“La cooperativa de manteros fue mi tabla de salvación, podría exportarse a otras ciudades como Bilbao”, propone Aziz Faye, un senegalés de 40 años, afincado en Barcelona, que logró regularizar su situación gracias a esta iniciativa social después de pasar 13 años vendiendo en la calle.
¿A qué edad decidió abandonar su país y qué le empujó a hacerlo?
—Salí de mi país con 23 años. En Senegal me dedicaba a la pesca, pero después de muchos años combatiendo con los grandes barcos pesqueros europeos, que nos han dejado sin peces en el mar, decidimos emprender este viaje peligroso con el lema Barça o Barzakh, que significa Llegar a Europa o morir en el intento, después de una desesperación por todos los saqueos que estamos sufriendo por el capitalismo.
¿Sabía cuando emprendió el viaje lo sumamente arriesgado que era?
—Sí, sabemos que ese viaje marítimo es muy peligroso, pero es la única vía que nos dejan al cerrarnos todas las vías legales. Según la Declaración de Derechos Humanos, todas las personas tenemos derecho a viajar libremente, pero eso no sirve para los africanos, solo para los europeos. Una persona europea puede viajar a nuestro país en cualquier momento, pero al revés no. Para venir aquí yo tuve que pedir visados, que siempre resultaban denegados. Eso les pasa a todos los jóvenes senegaleses que quieren viajar a Europa y es lo que nos empuja a emprender ese peligroso viaje.
¿Cómo fue aquella travesía?
—Yo tuve que viajar cinco veces para venir aquí, tres de las cuales me deportaron. El viaje es tan duro como puedes imaginar, son unos cinco días en el mar intentando salvar tu vida, intentando llegar. Pero todos los sufrimientos que vivimos en el mar los seguimos sufriendo en Europa si conseguimos llegar. Nos impiden viajar de manera normal, como cualquier otra persona, pero cuando llegamos aquí también nos impiden vivir como cualquier otra persona. Al final, es un sistema racista que nos castiga y nos quita ese derecho que es nuestro.
¿Qué esperaba encontrar al llegar? ¿Un trabajo, al menos?
—En 2006 había rumores de que España necesitaba trabajadores en los campos. Eso es lo que me impulsó a venir, pero después de conseguirlo me topé con que la Ley de Extranjería me lo impide al menos durante tres años. Eso me empujó a dedicarme a la venta ambulante. Cosa que también me fue impidiendo tener el arraigo social por los antecedentes policiales que vas acumulando vendiendo en la calle. Al final yo estuve 13 años para poder regularizar mi situación.
"La persona sin papeles solo tiene una vía, la economía sumergida. Como no queremos robar, ni delinquir, nos dedicamos a la venta ambulante"
¿Subsistió 13 años del top manta?
—Sí, desde 2006 hasta 2019.
¿Cómo describiría esa etapa?
—El sistema está diseñado para que la persona sin papeles solo tenga una vía, la economía sumergida. Como no queremos robar, ni delinquir, pues nos dedicamos a la venta ambulante. Esa manta que utilizamos es la única opción que tenemos. Son muchas horas en la calle intentando vender dos o tres bolsos para al menos tener comida y pagar nuestra habitación. De lo contrario, te quedas en la calle.
¿Alguna vez ha vivido en la calle?
—Sí, tuve momentos en los que viví en la calle.
¿Qué ingresos puede llegar a tener al mes un vendedor del top manta?
—Llevo mucho sin vender, pero en su momento yo podía vender dos o tres bolsos. Hay días en los que la Policía te decomisa todo, días que te ponen multas y vas acumulando. Al final no es rentable, no es una vida digna.
¿Cómo consiguió finalmente regularizar su situación?
—Gracias a que nos organizamos. Si no, no habría podido hacerlo. En 2015 unas 300 personas conseguimos crear el Sindicato Popular de Vendedores Ambulantes después de sufrir todo tipo de violencia social y policial y de la muerte de un compañero nuestro, Mor Sylla, que fue la gota que rebasó el vaso. Dos años después lanzamos nuestra marca, Top Manta, para crear una actividad económica y poder ir regularizando a las personas. Ahí conseguí regularizar mi situación y, gracias a la asociación, sigo trabajando.
¿Cuál es la principal reivindicación que hacen como sindicato mantero? ¿Poder vender legalmente?
—Nuestro principal objetivo es regularizar a las personas que están en la calle sin papeles, pero es verdad que el racismo institucional y social es un monstruo que hay que enfrentar no solamente entre los inmigrantes, sino también entre las personas autóctonas sensibles. Les invitamos a participar en esta lucha antirracista porque no basta solo con no ser racista.
¿A qué se refiere exactamente?
—Hay que actuar, hay que luchar contra este racismo para construir esta sociedad justa donde todos podamos tener nuestros derechos y también defender los derechos contra estos discursos de extrema derecha, xenófobos, que nos venden que los inmigrantes venimos aquí a robarles el trabajo, a saturar la sanidad, etc. Al final son mentiras que tenemos que desmontar, pero no solamente es un trabajo de los inmigrantes, sino también de las personas autóctonas.