EL extraordinario peso del linaje navarro en la fisionomía del Athletic, nueve en la primera plantilla (Gorka Iraizoz, Mikel San José, Javi Martínez, Carlos Gurpegi, Pablo Orbaiz, Iker Muniain, Fernando Llorente, Ion Vélez e Iñigo Pérez), siete de ellos titulares o en su perímetro, lo resume la voz de Xabier Aierdi, profesor de Sociología de la Universidad del País Vasco y rojiblanco hasta el mismísimo tuétano, con un enunciado demoledor, duro, áspero, sin coberturas. "Si no fuera por los navarros hace tiempo que estábamos en Segunda". El cálculo, la profecía de Aierdi, es imposible de verificar, aunque ello no descompone ni un milímetro un pensamiento de amplio radio de acción en el imaginario colectivo rojiblanco. El éxito de los futbolistas navarros en el espinazo del Athletic no admite dudas. "Se mire por dónde se mire, las cosas son como son", enfatiza Xabier Aierdi, que reposa la mirada de forense sobre la sociología del equipo, sobre su estructura demográfica, en la que sobresale la estirpe navarra, visible en la columna vertebral del equipo. "Eso sí, no tengo ni idea de cuál es el motivo por el que haya tantos navarros. Supongo que se tratará de rachas".

La aportación del genoma navarro es palpable, las causas de su éxito, de su triunfo sobre el tronco del Athletic, son, sin embargo, más difusas, difíciles de concretar porque en el crecimiento de un futbolista son demasiadas las variables que inciden, opinan los expertos consultados por DEIA. En el proceso de desarrollo del jugador, la familia, el entorno, el esfuerzo, el sacrificio, la metodología, las instalaciones, las lesiones, los entrenadores, el talento, el carácter, la psicología, la fortuna y demás factores componen el humus donde enraíza la hoja de ruta de cualquier jugador por lo que "no se puede naturalizar ni establecer que el jugador navarro, por el hecho de ser navarro responda a unas características concretas para que tenga mayor éxito", recuerda Aierdi, que en cambio, observa con preocupación que la famélica situación del fútbol vizcaino está unida al factor demográfico.

"Ese problema no se resuelve de hoy para mañana. Harán falta muchos años para revertir la situación actual. Da la sensación de que en ese aspecto vamos a peor. Al final, de la cantidad sale la calidad y si cada vez hay menos chavales jugando al fútbol en Bizkaia es más complicado que salgan porque no olvidemos que los filtros para poder estar en Primera son rigurosísimos", indica y ocurre que los jugadores navarros, obstinados como los salmones a contracorriente, los han superado en mayor número que ninguno en el Athletic de la última década.

futbolistas competitivos "Aunque es complicado fijar unos parámetros, desde mi punto de vista, el futbolista navarro resulta muy competitivo por su capacidad de trabajo, por el esfuerzo que realiza en el campo. Tiene la cultura de darlo todo. Va con él. Es un tipo de futbolista muy sufridor, físico y con carácter. Son jugadores que tienen raza. Ese es el prototipo de jugador navarro, aunque hay excepciones. En Bizkaia se está perdiendo esa clase de jugador y en el Athletic siempre ha gustado esa clase de futbolista", argumenta un profundo conocedor de la morfología del fútbol de Nafarroa a este periódico.

"El fútbol es cada vez más físico y en ese tipo de juego, históricamente, los navarros siempre se han manejado bien. Si no se tiene mucho físico hay que tener muchísimo talento para poder jugar, pero la tendencia es la de primar el aspecto físico", matiza la misma fuente, que rastrea cada cuadrícula de la orografía navarra con el microscopio de la experiencia. "Ciertamente, salvo excepciones, que las hay, pocos jugadores navarros han destacado por su técnica. Se trata de futbolistas fuertes, de lucha...", apunta Aritz Altadill, reputado preparador físico de deportistas de élite, que sin embargo opina que no cree en la existencia de una tipología concreta que describa al futbolista navarro. "Sí que existe un futbolista del norte, pero es difícil hacer diferencias entre navarros y vizcainos, por ejemplo, pero sí que es verdad que el futbolista vizcaino tiende a ser más técnico".

