Seguramente hayan escuchado alguna vez la frase de: “la distancia es solo un número”. Cuando se tiene la opción de ver el ambiente festivo que respiran las calles de Bilbao, los kilómetros entre Cáceres, más concretamente el municipio de Arroyo de la Luz, y Bilbao no importan. Pues eso es lo que pensaron Carlos Casquero y Alejandro Domínguez, quienes tras recorrer más de 600 kilómetros, decidieron abandonar los más de 40 grados extremeños para en apenas seis horas, llegar a Bilbao y conocer las txosnas de Aste Nagusia. Gogorregi, Irrintzi y Altxaporrue fueron las primeras visitas de las fiestas. Más bisoños que convertir en acólitos.

El ambiente en la zona festiva de El Arenal y alrededores era impresionante, mirase hacia el lado que lo hiciese, venía gente en ambas direcciones. La música es perfecta, con múltiples opciones según los gustos personales. En tan solo un día de fiesta, he llegado a la primera conclusión de que, de cierta manera es como la unión de todas esas fiestas que se llevan a cabo a lo largo del verano. Un punto a favor que me gustaría destacar, es la cantidad de baños que hay repartidos por el recinto festivo, la espera más larga fue de un minuto.

Una vez conseguimos hacernos un hueco en Gogorregi, se sintieron como en casa. Alejandro se quedó confuso por la denominación, “por el nombre de la comparsa me esperaba gogós, da a confusión”, comentó con tono irónico. Aunque había alguna canción en euskera -obviamente no la entendían— tuvieron un recital de la música más típica de las tierras extremeñas, de hecho, el estar rodeado de arroyanos, sumado a la música, me teletransportó a tierras lejanas.

 En las músicas entendibles lo dieron todo, mientras que en las euskaldunes, recuperaban fuerzas mientras hacían oído intentando memorizar alguna palabra suelta, aunque hay que decir, sin éxito. El día después, sin consecuencias, como se puede ver en la imagen, el zumo de melocotón me mantuvo hidratado durante toda la noche ante el calor de todo tipo en las txosnas.

Para mi no fueron ningún problema las canciones en euskera, Carlos y Alejandro no tuvieron la misma suerte. Intentando pasar desapercibidos entre la multitud al no estar familiarizados con el idioma, optaron por poner en práctica algo muy habitual en estas situaciones, el famoso tarareo. Aprendieron las palabras que consideraron más necesarias para sobrevivir a la noche bilbaina. Las primeras frases fueron: kaixo, agur, zer moduz, garagardo bat mesedez, eskerrik asko, egun on y gabon. Lo básico para entablar una conversación en cualquiera de las txosnas y poder sobrevivir a una noche de fiesta en Aste Nagusia.