Santurtzi - Hace más de una década, todo parecía encaminado a que los propietarios de los inmuebles situados en los números 24 y 26 de la calle José Miguel de Barandiarán, de Santurtzi, vendiesen sus casas para que en el solar de las mismas construyeran viviendas modernas. “Pero todo se torció por un vecino. Todos habíamos aceptado, menos uno que no quiso vender en esos términos y el acuerdo se rompió”, apuntan Ana Tomey, Josetxu Ruiz e Isabel del Blanco.

Ellos son de los pocos propietarios que mantienen la propiedad de sus casas. Otros pisos fueron vendidos a cuatro constructoras que, en algunos casos, han alquilado esos inmuebles e, incluso, uno de los propietarios que cedió su casa a un programa de alquiler del Gobierno vasco, ha visto cómo su hogar era okupado. “Dijimos a las constructoras que tuviesen cuidado con la gente que metían y nos dijeron que estos eran buena gente. Pues ya lo hemos visto. Somos víctimas de un caso claro de bullying inmobiliario. Coaccionan y te insultan, te salen al paso cuando llegas a casa. Me han puesto basura en el felpudo y me han quitado una pancarta. Lo peor de todo es que okupan todas las casas que pueden. ¡¡Basta ya!!”, asegura Ana, vecina del número 26, quien en los últimos días ha interpuesto tres denuncias por “amenazas”.

Isabel, su prima, vio cómo el 2 de septiembre okupaban su casa, donde sus padres vivieron toda su vida. El caso de esta okupación, tal y como ocurrió hace un año con el incendio de una vivienda en ese edificio, pone de manifiesto un problema de convivencia. Isabel no logró evitar que se instalasen en su casa, algo que sí impidió Josetxu hasta en cuatro ocasiones. “En mi casa no han entrado porque les he pillado. Una vez les cogí cuando ya estaban con el pico y la pala haciendo el agujero y ya me han reventado dos puertas”, apunta Josetxu, quien ha tenido que tapiar su casa. El juicio por una de estas intentonas de okupación tendrá lugar el 16 de diciembre. Ese hogar es la casa de su madre, una mujer que, a causa de todos estos hechos, ha sufrido ataques de ansiedad. “En mayo la tuvimos que llevar a Cruces por ansiedad. Tiene 96 años y, ahora, cada vez que pregunta por su casa, le decimos que todo va bien. No queremos que se consuma por esto”, indica Josetxu.

Lo cierto, es que las cosas no van bien y estos vecinos piden soluciones. “Necesitamos que las leyes cambien y que las instituciones se mojen”, dicen. De entrada, algunos propietarios se reunirán hoy con el Ayuntamiento de Santurtzi.