¿Existe alguna actividad de Aste Nagusia que tantos móviles graben al mismo tiempo? Con el permiso de los conciertos, personalmente creo que no. Los fuegos artificiales son un atractivo que paraliza Bilbao día tras día, durante veinte minutos, poniendo todas las miradas en el cielo para observar el espectáculo luminoso desde distintos puntos de la villa. Este último dato es algo que me han contado porque verdaderamente desconozco cuales son los lugares más típicos desde los que se puede disfrutar del juego lumínico y sonoro. El parque Etxebarria, lugar desde el que presencié el espectáculo pirotécnico, estaba lleno hasta la bandera.

Aunque la traca final no fue recomendada para epilépticos, los fuegos artificiales fueron una completa maravilla. La combinación de luces y sonido, simplemente me deleitó atrayendo mi total atención. Llegué al parque sobre la bocina y una vez colocado en el sitio para visualizar el espectáculo -muy a mi desgracia, de pie-, no sabía si estaba viendo los fuegos artificiales o me presentaba a una actividad de limbo en la que había dinero en juego y no estaba reflejado en el programa de Aste Nagusia, sin duda, hubiese perdido seguro.

Para esta ocasión, en vez de explicarlo con mis palabras, cito al cómico Leo Harlem quien en una de sus tantas apariciones dijo una verdad como un templo y de la cual me acordé en ese momento: “es más fácil partirme que doblarme”. A modo de curiosidad me gustaría saber la cantidad de personas que se han levantado con el cuello dolorido, porque la cifra no debe ser baja. Incluso aquellos que caminaban en dirección a las barracas se detuvieron al menos un minuto. Les pareció cómico la forma en la que los fuegos artificiales estaban dejando boquiabiertos a los espectadores reunidos en el parque.

Que no haya estado nunca en Aste Nagusia no implica que desconozca los 10 minutos de escaleras -unos 350 escalones- que unen la plaza Unamuno con el campo de fútbol de Mallona. No pagué la novatada de subirlas andando y llegar arriba sin aliento. Aquellos que no están acostumbrados a desplazarse en metro, desconocen que el ascensor que está situado en la parada de Casco Viejo está conectada con el campo de fútbol. Da la sensación de que lo conozco de toda la vida pero, verdaderamente lo descubrí cuando fui a cubrir la apertura del nuevo largo del parque Etxebarria. 

El aprendizaje personal sobre Aste Nagusia va evolucionando día a día. A raíz de esta maravilla audiovisual, he descubierto que dentro de las fiestas hay concursos que si uno no lee el programa de fiestas desconoce completamente. Durante estos primeros días creía que los fuegos eran lanzados por la misma empresa, cambiando la temática con el paso de los días. Hoy ya puedo decir que es una competición entre distintas marcas de pirotecnia. Una vez más, como decía mi abuelo: “nunca te acostarás sin aprender algo más”.