José Luis Nagore, presidente de La Txantrea, club convenido del Athletic, y contrapoder de Osasuna en categorías inferiores, ha asistido al nacimiento de varios de los jugadores que sueldan el engranaje de los bilbainos. Mikel San José, Iker Muniain e Iñigo Pérez, son vástagos de una de las escuelas más reputadas del fútbol navarro. Mikel se asomó a La Txantrea desde Atarrabia porque allí no había equipo para chavales tan pequeños. "En La Txantrea los chavales empiezan con cinco y seis años. Lo primero es que aprender coordinación y divertirse jugando, pero en alevines se empieza a competir". El factor competitivo sobresale en los futbolistas mecidos en La Txantrea por la posición del club en el paisaje de Nafarroa.

El presidente de la entidad sostiene que "de alguna manera somos un club que lucha contra Osasuna. Y los equipos que juegan contra nosotros vienen muy motivados. Para ellos se trata de un partido grande y para responder en esa clase de duelos hay que jugar con ganas, ser competitivos. Se inculca la idea de que hay que estar atentos, de que es muy importante estar concentrados en todo momento y que hay que darlo todo porque contra nosotros vienen a por todas. Quieras o no eso obliga a los chavales a ser competitivos. Los chavales que vienen aquí quieren ser futbolistas. Lo tienen claro".

A la propia idiosincrasia competitiva del club, en La Chantrea, se debe sumar la naturaleza del barrio, donde todavía es posible jugar en las calles y las plazas. "En el barrio los chavales pueden jugar tranquilos, y eso es muy importante porque nuestras posibilidades como club son limitadas. Sólo se puede entrenar por las tardes de 17.00 a las 21.45 horas, así que la calle es un buen sitio para mejorar jugando", expone José Luis Nagore. Iker Muniain es el prototipo de esa estirpe de futbolista de arrabal, callejero, pillo, de plaza, alejado del perfil de academia que inunda el fútbol actual. Enfatiza el presidente del club iruindarra que "el talento es primordial en todo esto. Se tiene o no se tiene. A Iker Muniain, a Mikel San José y a Iñigo Pérez ya se les veía desde pequeños que eran muy buenos, que estaban por encima de la media".

el pueblo pequeño También hay quien maneja para enmarcar el impulso del futbolista navarro la teoría del pueblo pequeño. Andosilla, donde vivió Gurpegi, apenas cuenta con 2.996 habitantes; Aiegi, donde comenzó a jugar Javi Martínez contabiliza 1.667 habitantes; Fernando Llorente, que se inició en Rincón de Soto, (La Rioja), a un palmo de La Ribera navarra, y que jugó en el Funes navarro, totaliza 3.474 habitantes.

"En los pueblos pequeños no hay muchas posibilidades, no tiene nada que ver con la ciudad ni con los pueblos grandes, que ofrecen muchas opciones de ocio. En los pueblos pequeños no existen tantas distracciones. Balón o balón", comenta un buen conocedor del fútbol base navarro, que prosigue: "Esas cosas ayudan en el sentido de que para un chaval es más fácil salir a jugar con el balón sin tener que preocuparse de nada más que de disfrutar. Poder meter muchas horas es fundamental para mejorar".

Carlos Gurpegi, Pablo Orbaiz y Mikel San José, pesos pesado de la columna vertebral bilbaina señalaron a DEIA en una serie de reportajes que su infancia transcurrió cosida a una pelota. "Si al hecho de jugar mucho, de estar en continuo contacto con la pelota, se le suma la calidad, el carácter y el espíritu competitivo el cocktail resulta perfecto", argumenta la misma fuente. El Athletic disfruta del triunfo del linaje navarro, que como las meigas, haberlas, haylas. "No sé existe un prototipo de futbolista navarro, pero si no fuera por ellos...", concluye Aierdi.