, cuando abandonamos los vestuarios de El Molinón y veías a toda la gente llorar de alegría, abrazándose; y la segunda, la vuelta. Teníamos un encuentro de Copa en Sevilla días después, llegamos a las 23.30 horas al Ayuntamiento de Donostia pasando por todos los pueblos y eso fue total. Me he dado cuenta de lo que significó aquello cuando me he ido de vacaciones y me han reconocido en el resto del Estado. Hicimos mucha afición por ahí. Gente que ahora tiene 35 o más años se hizo entonces de la Real", destaca. De su tropa, todo parabienes: "¡Es que había de todo! Talento, capacidad física, sacrificio, solidaridad, lo colectivo por encima de lo individual, la afición empujando...".

El reconocimiento llegó después. Después de que Kortabarria, en el minuto siete y tras un penalti de Maceda a López Ufarte, adelantara al conjunto txuri-urdin; de que Mesa estableciera el empate al filo del descanso; de que él mismo adelantara al Sporting nada más retornar de vestuarios; del tiro a puerta de Gorriz y del balón que llegó a los pies de Zamora; de los 15.000 aficionados vascos jaleando a la Real; de la lluvia y el barro; y de las palabras del desaparecido Ormaetxea: "Este es un equipo de todos para todos, donde nadie abandona la lucha ni nadie hace lo que yo no deseo". Aperribay recalca: "Era el reconocimiento a un gran trabajo del fútbol base y por eso estoy seguro de que dentro de unos años, por mucho que esto del fútbol haya cambiado, volveremos a ser campeones".

¡repetimos! Ese mismo convencimiento tuvo el equipo en 1982. 364 días después de lo sucedido en territorio gijonés, la Real se jugaba mantener su condición en Atotxa y en el derbi contra el Athletic. Querejeta lo describe: " Al salir del campo, me encontré con un amigo que era de Eibar, Sarasketa, al que decíamos pistolero. Me dio un abrazo y dijo, indignado: ¡Esos bilbainos querían ganarnos!". Pero la historia, secreta, dice lo contrario. La Real hizo un sprint final memorable. El Barça era líder con cinco puntos de ventaja, pero los donostiarras se pusieron un punto por delante de los azulgranas y del Madrid a una jornada del carpetazo. Marcaron Zamora y López Ufarte, aunque Sarabia puso la emoción en el minuto 85. Solo eso, el sufrimiento. Como cuando la Real alcanzó el cénit el 26 de abril de 1981.

SPORTING: Castro, Redondo, Cundi (Min. 21, O. Ferrero), Maceda, Jiménez, Uría, Abel, Joaquín, Mesa (Min. 79, Doria), Ciriaco y E. Ferrero.

REAL SOCIEDAD: Arkonada, Celayeta (Min. 79, Larrañaga), Olaizola, Periko Alonso, Gorriz, Kortabarria, Idigoras (Min. 56, Bakero), Diego, Satrustegi, Zamora y López Ufarte.

Goles: 0-1: Min. 7; Kortabarria, de penalti. 1-1: Min. 45; Mesa. 2-1: Min. 46; Mesa. 2-2: Min. 90; Zamora.

Árbitro: : Enríquez Negreira. Mostró tarjetas amarillas a Ferrero, Uría, Doria, López Ufarte, Bakero y Periko Alonso.

Incidencias: Unos 15.000 aficionados de la Real poblaron las gradas de El Molinón en la última jornada del campeonato de Liga de la temporada 1980-1981. Los donostiarras llegaban con un punto de ventaja sobre el Real Madrid, a quien tenían ganado el 'average', por lo que les valía con empatar.