En los últimos años, el uso de hipnosedantes y opioides ha escalado hasta alcanzar prevalencias del 9,7% y 4%, respectivamente, pero hay un grupo donde ha subido mucho más: las mujeres de más de 35 años, nacidas en España y sin estudios superiores son el perfil del consumidor en nuestro país.
Las mujeres viven más años, pero con peor calidad, y a menudo asisten a una medicalización de sus síntomas por la que los hombres no pasan; la salud mental es el ámbito donde más profundas son las desigualdades de género en la salud, tal y como se ha puesto de manifiesto en la XLII Reunión Anual de la Sociedad Española de Epidemiología celebrada estos días en Cádiz.
“A igualdad de diagnóstico, edad y uso de los servicios sanitarios, hay un 50% más de posibilidades de que nosotras recibamos la prescripción de un psicofármaco”, resumió en el congreso Amaia Bacigalupe, epidemióloga profesora del Departamento de Sociología y Trabajo Social de la Universidad del País Vasco.
Sin embargo, estas diferencias se diluían en las clases sociales más favorecidas. “Puede haber igualmente prescripciones de más, pero sin desigualdades de género. Probablemente algo ocurre dentro de las consultas que hace que el profesional atienda de forma más similar a hombres y mujeres de nivel socioeconómico más elevado”, apuntó.
Mujer de más de 55 años
En el campo de la salud mental, dos trabajos presentados esta semana de investigadores del Complejo Hospitalario Universitario de A Coruña, de la Universidad de Santiago de Compostela, que analizaron las tendencias de consumo de hipnosedantes y analgésicos opioides confirmaron el perfil eminentemente femenino del usuario de estos medicamentos.
Sobre los hipnosedantes, y basándose en la Encuesta sobre Uso de Alcohol y otras Drogas en España (EDADES), el estudio calcula que, entre 2005 y 2022, la prevalencia de consumo ha aumentado del 3,7% al 9,7% pero donde más, en las mujeres de 55 a 64 años, que llegaron al 21,4% en el último año analizado.
La probabilidad de tomar hipnosedantes fue mayor en mujeres mayores, con nivel educativo básico o medio, desempleadas, que no conviven con pareja o familia, de nacionalidad española y que también consumen tabaco o cannabis.
El consumo de opioides ha pasado del 2,9% de 2018 al 4% en 2022, un aumento que se percibe en hombres y en mujeres de 35 a 64 años, pero que es mayor aún en ellas.