No siempre se puede disfrutar. La agenda festiva no siempre coincide con la realidad de cada uno. Las circunstancias personales –sea por salud u otros motivos– muchas veces obstaculizan y rompen la ilusión de esos días marcados en rojo en el calendario. ¿A quién no le ha pasado tener que atravesar una Navidad con algún problema por detrás?

Requiere el máximo de los reconocimientos a aquellos que en plenas dificultades de salud, muestran el coraje de esbozar una sonrisa o de soltar una carcajada. Más aun, si son niños. En el día de ayer, un ejército de valientes se concentró en el jardín del Hospital de Basurto. Hay que serlo para salir de la cama y sobreponerse a la amargura de pasar el verano y las fiestas ingresado.

Por suerte, este miércoles estos niños y niñas han contado con un soplo de aire fresco. Ha sido un empujón por parte de los artistas del Circo Tamberlick. Ante la mirada de la reina de las fiestas, Marijaia, y junto a la pregonera Aiora Renteria; la txupinera, Izaskun Pinedo, y el alcalde de la villa, Juan Mari Aburto, junto a representantes de la corporación municipal y de la Comisión Mixta de Fiestas.

Un intenso círculo azul a modo de escenario predecía que iba a ser una jornada especial para todos los pequeños. No ha tardado en aparecer la primera carcajada general. Al payaso Ano –conjuntado con una desmesurada chaqueta y gorro– solo le ha hecho falta una regla para hacer reír a una cincuentena de niños a los que se sumaban familiares y hasta los enfermeros y personal médico que tampoco querían perderse la actuación mientras asistían a los pacientes.

Jano ha subido la temperatura del lugar con frenéticas carcajadas. Hizo pasar apuros a algunos mayores del público que raptó entre broma y broma para su show –hasta hizo el boca a boca ante una enfermera– y tuvo tiempo para simular el baloncesto con los niños. Con una picaresca propia y un personaje marcado, las paredes del lugar ya no parecían las de un centro médico.

La presentadora Gema dio paso a la Troupe Mustafa Danger, tres funambulistas de Marruecos y de Colombia que se han apoderado del escenario y sorprendieron al público con todo tipo de piruetas. Tienen un gran talento para sostener grandes paneles de plástico con la barbilla y los chiquillos contemplaban asombrados.

Vestido de negro, y con un toque enigmático, ha sido el turno de Neuer de la compañía Chester, quien no paraba de interactuar con los críos. Dos adultos han sido los responsables de sujetar la lona, mientras el mago intentaba quitarse las esposas. Habrá que ir a visitar la carpa del parque Etxebarria para conocer el sorprendente desenlace.

Desde Brasil, la antipodista Manuela Wolfarth se ha acomodado en una tumbona y, con el giro de sus pies y manos, fue haciendo girar telas sobre su propio eje. Uno, dos, tres y hasta cuatro pañuelos sostuvo al mismo tiempo que el público armonizaba la gesta con un fuerte aplauso.

Por último, el truco final ha correspondido a Simón. Atónito se quedó el Hospital entero cuando, por poco, el espectáculo casi termina con un interno más. Menos mal que la buena forma física y la agilidad le permitió cerrar la exhibición por lo más alto, literalmente porque logró hacer el pino sobre ocho sillas una encima de otra.

El calor no ha podido con la esperanza de Hiba, que ha mostrado una gran entereza y manifestaba su derecho a pasarlo bien. “Estamos aburridos y necesitamos diversión. Ha sido superdivertido”, ha defendido la pequeña feliz. A su lado, Henar Uriarte, residente de pediatría, le acompañaba “es un detalle muy bonito”, opinaba.

Una vez más, Marijaia es imparable y llega a todos los lugares. ¡Qué poco cuesta hacer felices a los más pequeños!