¿Se imaginan que un bilbaino de 25 años nunca haya estado en Aste Nagusia? Un caso realmente extraño... ¿Verdad? Como dice mi ama, y tiene razón: “tiene que haber de todo en esta vida”. Este año, después de dos meses y medio de prácticas en DEIA en los que he aprendido mucho y he conocido gente maravillosa, ha sido la primera vez que he podido ver a Marijaia con mis propios ojos, a diferencia de otros años que solo pude verla asomada al balcón por redes sociales.

Queriendo salir completamente ileso de la batalla campal que se organiza segundos después de que Marijaia haga su aparición estelar en el balcón del Teatro Arriaga, opté por resguardarme para evitar dos cosas. La primera era el sofocante calor que hacía con 33 grados, si, ese número que me lleva persiguiendo meses y segundo, todo lo que se lanza por los aires, me recordó a cuando hace dos años tuve que arreglar y pintar las escaleras de mi casa porque a dos ‘amigos’ se les ocurrió que era una buena idea lanzar la Coca-Cola desde un punto a otro de las escaleras.

Aprovecho este momento para saludarles y recordar a Carlos y Lorenzo que me deben los 300 euros que me costó la reparación. Y no, no he estado vetado de Aste Nagusia, los culpables de que no haya estado presente es el grupo de amigos de Cáceres a los que solo les veo dos veces al año. Aupa a la mejor cuadrilla de Arroyo, ¡Aupa Chupisede!

Para empaparme desde el primer momento y recuperar los 24 años perdidos, opté por ir hasta el Teatro Arriaga caminando por la Gran Vía en vez de desplazarme en metro, eso sí, con botella de agua bien fría en mano para evitar ser víctima de una insolación. Llegué al Teatro Arriaga con más de media hora de antelación. Me sentí un completo afortunado al encontrar un sitio a la sombra mientras esperaba que Marijaia asomase al balcón y poder verla con mis propios ojos por primera vez. A los cinco minutos ya estaba lo que hasta entonces era “mi terreno”, completamente invadido. Por suerte, me posicioné en el palco VIP -fuera del Teatro Arriaga- y pude disfrutar de mi primera ‘cita’ con Marijaia.

En el intento de salir por el puente descubrí que el Teatro Arriaga es el lugar perfecto para embadurnarse de huevos y harina, en el intento de hacerme un hueco, llamó mi atención lo que denominé ‘ducha express’, como si hubiese un fajo de billetes de 500 hundidos en la ría, buscaban la necesidad de quitarse el ‘pringue’ que llevaban encima. No han pasado la primera noche y ya tengo varias tareas pendientes con el fin de las fiestas como fecha límite que iré informando en el posit diario. Por el momento, la canción de Marijaia he conseguido entonarla en su salida al balcón, ¡Gora Marijaia!