Los más jóvenes apenas tienen 18 años, muchos de ellos eran pescadores en Senegal y han bregado contra viento y marea para recalar en Bilbao con el fin de capturar un futuro más esperanzador. Sin embargo, sus redes siguen vacías. “La gente cuando viene no sabe lo que le espera. Sale de su país para mejorar sus condiciones de vida y piensa que si llega va a tener un trabajo, pero no es así”, explica un miembro de Mbolo Moye Doole, la plataforma mantera de Bizkaia. Así que no les queda otra, dice, que echarse a las calles con dos docenas de camisetas o lo que se tercie. “Si no tienes papeles es la única salida para sobrevivir”. O malvivir porque algunos incluso pasan la noche a la intemperie.

En el top manta no hay oficinas ni horarios. “Algunos estudian por la mañana y por la tarde van a vender”. Tampoco tienen un sueldo. “Es algo de suerte. Hoy puedes vender 100 euros y mañana estar todo el día sin vender nada. Es muy complicado”, asegura con conocimiento de causa este miembro de la plataforma, que trabaja de mantero de vez en cuando. Por más fines de semana que estén a pie de calle y horas extras que metan nada les garantiza poder cubrir sus gastos. “Hay meses que no te llega ni para sobrevivir. Algunos casi no ganan, venden para estar, para pagar alquiler y comida”, señala.

Hace unos años, cuando él se dedicaba a esta actividad, “había menos manteros y la gente compraba más”, pero la situación, afirma, se ha complicado. “Ahora mismo está muy saturado porque hay muchos vendedores. A menos que haya un evento, como lo de la gabarra, pero es una temporada y se acaba. O como en verano, que la gente se mueve de fiesta en fiesta y pueden vender más”, comenta.

Un año sin poder empadronarse

Abocados a “la venta ambulante”, algo a lo que “no han decidido dedicarse, sino que hacen para ganarse la vida”, puntualiza, los manteros se ven inmersos en una pescadilla que se muerde la cola. “Para poder estar en situación legal tienen que estar empadronados unos años, pero hay gente que lleva aquí varios meses y hasta un año sin poder empadronarse. Están aquí, pero para el Estado es como que no están”, deja constancia.

Acceder a una vivienda muchas veces les resulta imposible. “Los alquileres en Bilbao son muy caros, casi no hay y además la gente no quiere alquilar a los negros. Es muy difícil y encima hay que tener nómina”, apunta. Pero sin papeles, lamenta, “nadie te va a contratar”.

"Senegaleses en la calle"

Como consecuencia de todo ello, algunos manteros no pueden abandonar las aceras ni para dormir. “Nunca había oído que hubiese senegaleses en la calle y ahora está pasando. Conozco a gente que no tiene dónde estar”, asegura.

Consciente de que el top manta es una actividad irregular, desmiente que “detrás haya mafias” y pide “aflojar la ley o hacerla de otra manera” para que quienes subsisten gracias a ello puedan salir adelante.

Con la vista puesta en el horizonte más cercano, aconseja a los manteros aprender el idioma y formarse. “Algunos estudian en la EPA y otros, en alguna asociación. Hay gente que se saca la ESO”. Cualquier conocimiento viene bien, dice, “para intentar mejorar las condiciones de vida”.