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Gloria para un héroe de carne y hueso

El Athletic disfruta de un partido a favor de viento ante un Tenerife convertido en una ONG

Gloria para un héroe de carne y hueso

bilbao

Han sido tantas tardes de fuego cruzado, tantos partidos jugados a quemarropa, que San Mamés hubo de frotarse los ojos una y mil veces: el Athletic solventaba el partido en un santiamén. Las tardes rodadas, aquellos partidos de "tristrás y a por el siguiente" parecían arrinconados en la memoria de los aficionados más viejos. ¿Cómo se vive un encuentro así? se preguntaba San Mamés ante la sucesión de juego y goles. Alejadas de las trincheras a las que tantas veces se les invoca, las gradas buscaron un ídolo. Lo encontraron en Gaizka Toquero, un futbolista al que debieran atribuirle en el vestuario las palabras de Mahatma Gandhi cuando dijo aquello de "me llaman héroe; a mí, que soy débil, tímido, casi insignificante; si siendo como soy hice lo que hice, imagínense lo que pueden hacer todos ustedes juntos". Toquero fue el hombre que forzó un penalti, marcó un gol de delantero solvente, dio otro de extremo puro y firmó una jugada impropia de los hombres de su raza: rodeado por un bosque de piernas, salió del atolladero con una sarta de regates propia de un crack para lanzar un disparo seco como el sarmiento a la cepa del palo. Puesto en pie, San Mamés le ovacionó como a los grandes.

Así como se aplaude un esfuerzo extremo de las grandes estrellas -cuando esto ocurre da la impresión de que extenuarse no es obligación de las figuras...-, con Toquero comienza a ocurrir lo contrario. Se jalean sus aciertos futbolísticos porque la brega sin desmayo se da por hecha. Ayer fueron muchos y variados. Va siendo hora de reconocérsele como un jugador con recursos, como uno más en la tropa de élite del fútbol de Primera al que llegó, según aún creen miles de aficionados, por su capacidad para no quedarse sin oxígeno jamás. Es un héroe, ya digo, de carne y hueso.

Todo esto ocurrió con Joaquín Caparrós viendo el partido desde un palco y frente a un Tenerife empequeñecido. Se dirá que esto segundo desmerece la victoria. Nada más alejado de la realidad. Tantas veces hemos visto al pequeño agrandarse en San Mamés que el cumplimiento de la lógica es noticia, casi, de primera página. Lo celebraron en las gradas el viejo Toño Gorriaran, perteneciente, ¿se acuerdan?, a la estirpe de centrales recios, especialistas en el tentetieso; Mané, tomando notas; Dani, José Julian Lertxundi, Txabo Aragües, el coordinador general de la Fundación Athletic, Jon Zapirain, junto a su hija Matxalen; Jon Ortuzar, Aitor Ocio, Manu Delgado, Andoni Goikoetxea, Ander de Aranbalza, K-Toño Frade, Julian Ballesteros, José Miguel Idigoras, Mikel Bengoetxea, Idoia Mugerza, quien con 6 años se estrenaba en la fabulosa aventura de ir a San Mamés; Izaskun Serrano, Jebey Reyes, Iker y Jon Embeita, junto a su padre, Ibon; Iñigo Llopis, José Ibarrola, Iñaki Lasfuentes, el médico del Athletic, Josean Lekue; Iñaki Bengoa, José María Uriarte, quien vaticinaba un 4-1 en las vísperas y a quien busco hoy para hablar sobre loterías y otras menudencias; Lucía Suárez, Matxalen Garate, Pedro Saralegi y así miles de aficionados que vivieron una tarde de dulce.

En el preámbulo del partido, alrededor del Who is who del palco de San Mamés, se insinuaba algo así, aunque con la boca pequeña, que es como predice las victorias el aficionado del Athletic. En ese círculo se encontraban Fernando García Macua, Ricardo Barkala, entusiasmado por saludar a Antonio, Tuchocompañero de estudios de la infancia y hoy directivo del Tenerife; Iñaki Mujika, Iñaki Hidalgo, el presidente de Bilbao Dendak, Javi López, junto a su padre Francisco López -más de 60 años de socio y aún emocionado por pisar el palco de San Mamés...-; Miguel, Txipien nombre de la Asociación de Peñas del Athletic; José Luis Arredondo y José Manuel Polo, como emisarios de Petronor; Juan Pedro Guzmán, Juan Manuel Delgado, Mónica Durango, Sandra Aurtenetxe, Juan Antonio Zarate, Fermín Palomar, Manolo Morán, quien forma parte de los interiores de la historia del club; Idoia Pascual y un sinfín de directivos e invitados que disfrutaron de un partido de seda en el que el Tenerife trató de cruzar un precipicio de dos saltos y, como es lógico y normal, acabó estrellado contra el suelo.